Eurovisión
Amaia y Alfred «No, no nos vamos a casar»
Amaia y Alfred explican que no caerán en hacer un gran «show»: «los fuegos artificiales los demostraremos a través de nuestro amor»
Amaia y Alfred explican que no caerán en hacer un gran «show»: «los fuegos artificiales los demostraremos a través de nuestro amor».
Viernes. A la hora de comer. Amaia y Alfred interpretan «Tu canción». Es el ensayo general que ven todos los jurados europeos para emitir su voto. Hoy por la noche harán lo propio los espectadores. Termina la última nota del tema y él le hace una carantoña a ella. Pero no hay beso. Habrá que esperar a hoy. Más allá de este detalle, no se les puede recriminar nada sobre el escenario. Seguridad y complicidad, tanto en unas voces que empastan de forma casi natural como en su capacidad para moverse en el escenario. Ni un atisbo de gallo como el lanzado por Manel Navarro el año pasado en Kiev. Tampoco signo alguno de amateurismo en la pamplonica y el catalán en el Altice Arena de Lisboa.
Ni un ápice de nervios. «Estamos tranquilos, porque todo el trabajo está hecho y estamos satisfechos con el resultado. Además, ya vemos la meta cerca. No tenemos preocupación de acabar o no acabar. Solo quiero que llegue el festival para dar lo mejor de nosotros», confiesa Amaia horas antes a LA RAZÓN. Encaje de bolillos para hablar con ambos por una agenda encorsetada que han cumplido a rajatabla. Ni un solo periodista por atender. Ni un solo «eurofan» que se vaya de Lisboa sin un beso, un «selfie» o una firma de autógrafos. No pierden la sonrisa ni la compostura. Aunque en los renuncios Amaia deje caer algún bostezo de órdago que se hace viral de inmediato.
«Desde que la estrenamos en “OT”, la hemos cantado unas 500 veces», señala Alfred. Querrán perderla de vista el domingo en el avión de vuelta a España. «No estamos hartos de ella. Cada vez que la interpretamos es diferente. Cambia el público, el escenario, el sentido...», asegura la pamplonica. Y continúan transmitiendo algo más que una perfección vocal: «No hay ningún secreto para mantener la magia. Porque al final lo que dice la canción es lo que sentimos, por lo que no nos resulta complicado interpretar. Somos nosotros».
Al menos, es lo que se ve desde el foso del auditorio portugués. Cosa distinta desde la pantalla de casa. Y es que, tanto Gestmusic como TVE, responsables de la puesta en escena, han apostado por la sencillez y la austeridad. Querían centrarse en la pareja sin adornos. Sin embargo, esa simplicidad se ha traducido más en frialdad y linealidad que en intimidad con ambos. Excesos de planos generales y luces anodinas frente a una relación que los espectadores de «OT» han seguido en primer plano.
Más «show» que música
Los dos jóvenes representantes, sin embargo, defienden la apuesta: «Corregimos lo que no nos gustaba y estamos tranquilos. Estos días hemos descubierto que es un festival más dedicado al “show” que a la música». Alfred va más allá: «En un principio se habló de introducir fuegos artificiales, pero ahora serán invisibles, los mostraremos a través de nuestro amor. A veces lo pasamos por alto, pero es lo más importante. Nos queremos un montón, tenemos una relación bonita como pareja y eso es lo que se transmite. Buscamos que toda la gente entienda ese amor». Ante esta declaración de intenciones, se cuela como un murmullo el estribillo de Jennifer López. «¿Y el anillo pa’cuando?». «No, no, no... Somos muy jóvenes... No nos vamos a casar ahora. Aún queda mucho por delante. Además, antes de casarme, quiero hacer otras muchas cosas...», se acelera Amaia con esa espontaneidad que no tiene freno.
Con la misma naturalidad, afrontan el descalabro de posiciones que auguran las casas de apuestas en los últimos días. «Yo ya no me fío ni de los sondeos ni de nada en general», despacha Alfred. Tampoco entran al trapo de si el cabreo será inversa o directamente proporcional al número de votos que reciban. «No tengo mal perder... Bueno, únicamente en el parchís», cuenta ella: «No nos importa la posición, aunque yo sí tengo un poco de mal perder», apostilla él.
Lo cierto es que en un sondeo inesperado a pie de calle, en el aeropuerto, en el metro, en la sala de prensa o paseando por las calles de Lisboa, cuando menos se lo espera uno, alguien cacarea a la cantante israelí Netta. Pero pocos tarareos de «Tu canción». Eso sí, banderas de España, a cada paso. Y las que quedan por venir en peregrinación. Incluido un «pack» de niñas de Primera Comunión a las que sus padres les han regalado el viaje exprés. «Me encuentro un montón de historias de este tipo. Gente que se recorre media España y parte del extranjero para vernos. No me agobia, me da mucha responsabilidad para preparar un disco de calidad y una gira a la altura cuando pase todo esto», apunta el catalán. Los dos saben que hay vida después del festival. En su caso, quizá demasiada. Pero, antes, queda la resaca eurovisiva del domingo. Que la habrá.
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