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«Stranger things»: Fenómenos extraños...Pero menos

Dustin, Mike, Lucas y Will, la pandilla que derrotó al «Demogorgon», vuelve el 27 de octubre a Netflix para celebrar un Halloween de lo más paranormal

«Stranger Things» regresa en su segunda temporada con nueve episodios que ofrecerán una trama más oscura que la anterior
«Stranger Things» regresa en su segunda temporada con nueve episodios que ofrecerán una trama más oscura que la anteriorlarazon

Dustin, Mike, Lucas y Will, la pandilla que derrotó al «Demogorgon», vuelve el 27 de octubre a Netflix para celebrar un Halloween de lo más paranormal.

¿Cuánto éxito tuvo la primera temporada de «Stranger Things»? Netflix no proporciona datos de audiencia pero, si atendemos a la cantidad de conversaciones que la serie ha acaparado en redes sociales y pausas parael café, al alud de memes y teorías que circulan sobre ella en internet y a todas las alfombras rojas que han pateado su reparto y sus creadores, los hermanos Duffer, está claro que tuvo bastante. Y que «Stranger Things 2», desde el próximo 27 de octubre en la plataforma de vídeo bajo demanda, tendrá aún más.

De la segunda temporada se sabe que consta de nueve episodios y que es más oscura que la primera. Poco más. Lo que aún no se conoce a ciencia cierta es cómo una pequeña serie sobre un pueblo azotado por la desaparición de un niño y la aparición de una niña –y por un científico tenebroso, un sheriff atormentado y un monstruo inexplicable– se las arregló para convertirse en tamaño fenómeno. En todo caso, seguro que los factores que aquí enumeramos tuvieron algo que ver.

Los años 80 experimentaron un revival a principios de la pasada década y hoy, contra todo pronóstico, siguen siendo tendencia. Es decir, nuestra obsesión por la década de Duran Duran ya ha durado mucho más que la década misma, y así lo demuestra lo que está en boca en el mundo de la música –artistas como Neon Indian o Jessie Ware–, el de la moda –las hombreras–, el de la tecnología –el tamagotchi, que ha vuelto– y, sobre todo, el de las series.

Los 80 son escenario de algunas de las grandes ficciones televisivas recientes, como «The Americans» y «Halt And Catch Fire», y pronto llegarán a la pantalla «remakes» producidos en esa década como «La ley de Los Ángeles», «Fama» o «El coche fantástico». Versiones seriadas de películas como «American Gigolo» (1980) y «Despedida de soltero» (1984) se encuentran en diferentes fases de desarrollo. Esos vientos nostálgicos sin duda impulsaron «Stranger Things», que a quienes vivimos aquellos años nos ofrece una ventana a nuestra infancia y, a quienes no, les hace sentir que se perdieron algo.

Angustia adolescente

«Stranger Things», conste, se inspira menos en aquella década que en la resultona versión que de ella ofrecieron sus autores y películas más icónicos; imposible hablar de la serie sin hacerlo de las historias contadas por Stephen King, o del cine de John Carpenter o de lo spielbergiano en general –familias rotas, niños que viven aventuras en bici, seres sobrenaturales, conspiraciones gubernamentales–. Sus episodios también transpiran la angustia adolescente de las películas de John Hughes, y la camaradería de «Los Goonies» (1985), y citas a «Una pandilla alucinante» (1987) y «Poltergeist» (1982), e influencias más sutiles solo detectables en sucesivos visionados. Ahora bien, lo importante es esto: si usted pilla los referentes, fantástico, pero la serie no exige al espectador un conocimiento enciclopédico a cambio de entretenerle.

Optando por el homenaje en lugar del típico «remake», los Duffer permitieron a la serie generar una multitud de forofos autónoma y, en consecuencia, reclamar su lugar al lado de sus citados modelos. Cierto que el homenaje denota falta de originalidad, pero al menos los Duffer lograron convertir su tapiz de ideas prestadas en algo con personalidad independiente.

¿Cómo lograr esa identidad propia? La principal estrategia de los Duffer fue proveer casi cada escena de una inconfundible capacidad empática. Los personajes no existían solo para descubrir los misterios que azotaban la ciudad, sino también cosas sobre sí mismos y sobre sus relaciones mutuas. Cuando los veíamos sentir furia o tristeza era fácil entenderlos y sentir su dolor. Esa fue la base dramática; todo lo demás –las dimensiones paralelas, las conspiraciones, el monstruo– era más bien ruido.

Al menos hasta ahora, «Stranger Things» no forma parte de una mitología. Las vagas reglas de su universo existen solo para ofrecer un mínimo de lógica narrativa; la naturaleza del «Demogorgon», por ejemplo, es tan intrascendente como el origen del payaso Pennywise en «It» y eso, al parecer, sintoniza con las nuevas dinámicas del público. El auge de lo que se conoce como «binge-watching» –esencialmente, ver del tirón todos los episodios de una temporada– y la popularidad de ficciones de antología como «American Horror Story» –series que cuentan una historia autoconclusiva en el transcurso de una sola temporada– demuestran que los espectadores están cada vez más interesados en relatos que se consumen rápidamente. ¿Significa eso que el tiempo de series expansivas como «Perdidos» o «The Leftovers» –o, sí, como «Juego de tronos»– está llegando a su fin?

La novedad

«¿No has oído hablar de «Stranger Things»? Tienes que verla». Mucha gente oyó o pronunció esas palabras el año pasado. La serie apareció en Netflix sin hacer ruido y se dio a conocer poco a poco gracias al boca a oreja. Parte esencial de su éxito, ese factor sorpresa es irrepetible. Nadie verá la segunda temporada por casualidad y sin saber de qué se trata. «Stranger Things 2» se topará con un obstáculo que ha resultado insalvable para muchas otras series durante décadas: el hype. Todos creemos saber cómo debería ser esta segunda temporada, y muchos se enfadarán al comprobar que, por ejemplo, en los nuevos episodios Barb no regresa de los muertos y Will tiene más protagonismo que Mike. Y otros simplemente decidirán que, ahora que todo el mundo la conoce, «Stranger Things» ya no interesa. Somos así.