Paraguay
Paraguay, tras la huella de los jesuitas
El país ofrece una nutrida oferta a los viajeros: desde saltos de agua espectaculares como el del Monday hasta reducciones en las que habitaron los guaraníes, pasando por obras de ingeniería majestuosas y únicas en el mundo como Itaupú binacional
El país ofrece una nutrida oferta a los viajeros: desde saltos de agua espectaculares como el del Monday hasta reducciones en las que habitaron los guaraníes, pasando por obras de ingeniería majestuosas y únicas en el mundo como Itaupú binacional
araguay es uno de los mejores destinos para comenzar a conocer Suramérica si no se ha viajado nunca antes por este continente. No se encontrará en este país ni la exuberancia del Amazonas, ni la familiaridad que desprenden para el turista español ciudades argentinas como Buenos Aires, ni las alturas imponentes que caracterizan a Perú, ni las marabuntas humanas que se agolpan en las abigarradas urbes brasileñas. Paraguay es, en este sentido, una rara avis en América. Con poco más de siete millones de habitantes, el país ofrece, sin embargo, un territorio verde plagado de plantaciones de soja, manantiales que brotan casi en cualquier parte, cataratas y saltos de agua espectaculares hacia los que los viajeros japoneses no han enfocado todavía sus objetivos, y ruinas jesuíticas que evocan un pasado en el que los guaraníes luchaban por mantener su subsistencia.
Espectacular retablo de la preciosa iglesia franciscana de Yaguarón, en el Departamento de Paraguaní
Paraguay es aún, en cierta forma, un territorio virgen de turistas, una suerte de Laos rodeado de países masificados de visitantes, en el que el viajero puede practicar un turismo de historia y cultura, otro de naturaleza y otro de compras, pero a un ritmo pausado y con unos niveles de seguridad frente a la delincuencia muy superiores a los que ofrecen estados vecinos.
¿Por dónde empezar el viaje? Las opciones son variadas en función del gusto del viajero. El punto de partida ha de ser Asunción, la capital de poco más de 500.000 habitantes conectada con Madrid por una ruta aérea en la que Air Europa mantiene tres frecuencias semanales que pronto se ampliarán a seis. Tras 12 horas de vuelo el visitante llegará a una ciudad en la que apenas quedan vestigios coloniales, que combina zonas deprimidas con un barrio de lujo con centros comerciales que nada tienen que envidiar a los de Europa, y con un área de paseo junto al río llamada costanera, presente también en otras ciudades como la coqueta Encarnación, que hará las delicias de los caminantes.
Los Saltos del Monday: una catarata de 40 metros de altura cercana a Ciudad del Este aún no masificada por las hordas de turistas
Aunque sus habitantes se quejan de la congestión de tráfico, atravesar la ciudad en coche en hora punta puede llevar 40 minutos. Nada exagerado en comparación con los atascos de las grandes ciudades españolas y europeas. Si el viajero opta por evocar la historia, su destino debe ser Itapúa. Si, por el contrario, prefiere la naturaleza, lo mejor es que encamine sus pasos hacia el Alto Paraná, en busca del Monumento Científico Moisés Bertoni y de los saltos del Monday, que nada tienen que envidiar a las masificadas cataratas del Niágara en grandiosidad y belleza.
Vista desde la casa de Moisés Bertoni, un suizo que fue clave para preservar la cultura guaraní
En el Departamento de Itapúa, el visitante podrá seguir la huella de los jesuitas, cuya impronta en el país fue muy relevante. La lengua guaraní, por ejemplo, sobrevivió y es hoy idioma oficial junto con el castellano gracias a la labor que la Compañía de Jesús hizo en sus reducciones. A ellas acudían los indígenas para escapar del hostigamiento al que eran sometidos por portugueses, españoles u otras tribus, y en ellas se evangelizaban y aprendían diversos oficios a cambio de someterse a las directrices de la orden religiosa. De aquella simbiosis surgieron una cultura sui generis y unos magníficos restos que podrán ver los viajeros que así lo decidan. Algunos conservan todavía vestigios de lo que fue aquella comunidad como la Misión de Santísima Trinidad del Paraná, declarada Patrimonio Universal de la Humanidad por la Unesco en 1993. Merece la pena desplazarse hasta Itapúa para intuir lo que fueron aquellas edificaciones. El tono rojizo de las piedras, que se mimetiza con el color del terreno, y el verdor que las rodea configuran un paisaje que llega a embelesar. En 1728, la misión albergó a 3.000 guaraníes y su majestuosidad simbolizó el culmen del barroco. Los restos ornamentales, algunos de influencia indígena, son de una riqueza incalculable. La reducción de Santísima Trinidad destacó por la capacidad coral de unos moradores que concentraban en la plaza mayor el epicentro de su vida. Merece la pena desplazarse hasta esta misión, cercana a Encarnación.
Itaipú binacional es la mayor central hidroeléctrica del mundo y pertenece a Paraguay y a Brasil
No menos espectacular por su ubicación y por la gransiosidad de sus restos es la Misión Jesuítica Guaraní Jesús de Tavarangüe, que no llegó nunca a ser terminada porque su construcción coincidió con la expulsión de los jesuitas del territorio en 1768. Declarada Patrimonio Universal de la Humanidad, esta reducción fue fundada en 1685 a orilla del río Monday, aunque el asentamiento tuvo que mudarse varias veces por la hostilidad de los brasileños, desplazándose a su ubicación actual, a 38 kilómetros de Encarnación. Pasear entre las ruinas es gratificante.
Fachada de un edificio céntrico de la ciudad de Asunción
Para los turistas de naturaleza conviene acudir al monumento científico Moisés Bertoni y a los Saltos del Monday. Bertoni fue un botánico suizo cuya militancia anarquista quedó subyugada por la ley de la selva del Alto Paraná al acudir a Paraguay. En ella hizo acopio de la cultura guaraní, incluyendo centenares de especies animales y vegetales y dejando para la posteridad un legado de conocimiento fundamental sobre este pueblo. La casa en la que vivía se encuentra en un entorno idílico que merece la pena visitar. También merece hacerlo los Saltos del Monday, una catarata de 40 metros cercana a Ciudad del Este, junto a Brasil. Su cercanía a las célebres cataratas de Iguazú la convierten en invisible para el viajero ordinario, por lo que el visitante podrá deleitarse con su majestuosidad sin un enjambre de turistas alrededor. La belleza es sobrecogedora.
También en el Alto Paraná el visitante podrá conocer in situ Itaipú binacional, una obra de ingeniería sin parangón propiedad de este país y de Brasil, y considerada la mayor central hidroeléctrica del mundo. Distante de ella se encuentra, en el departamento de Paraguaní, la iglesia franciscana de Yaguarón, que cuenta con un retablo espectacular y con una pequeña imagen en la fachada exterior que recuerda al Viracocha o dios blanco y barbudo al que aguardaban los indígenas antes de la llegada de Hernán Cortés.
En el recorrido por Paraguay se podrá disfrutar, además, de una costumbre típica del país: el consumo de mate y otras bebidas naturales cuyos componentes eligen meticulosamente los habitantes en los puestos ambulantes.
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