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Hotel Eugenia de Montijo, el lujo de dormir en un palacio
En el corazón de Toledo, el histórico edificio, de corte renacentista, reabre sus puertas tras una remodelación que recrea la vida y la personalidad de la emperatriz granadina
En el corazón de Toledo, el histórico edificio, de corte renacentista, reabre sus puertas tras una remodelación que recrea la vida y la personalidad de la emperatriz granadina
Historia es una palabra que va ligada irremediablemente a la ciudad de Toledo. Buena prueba de ello es uno de los últimos alojamientos que acaba de abrir sus puertas en la ciudad: el Hotel Eugenia de Montijo, en el centro histórico de Toledo, situado en el que fuera el palacio de la emperatriz de origen granadino durante el siglo XIX.
La fachada y estructura principal del edificio, de estilo renacentista, datan del siglo XVI, por lo que basta con cruzar su puerta para lograr la sensación de viajar a otro tiempo. Tras una primera restauración (que tuvo lugar en tiempos de Eugenia de Montijo y lo transformó en el actual palacio contemporáneo), en 2006 fue rehabilitado y convertido en establecimiento hotelero. Hoy, perteneciente al grupo Fontecruz y con el sello Autograph Collection de Marriott, reabre sus puertas redecorado por el estudio madrileño y con la intención de revivir en sus estancias la vida y el carácter de la ilustre mujer a la que debe su nombre.
La singular belleza de Eugenia de Montijo (de cabello rojizo y ojos azules) da la bienvenida al huésped a través del gran tapiz de cristales bordados con su retrato que preside la recepción, mientras que el lobby del hotel, con suelos de mármol, columnas y un gran lucernario de vidrio emplomado al estilo de los grandes hoteles de principios del XIX, representa la época dorada de esta dama en la corte de París.
Circuito termal
Entre las estancias, destacan las suites junior Tiffany’s y Chantilly, de altísimos techos y ubicadas en el torreón, y la suite Emperatriz, con salón independiente y dos baños. Completan la oferta del hotel un gimnasio y un spa con cuatro cabinas de masajes (una de ellas doble) y un circuito termal desde el que pueden verse los arcos del palacio gótico-mudéjar que fue el edificio en el siglo XV y una parte del alcantarillado romano que pasó bajo sus cimientos en el siglo I.
En las estancias comunes destaca el bar, un elegante rincón donde disfrutar de cócteles clásicos, destilados de kilómetro cero y combinados de creación propia, así como el restaurante Federico, abierto al público. En su carta cobra protagonismo el producto de la zona con recetas tradicionales (como el pisto manchego, el estofado de perdiz o el escabeche de bonito) y en platos más modernos y viajeros pero con guiños a la gastronomía toledana. Más información en www.fontecruzhoteles.com.
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