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Volvoreta, una oda al producto y a la tradición con Madrid a sus pies

El restaurante del Eurostars Madrid Tower 5*, en la planta 30, es un viaje culinario de altura

Vistas desde el restaurante
Detalle de una de las mesas con vistas al norte de la capitalCedidaLa Razón

No se trata únicamente de comer bien. Cuando decidimos sentarnos a la mesa de un restaurante también suman en el cómputo global la experiencia y el entorno. Y en esa suma de ingredientes el Hotel Eurostars Madrid Tower 5* tiene todo a su favor, subiendo al comensal –literalmente– a lo más alto del placer gastronómico.

No es para menos, pues el emblemático alojamiento de cinco estrellas ubicado en una de las cuatro torres del «skyline» madrileño cuenta en su planta 30 con un coqueto y acogedor restaurante que no defrauda. Se trata de Volvoreta, una oda al producto y a la tradición al que el viajero suma el privilegio de tener Madrid a sus pies. Abierto de martes a sábado de 13:30 a 16:00 y de 20:30 a 23:00, Volvoreta invita a viajar hacia la esencia más auténtica de una cocina de calidad mientras se disfruta de unas espectaculares vistas.

Pero si las vistas entusiasman, lo que se sirve en cada plato no hace más que mejorar la experiencia, ya que Volvoreta propone una cocina ligada a la tradición que dialoga con su entorno y se fundamenta en un recetario clásico en el que el producto es el eje conductor y la modernidad, la herramienta para ensalzarlo. Todo mediante una presentación innovadora, diferente y sorprendente en la que no hay artificios ni filigranas exageradas, tan sólo la pasión por la calidad.

A pesar de que cuenta con una variada carta, que van adaptándose a lo mejor de cada temporada, resulta un acierto decantarse por su menú degustación, que tiene un precio de 85 euros por persona, por lo que la relación calidad-precio resulta inmejorable. El festín comienza con la ensalada de brotes, queso de cabra, vinagreta de naranja y nueces, cuya presentación enrollada resulta de lo más sugerente, mientras que la frescura de la elaboración abre el apetito. Le sigue un ceviche de corvina peruano con maíces, boniato y plátano macho frito, una verdadera explosión de sabores que invade el paladar y hace disfrutar de lo lindo a los amantes de esta receta. La tercera estación de este viaje culinario son los chipirones a la plancha en su tinta con una atrevida mermelada de piquillo.

Entre los platos fuertes de este menú degustación sobresale el canelón de pollo asado, salsa de boletus, foie y trufa, un original bocado que fusiona lo mejor del campo de una atacada. Para seguir por todo lo alto, llega el turno del pescado. En este caso, la merluza de anzuelo, salicornia y berberechos con crema de espinacas y plancton es un juego de vivos colores que sorprende por su suavidad en boca. Por último, el solomillo de vaca madurada, glace de carne y arándanos, patatas confitadas y maíz, tan tierno como la mantequilla, pone el broche de oro a una comida que termina con una delicada torrija de brioche caramelizada, dulce de leche y manzana. Todo ello maridado con los mejores vinos. Poco más se puede pedir.