Viajes

El árbol más antiguo de España está abierto a visitas

En la Sierra de Cazorla, flanqueado por un puñado de tejos milenarios, el ser vivo de más edad de nuestro país espera con paciencia a que nos resguardemos bajo sus ramas

Tejo milenario de Cazorla.
Tejo milenario de Cazorla.SperberCreative Commons

No sé si el lector habrá disfrutado alguna vez de la sombra de un árbol milenario. Ya le digo, si nunca lo hizo, que el frescor que reporta es diferente al del resto de su especie. Más pausado, más espeso que los demás. Porque si cada una de las ramitas que componen un árbol pueden arrancarse y volverse a plantar como esquejes, y de esos esquejes crecen nuevos árboles, ¿podríamos decir que cada árbol siente, se nutre y respira de manera independiente por cada una de sus ramitas? ¿Y cuántos tipos de vientos han palpado, respirado y transformado las ramitas de un árbol de 2.000 años? No lo sé. No soy botánico. Yo solo puedo observar los árboles milenarios que encuentro durante mis viajes y sufrir experiencias rocambolescas bajo ellos.

Pero merece la pena visitar un árbol milenario. Algo tienen, no sé que será, que parecen elegir sus movimientos en contra de la dirección del viento, como si tantos años vencidos al capricho de las brisas le hubiesen enseñado a esquivarlas de alguna manera. No lo puedo explicar. No existen palabras en nuestro mundo animal para expresar las emociones de un vegetal, si acaso las tiene; y si las llegase a tener, ¿cómo serán? ¿Tendrá alguna forma de recordar? Preguntas de este estilo, quizá demasiado abstractas para nosotros, se las hace uno mientras descansa a la sombra de alguna de estas criaturas.

El tejo de dos mil años

En la Sierra de Cazorla (Jaén), rodeando con mimo fiero las orillas del Guadalquivir, los tejos milenarios se resisten a abandonar. Un puñado de ellos ven pasar la Historia con los troncos gruesos y erosionados por el viento y la humedad. Tan viejos son los troncos - maravíllese el lector conmigo - que la erosión ha transmutado sus cortezas lisas hasta que parecen adquirir las formas de una roca de llanura, como si ya no fuesen únicamente vegetales que podemos talar para fabricar muebles o papel. Estos árboles son roca viva, verde y coloreada. Consiguen escapar a las formas de un árbol habitual. Sus raíces salen al descubierto, sus ramas rozan el suelo. Musgos y líquenes se aferran a la seguridad de su tronco y se resisten a soltarlo.

GRAF6884. MADRID, 17/03/2021.- Fotografía de archivo tomada el 19/02/2021 de dos personas que observan la encina milenaria, Carrasca de Lecina, en la provincia de Huesca, que se ha alzado este miércoles con el título de Árbol Europeo del año tras batir todos los récords de votos en la historia del concurso. La candidatura de la encina, que se ha convertido en el primer árbol español en ganar la competición, ha acumulado en estos meses un total de 104.264 votos, muy por encima del resto de participantes. EFE/ARCHIVO/Javier Blasco
GRAF6884. MADRID, 17/03/2021.- Fotografía de archivo tomada el 19/02/2021 de dos personas que observan la encina milenaria, Carrasca de Lecina, en la provincia de Huesca, que se ha alzado este miércoles con el título de Árbol Europeo del año tras batir todos los récords de votos en la historia del concurso. La candidatura de la encina, que se ha convertido en el primer árbol español en ganar la competición, ha acumulado en estos meses un total de 104.264 votos, muy por encima del resto de participantes. EFE/ARCHIVO/Javier BlascoJAVIER BLASCOEFE

Uno de estos tejos que pululan estáticos las hojas en torno al Guadalquivir ostenta el título de ser el árbol (y el ser vivo) más longevo de nuestro país. Sus ramas se extienden casi hasta adquirir la superficie de un tejado, cien riachuelos fluyen por su corteza los días de lluvia, entre los hoyuelos que formó la erosión. Germinó por primera vez con un bonito color verde claro hace dos mil años, siglo arriba o siglo abajo, más o menos en el momento en que Augusto consiguió derrotar a sus enemigos y se convirtió en el primer emperador de Roma. Cuando cayó ese mismo Imperio ya era centenario. Luego vio pasar a los musulmanes de camino a su conquista de la Península y siglos después los vio abandonar. Mientras los humanos correteábamos como pollos descabezados guerreando aquí y allá, no se molestó en moverse un milímetro de su sitio. Ya estaba allí cuando Carlos V fue emperador del mundo, cuando los Borbones consiguieron la corona española... Cada segundo, cada detalle que transcurrió en la península desde la construcción de sus cimientos, fueron recogidos por una bocanada de aire y traídos hasta este tejo para incrustarse en su corteza.

Visitarlo es tan fácil que casi parecería que el árbol no es especial. Basta con buscar la ruta que sale desde la Cañada de las Fuentes, muy próxima al nacimiento del Guadalquivir. La ruta de los Tejos Milenarios consiste en un camino circular de cinco kilómetros, y entre las numerosas muestras de vegetación arcaica podemos encontrar este monumento único de vida en nuestro país.

Otros árboles milenarios de España pueden encontrarse en Madrid (Tejo de Barondillo o Valhondillo, 1500 años), Alicante (Olivera Grossa, 1400 años), Málaga (Castaño Santo, 1000 años), Zamora (Castaños de Nuestra Señora de la Alcobilla, 1800 años) o Huesca (Encina Carrasca, 1100 años), entre otros. Son muestras inamovibles de la resistencia de sus ramas y la paciencia de sus raíces.