Viajes

¿Dónde sigue existiendo la esclavitud?

La trata con fines sexuales, los trabajos forzados y los matrimonios infantiles afectan a un escandaloso número de personas a lo largo de todo el globo

Las nuevas formas de esclavitud afectan a 27 millones de personas, en su mayoría mujeres y niños.
Las nuevas formas de esclavitud afectan a 27 millones de personas, en su mayoría mujeres y niños.larazon

La primera vez que vi un esclavo, no conseguí reconocerle. Quiero decir que el cine me había explicado que los ojos de un esclavo los arrasa una amargura desgarradora, y que los hombros los tienen caídos junto con la frente cabizbaja. Yo los imaginaba con grilletes gruesos aprisionando sus muñecas. No los pensaba como a Saliou, cuya mirada rebosaba energía y amor, con los hombros fuertes todavía manteniendo bien erguida su cabeza.

Claro que Saliou, que ahora hace de taxista en Dakar hasta que la vida le lleve por caminos más agradables, consiguió escapar de sus amos (qué horrible palabra para utilizar en el siglo XXI) hace ya siete años. Tiene muchas razones para estar feliz, me dice, muchas más razones que los compañeros que se quedaron atrás. Zigzagueando por las calles abarrotadas de la capital senegalesa, irradia un brillo de admiración. Yo le observo admirado.

Tipos de esclavitud en el siglo XXI

Antes de entrar en la materia que atañe el titular de este artículo y profundizar en la inquietante historia de Saliou, hará falta comprender qué es la esclavitud exactamente. Ya sabemos que los barcos árabes y europeos abarrotados de subsaharianos en sus sucias bodegas hace tiempo que desaparecieron, cuando ni siquiera las excusas de Rousseau y las ideas de salón que parloteaba Victor Hugo sirvieron para justificar tan miserable trato. Perola esclavitud no terminó con la abolición francesa de 1848 ni la inglesa de 1834, tampoco con el triunfo del movimiento abolicionista en Puerto Rico durante el reinado de Alfonso XII. El comercio de esclavos viró, simplemente, junto con la corriente de la Historia hacia aguas más turbias y difíciles de desentrañar.

China encabeza, junto a la India, el ránking de esclavitud en el mundo
China encabeza, junto a la India, el ránking de esclavitud en el mundolarazon

Según un informe de la ONU escrito por Howard Dodson, director del Centro de Investigación de Schomburg, se considera que el número de esclavos en la actualidad alcanza los 27 millones de personas. Más del doble de afectados que a lo largo de 400 años de comercio, entre los siglos XVI y XIX. Como podemos ver, la esclavitud no ha desaparecido ni se encuentra cerca de hacerlo. Simplemente se ha silenciado. Hasta el punto de que se espera que dicho negocio iguale o incluso supere en números económicos a los del tráfico de drogas.

¿Y cuál es el perfil del esclavo contemporáneo? Ya lo imaginamos. En torno a 5 millones de niños y mujeres son utilizados para la prostitución a lo largo del planeta. Mujeres que viven un matrimonio forzado y personas dedicadas a trabajos forzados, ya sea por imposición estatal o privada, siguen a millones la lista de nuestros pecados. Utilizo la primera persona del plural porque siguiendo los criterios del Global Slavery Index, casi 3 de cada 1.000 personas viven en España algún tipo de esclavitud contemporánea (una realidad que se ha vuelto a poner en el punto de mira tras la muerte de un jornalero nicaragüense en Lorca).

Esclavitud sin tapujos

Basta un vistazo al mapa para descubrir que prácticamente ningún país vive libre de la esclavitud contemporánea. La prostitución de menores en varias zonas del Sudeste Asiático ha alcanzado niveles bochornosos. Los matrimonios obligados son el pan de cada día en prácticamente la totalidad del continente africano, o cualquier país subdesarrollado en general. Lo sé porque a mí me han ofrecido niñas de entre 8 y 13 años en Haití, Guinea Bissau y Etiopía, todas ellas con la misma parsimonia con que se vende una cabra en el mercado.

España, puerta de entrada para la esclavitud sexual
España, puerta de entrada para la esclavitud sexuallarazon

Algo extraño nos sacude cuando descubrimos que aquél con quien hemos pasado tantas horas charlando sobre las formas de mejorar su sufrido país, qué voy a decir, aquél a quien incluso hemos llegado a llamar amigo, nos ofrece a su sobrina de diez años en matrimonio con una simpática sonrisa en el rostro.

Las causas que llevan a la esclavitud son tan variadas como maliciosas. Muchos casos, en particular los ocurridos en Asia, se deben a una deuda familiar con algún tipo de usurero. En estas ocasiones las deudas pueden afectar a generaciones enteras, que no serán liberadas hasta que las paguen íntegramente con sus servicios. Otros son víctimas de la mala suerte. Inmigrantes que aterrizan en países sin una moneda en el bolsillo y sin papeles, que rápidamente son aprovechados por mentes más crueles en plantaciones de cualquier tipo - ya sean de cannabis o de cebollas - bajo la amenaza de ser denunciados a la policía.

