Granada
Granada: la ciudad que se mira y admira
Ofrecer una visión alternativa y diferente de la ciudad a través de sus atractivos culturales, monumentales, paisajísticos y naturales es el objetivo de la red de miradores y puntos de observación puesta en marcha en Granada, centrada en los barrios del Albaicín y el Sacromonte y, por supuesto, la Alhambra. Su emplazamiento a las faldas de Sierra Nevada, junto a los vastos campos de cultivo de la Vega, conforman en este entorno un paisaje singular, en el que se alza majestuoso el monumento nazarí por excelencia y por no pocas razones el más visitado de España.
En este contexto espacial los miradores han desempeñado siempre un papel protagonista, aunque en realidad algunos de ellos fueran antaño parte del sistema defensivo de la ciudad contra posibles ataques, caso de la Ermita de San Miguel Alto, antes Torre del Aceituno, la Silla del Moro o la Torre de la Vela.
En la actualidad, la potenciación de esos espacios donde poder “mirar y admirar” es fundamental para fomentar una percepción panorámica de los paisajes y comprender la historia de la ciudad y su desarrollo a lo largo del tiempo.
Entre los numerosos miradores que se reparten por Granada, sin duda el más conocido y concurrido es el de San Nicolás, frente a la Alhambra, que adquirió incluso mayor renombre internacional desde que, en 1997, Bill Clinton, entonces presidente de EEUU, asegurara que en él había podido contemplar el atardecer más bonito del mundo.
Aunque, como ha explicado a Efe Pedro López, técnico en Patrimonio Histórico de la Agencia Pública Albaicín, el proyecto se ha centrado más en aquellos que se encontraban en peores condiciones y que pretenden promocionarse para ofrecer al visitante una visión diferente o alternativa.
La iniciativa arrancó en 2010 gracias a un convenio de colaboración entre la entonces Fundación Albaicín, actual Agencia Albaicín, y el Patronato de la Alhambra, con la finalidad inicial de adecentar aquellos que estuvieran más degradados y de señalizarlos debidamente.
Las administraciones lograron entonces financiación y, a raíz de las ayudas otorgadas, el plan comenzó en 2011 en una primera fase, que continuó al año siguiente con una segunda y que sigue actualmente como proyecto “abierto”.
Según López, cada mirador presentaba unas patologías diferentes, de modo que algunos de ellos estaban muy afectados por pintadas y grafitis, caso del de Carvajales, mientras que otros necesitaban mejoras en su accesibilidad para discapacitados, como el de San Cristóbal.
Además de los miradores, el proyecto incluye una serie de “puntos de observación”, que se focalizan en elementos mucho más concretos y que complementan los itinerarios diseñados, que se acompañan de una señalización explicativa específica donde se indica al turista qué puede ver desde donde se encuentra.
La red de miradores y puntos de observación se divide en tres grandes grupos, que a su vez se categorizan en función de su ubicación en el Albaicín y el Sacromonte, la Alhambra y el resto de la ciudad.
Entre ellos se encuentran, además de los más conocidos como el de San Nicolás, San Cristóbal o San Miguel Alto, otros como el de Vereda de Enmedio, plaza de Carvajales, Cruz de la Rauda o Cuesta de los Chinos
Los miradores y puntos de observación están situados en su mayor parte dentro del ámbito declarado Patrimonio Mundial por la Unesco, aunque se incluyen igualmente aquellos ubicados en otros sectores de la ciudad e incluso en Sierra Nevada.
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