Obituario

El hombre que nunca quiso rendirse

Uno de los momentos estelares, con Uri Geller, que doblaba cucharas con la mente, en «Directísimo». Hoy se habría hecho viral
Uno de los momentos estelares, con Uri Geller, que doblaba cucharas con la mente, en «Directísimo». Hoy se habría hecho virallarazon

Nos conocíamos desde hace cincuenta años. En 1968 yo era redactor jefe de Abc y él entonces volvía de Londres y empezaba. Éramos compañeros y rivales, más conocidos que amigos. Al principio digamos que nos veíamos de lejos, coincidíamos. La amistad llegó después de 20 años trabajando juntos. Pedro Piqueras nos ofreció el proyecto de colaborar en una serie de libro-discos sobre la historia de la música en España y el resultado fueron 21 libros, desde los años 70, los 80, el pop, el rock el soul. Después, en 2006 fichó por el programa de supervivencia. Él ya estaba trabajando en «No es un día cualquiera» en la radio y me pidió si le podía sustituir durante tres meses. Cuando regresó yo seguí colaborando, y así han pasado trece años. José María era un tipo encantador al que le gustaba disimularlo.

Despertaba tal interés que no se podía pasear a su lado porque todo el mundo le reconocía, se le acercaban, querían sacarse una foto con él (no lo rehusaba, al contrario) y su estrategia era mostrarse hierático para defender una cierta privacidad. Creo que no exagero si digo que era una de las tres personas más populares de España. Él fue uno de los profesionales que modernizó la televisión. Empezó con programas musicales y después creó «Estudio Abierto», un espacio pionero de entrevistas a fondo por el que pasaron nombres muy importantes de todos los campos, desde Solzhenitsyn a Joan Báez en 1974, cuando aún no estaba legalizado el PCE, que le dedicó una canción en directo a La Pasionaria. Imagínate el lío. Vivió momentos estelares. Y ahí entra el espacio de Uri Geller, que yo creo que es el programa más recodado de la historia de España.

En la radio lo hizo todo hasta el último día. Empezó en su Bilbao natal y quiso venirse a Madrid. Le dijeron que allí estaba muy bien un chico de provincias como él porque la capital era muy grande y se marchó un par de años a Londres sin saber una palabra de inglés para ver lo que se cocía. Conoció a todos los que en ese momento tenían algo que decir y se dio cuenta de que había que crearse una imagen, por eso regresó con esos bigotazos y la ropa hippie. Cuando hablaba de Los Rolling, por ejemplo, o de otros artistas, lo hacía desde el conocimiento porque había estado con ellos. Nos movíamos en terrenos muy distintos porque él era fundamentalmente un personaje de la televisión, pero fuimos coincidiendo. Más que amigos hemos sido hermanos. Viajábamos juntos los fines de semana para hacer el programa y le veía casi más que a mi familia. Sabía que le quedaba poco tiempo pero nunca quiso rendirse.