Cargando...

Viajes

Este es el mapa de las rutas medievales más impresionante que puedes encontrar en Internet

Sorprende descubrir lo conectado que estaba el mundo en la Edad Media, una época que suele tildarse de oscura y en extremo regionalista

Vista del mapa casi en su totalidad. martin janmansson

La leyenda negra de la Edad Media

Tendemos a considerar la Edad Media a grandes rasgos, como una época caracterizada por la barbarie, la ignorancia más profunda marcada por el fanatismo religioso y una absoluta falta de higiene que desembocó en el peor brote de peste conocido por la Historia. Se imagina, a su vez, un mundo aislado, marcado por un recelo territorial en el que todos guerreaban contra todos y Europa hacía de patio de recreo para el hierro y el fuego. La Edad Media viene a marcar un periodo histórico que separa la Edad Antigua, dominada por las grandes civilizaciones egipcia, griega y romana - tres cunas ineludibles del conocimiento humano - y una segunda época de esplendor caracterizada por los avances científicos y sociales conocida como la Edad Moderna.

La Edad Media fue un concepto creado durante la Edad Moderna para renegar a este periodo supuestamente salvaje del ser humano, como si se tratase de un accidente, un mal sueño a olvidar, y retomar con mayor facilidad el contacto con las culturas griega y romana. El comienzo de esta toma de contacto pasó por el Renacimiento durante los últimos coletazos del medievo.

Pero, ¿realmente fue la Edad Media tan oscura como la imaginamos? No hubo más guerras de las que pudo haber en la Antigüedad y basta hojear las revistas adecuadas para descubrir que ni siquiera la Atenas de Sócrates se libró de la peste entre sus calles. Es cierto que la Edad Media fue un periodo de transición para la civilización en su conjunto, en especial la europea, pero es precisamente este dato el que descubre un poderoso interés por establecer nuevas rutas comerciales con los diferentes puntos del mundo, creando a su vez grandes ciudades comerciales como pudieron serlo Venecia o incluso Dénia.

Un mapa dispuesto a aportar nuevos puntos de vista

Un estudiante sueco ha publicado recientemente un mapa dibujado hasta el último detalle (link aquí), en el que se muestran cada una de las rutas que un viajero podía recorrer durante los siglos XI y XII desde África hasta Asia, pasando por Europa, y el resultado es increíble. Descubre un mundo conectado hasta su último centímetro, muy lejano de la idea de una Edad Media encerrada y regional, y es interesante observarlo como lo haría cualquier ciudadano medieval antes de lanzarse a recorrer el mundo.

Así se verían las rutas en Europa y el norte de África.martin janmansson

Se comprende que los viajes eran largos y a menudo accidentados. Si, por ejemplo, un comerciante toledano quisiera llegar hasta Constantinopla para comprar nuevas especias, lo más probable sería que su camino durase varios meses. Tendría que caminar un trecho largo hasta Tarragona para coger allí un barco que, haciendo escala en Marsella, le llevase después a alguna de las ciudades de Italia occidental, como Roma o Amalfi. Si tenía suerte, podía encontrar un barco que le llevase en pocas semanas a Constantinopla, pero lo más probable sería que tuviese que fondear una vez más en alguna de las islas griegas. Las especias que compraría, si hubiesen llegado desde Wuhan, habrían tenido que recorrer un sinuoso camino por las montañas al norte de China, un escalofriante trecho del desierto del Gobi, la totalidad de Asia Central y finalmente habrían llegado a Constantinopla tras atravesar la actual Turquía.

Cada viaje duraba meses, si no años, pero esto no es nada nuevo. Los medios de transporte de la época no daban a más y la seguridad de las carreteras no era su punto fuerte. Pero el descubrimiento de este mapa, más allá de lo obvio, es cómo muestra la facilidad que tenía un ciudadano medieval para viajar a cualquier parte del mundo conocido, si estaba dispuesto a correr el riesgo. Descubrimos un mundo globalizado a su manera, donde incluso un alemán podría visitar la corte de Zimbabwe si subía a los barcos adecuados. No tenía más que bajar hasta el sur de Italia para llegar a El Cairo y desde allí descender por la costa de África Oriental.

A través de las rutas musulmanas por el Mediterráneo, un artesano cordobés podía conseguir seda de Alejandría y traída desde Delhi, para luego venderla a la corte francesa. El complejo entramado de caminos, rutas, enclaves comerciales de mayor y menor importancia, apunta un nuevo rastro de luz a la hora de comprender la realidad sobre la Edad Media, más allá de las guerras y las epidemias y hambrunas y fanatismos religiosos por todo el mundo. Descubre que era posible viajar casi a cualquier rincón del mundo, y que lejos de ser aquella una época donde cada reino se cerraba en sí mismo, la apertura comercial era el pan de cada día. Llegada la hora de la verdad e incluso en sus épocas más turbulentas, el ser humano no está hecho para encerrarse en sus complejos, sino para abrirse al mundo e interactuar con él.