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«Miracle Workers»: El problema de las comparaciones

Sería más fácil de apreciar si la nueva serie de TNT no tuviera que medirse a «The Good Place», una de las mejores comedias televisivas que se pueden ver actualmente.

Steve Buscemi en una de las escenas de la nueva serie de TNT
Steve Buscemi en una de las escenas de la nueva serie de TNTlarazon

Sería más fácil de apreciar si la nueva serie de TNT no tuviera que medirse a «The Good Place», una de las mejores comedias televisivas que se pueden ver actualmente.

Poner «Miracle Workers» enfrente de «The Good Place» resulta inevitable: ambas series imaginan una versión altamente disfuncional del cielo, y ambas sugieren que quienes están a cargo del Más Allá no son muy buenos en lo suyo. Las dos son comedias que, al menos sobre el papel, dada su premisa, abordan cuestiones espirituales de peso. Y ya sabemos lo que suele decirse de las comparaciones. Según la nueva serie, que el próximo jueves se estrena en TNT, los habitantes del cielo viven más o menos como nosotros: presos de un capitalismo perverso e ineficiente y de una burocracia kafkiana. El funcionamiento del lugar depende de un sinfín de departamentos: hay uno para los copos de nieve, otro para los genitales, otro para el olor corporal, y así. En lo alto del organigrama, decíamos, hay un Dios que se pasa el día bebiendo cerveza y viendo la tele. Tiene sentido que lo encarne Steve Buscemi, un actor que en realidad parece ergonómicamente diseñado para interpretar a Lucifer.

Por su parte, Daniel Radcliffe interpreta a uno de los empleados del Todopoderoso, Craig. Su cometido es intentar resolver problemas menores de la humanidad –cosas como mejorar el wifi en los aeropuertos– porque carece de potestad para lidiar con asuntos realmente importantes, como guerras o catástrofes naturales. Solo el jefe la tiene, y no va a hacer uso de ella. Está desilusionado y superado por el vertedero físico y moral en el que la Tierra se ha convertido, y quiere borrarla del mapa. Y cuando la nueva compañera de departamento de Craig, Eliza, le pide a Dios que reconsidere su decisión, este le da a la pareja dos semanas para cumplir una misión: que ayuden a dos humanos llamados Laura y Sam a enamorarse. Si no lo logran, provocará un nuevo «Big Bang».

Mientras desarrolla esa intriga, «Miracle Workers» se mueve en numerosas direcciones tonales a la vez. Es una «sitcom» laboral a la manera de «The Office», una comedia existencial y, también, una «rom-com». Y todo eso en solo siete episodios, es lógico que se la note descentrada. A ratos nos ofrece chistes sobre heces y a ratos cursilonas reflexiones sobre el magnífico misterio de la creación, y en ningún momento logra construir un universo particularmente dotado de inventiva e idiosincrasias. Por sí solo, ese déficit ya sitúa a la serie en una liga inferior a «The Good Place».

Desinterés filosófico

Resulta notorio, asimismo, el desinterés de «Miracle Workers» en proponer reflexiones reales sobre la humanidad y, en concreto, sobre por qué no merece ser salvada. Se limita a constatar que Dios está harto y que los ángeles tratan de salvar el mundo porque, al fin y al cabo, es su trabajo. Toda serie que plantea cuestiones que han confundido a filósofos y eruditos durante siglos, aunque lo haga con ligereza, debería dar al espectador algo en lo que pensar. Pero, de nuevo, a diferencia de lo que sucede en «The Good Place», aquí no se exploran dilemas tan fundamentales como si la existencia humana tiene un significado o si está controlada por el destino o por el libre albedrío. ¿Podrían esas carencias ser compensadas a base de sentido del humor? A menos que la serie acabe teniendo segunda temporada, y que sea una temporada realmente graciosa, nunca lo sabremos.