Inversión
FIFOMO, el miedo a perder oportunidades en Renta Fija
Tras ejercicios aciagos, vuelve a resultar atractiva ante el posible cambio de la política monetaria
FOMO es el acrónimo de la expresión «Fear of missing out», que se relaciona con el miedo irracional a perderse algo, concretamente, en redes sociales. Sin embargo, este término también se hace extensivo a otros ámbitos y, como no a, la inversión. Si se traslada a la renta fija surge otro concepto, conocido como FIFOMO, que sería el miedo a perder oportunidades en renta fija. Y es que, tras unos ejercicio aciagos para este tipo de instrumentos, 2024 se presenta, por fin, como un año de ocasiones de inversión. Ante la perspectivas de que los bancos centrales hayan finalizado la carrera alcista de los tipos de interés, la renta fija ha aumentado su atractivo, con unas Tasas Internas de Retorno (TIR) que no se veían desde 2012, con el añadido de que, actualmente, las condiciones financieras son más estables que entonces. Además, pese a la desaceleración económica, parece que los riesgos de recesión se alejan.
Punto de inflexión
Históricamente, el rendimiento de los bonos se ha comportado de forma positiva tras la última subida de las tasas, un punto de inflexión que se podría haber producido ya, aunque aún son muchas las incertidumbres, sobre todo, geopolíticas que podrían presionar todavía al alza de los precios, cambiando las decisiones de política monetaria. Además, cuando las subidas de tipos, la renta fija también se suele comportar mejor que la liquidez. Aunque las asignaciones a efectivo siguen situándose en niveles significativos en vista del temor de los inversores a asumir riesgo, el efectivo empieza a registrar una rentabilidad inferior al crédito.
¿Por qué esta mejor perspectiva para la renta fija? Si los tipos de interés comienzan a bajar, los bonos nuevos que se emiten pagarán menos intereses que los que y están en el mercado. Por este motivo, los tenedores de los mismos no querrán deshacerse de ellos a no ser que reciban una rentabilidad equivalente, por lo que subirán los precios de los bonos, haciendo, de paso, que los fondos de renta fija tengan mejor rentabilidad. Así, el precio de los títulos de renta fija depende en gran medida de la evolución de los tipos de interés, de las condiciones de mercado y de las condiciones económicas generales.
Con el recorte de las tasas, que podría comenzar a partir del segundo semestre del años –todo dependerá de la inflación–, un bono que vale 100, paga un 5% y vence en 10 años, va a generar a su poseedor 5 euros de intereses anualmente, recuperando los 100 euros pasados los 10 años. En total recibirá 150 euros. No obstante, si los bancos centrales rebajan el precio del dinero, los nuevos bonos pasan a ofrecer rentabilidades inferiores, del 4%, por ejemplo. De esta manera, un bono a 10 años pagará 40 euros de intereses. Como los nuevos sólo ofrecen 140 euros, los antiguos que pagaban 150 euros son más atractivos y los posibles compradores estarán dispuestos a desembolsar más por adquirirlos. Así, si con 100 euros se puede comprar el bono que ofrece el 4%, para conseguir el que da el 5%, habrá que pagar 110 euros, que otorgan al actual propietario los 10 euros de diferencia. De esta manera, aunque no venda, verá que el valor de mercado de su bono sube un 10% con la bajada de tipos.
Para todos los perfiles
Los expertos señalan que actualmente hay oportunidades en bonos soberanos, pero también, en el caso de los activos de crédito, especialmente en la parte de alta calidad con "investment grade". También apunta a la deuda subordinada y amortizable emitida por bancos europeos, el crédito a largo plazo de alta calidad en sectores de consumo no cíclicos y el crédito denominado en GBP de empresas diversificadas a escala mundial. Sin descartar tampoco los tramos de mayor riesgo, especialmente por la deuda emergente y el alto rendimiento europeo. Y es que a la vista de las recomendaciones de los analistas, parece que hay oportunidades en todos solos segmentos, para todos los gustos y para todos los perfiles de inversores, desde los más conservadores a los más arriesgado, algo que devuelve a renta fija su papel en las carteras de inversión: pagar cupones atractivos y aportar diversificación.
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