Mauritania y la India, casos delicados

En el año 1981, Mauritania fue el último país en ilegalizar la esclavitud. A estas alturas del artículo ya imaginamos que la legislación poco influye en esta práctica absurda pero había que confirmarlo, la esclavitud está abolida oficialmente en Mauritania.

¿Y lo está en realidad? Pensemos. Hablamos de un país con unos niveles de pobreza escalofriantes - y no siempre por su culpa -, profundamente dividido entre distintas etnias del desierto y de la costa, y donde numerosos negreros árabes situaron durante siglos sus bases marítimas después de terminar sus cacerías en el interior del continente. Organizaciones locales de derechos humanos estiman que en torno a un 2,5% de la población vive bajo algún tipo de esclavitud, en especial miembros de las etnias afromauritanas o haratines.

Soldados del Ejército de Mauritania
Soldados del Ejército de Mauritanialarazon

La India también ha sido uno de los últimos países en abolir la esclavitud, otra vez de forma oficial. Es de sobra conocido su sistema de castas, mediante el cual pertenecerías a uno u otro estatus social en función de la familia en la que hayas nacido. Por debajo de miles de castas se sitúan los conocidos como “intocables”, lo más bajo de la sociedad, despreciados y empujados por todos los demás. Los “intocables” no son abogados, tampoco médicos o labradores o profesores o carniceros o ingenieros o militares o ninguna profesión que pueda reportar cualquier tipo de honra, no lo tienen permitido bajo ningún concepto. ¿Qué serán, entonces, cómo harán para sobrevivir? Seguro que lo imaginas.

La historia de Saliou

Volvemos a las calles secas de Dakar. Saliou sigue quieto en su taxi, con las manos aferradas al volante y esperando a que regresemos a él. Saliou es un veterano de la esclavitud y quiso contarme su historia, igual que hoy te la cuento yo a ti.

Cometió el primer error al querer salir de su país para migrar a Italia. Siguiendo el procedimiento habitual en este tipo de casos, se vio obligado a pagar una desproporcionada suma de dinero a una mafia para que organizase el larguísimo viaje que le llevaría a Europa. Aunque la mayoría de estas mafias cumplen su papel y atiborran las pateras que vemos casi cada semana en la televisión, quedan algunas que juegan más sucio todavía. A Saliou le guiaron como si de un corderito se tratase hasta Libia, le llevaron de la mano a un mercado alejado de las ciudades y lo vendieron a un local por 250 dólares. Él no quiere contarme qué hizo durante los dos años que fue esclavo en Libia. Tampoco creo que sea necesario.

Consiguió escapar debido a una mezcla de suerte e ingenio y, obcecado con llegar a su destino, alcanzó a subir a una patera que le catapultó contra las costas italianas. Poco después consiguió trabajo en una cadena de comida rápida.

El Centro de Coordinación busca luchar contra las redes de tráfico de personas, la «nueva esclavitud» del siglo XXI, según el ministro de Interior / Foto: Efe
El Centro de Coordinación busca luchar contra las redes de tráfico de personas, la «nueva esclavitud» del siglo XXI, según el ministro de Interior / Foto: Efelarazon

“Pero ellos no me querían pagar el sueldo mínimo porque yo no tenía papeles, y me amenazaban con denunciarme a la policía si me negaba a trabajar las horas que me obligaban”, continúa. Ya estamos a punto de llegar, bastará girar dos esquinas más hasta llegar a mi casa. “Para tener papeles yo necesitaba demostrar que tenía un empleo en Italia, pero no podía decir que trabajaba en esta cadena de comida rápida porque lo hacía de forma ilegal y me expatriarían de todas formas”. Saliou se vio sin esperarlo como esclavo en la bondadosa Europa, una segunda vez. La salida en este caso no bastaba con echar a correr una tarde demasiado calurosa.

“Vaya follón”, me sale decir. Qué iba a decirle al buenazo de Saliou. “¿Y qué hiciste?

“Volví a Senegal. Al principio pensé que había perdido cinco años de mi vida de una forma estúpida y fui un hombre muy triste, porque cuando me fui era joven y ahora soy demasiado viejo para serle útil a nadie, aunque ahora sé que estoy mejor aquí. El mundo es demasiado complicado para mí”. Frena suavemente su taxi destartalado (en realidad es de su primo, se lo turnan cada semana) y nos despedimos para siempre. Imagino que ahora estará callejeando por las esquinas de Dakar, semana sí y semana no con la misma sonrisa en el rostro, aliviado por su libertad recuperada y aconsejando a sus sobrinos más jóvenes que no salgan muy lejos de casa.