Saw
La película más taquillera de 'Saw' marcó el principio de la caída de la franquicia
La franquicia de Saw nació como una apuesta modesta que revolucionó el cine de terror a principios de los 2000
El éxito de la primera película de Saw fue lo que garantizó que la historia de John Kramer se convirtiera en una franquicia conocida en todo el mundo. Sin embargo, conforme la saga avanzaba, su situación empezó a empeorar. Lo cierto es que la película original de Saw recaudó más de 100 millones de dólares con un presupuesto de poco más de un millón, convirtiéndose en un éxito absoluto.
A partir de ahí, la franquicia de Saw se hizo tan grande que dominó el género de terror durante un tiempo. Ver una nueva entrega de Saw se acabó volviendo costumbre, ya que, pese a que no todas eran bien recibidas por la crítica, el público seguía acudiendo a las salas de los cines. Sin embargo, cada nueva película seguía sumando a la franquicia, pero eso era precisamente lo que la perjudicaba. De hecho, el inicio del fin se produjo en Saw III.
'Saw III' dio paso a problemas de continuidad
Cuando Saw III se estrenó en 2006, la franquicia se encontraba en su mejor momento. Ese fue el filme que consiguió casi 165 millones de dólares en taquilla, la mayor recaudación que obtuvo cualquier entrega. Y es que el público acudió en masa a los cines para ver cómo sería tener a Amanda como aprendiz de Jigsaw durante toda una película.
Por desgracia, la mayoría de los espectadores que fue a ver Saw III no encontró lo que se esperaban. La relación entre Amanda y Jigsaw fue sorprendentemente tensa y, aunque las trampas eran ingeniosas como siempre, también tuvieron algunos problemas de lógica que dinamitaban lo que había propuesto la franquicia hasta entonces.
Esas escenas no eran lo que el público acostumbraba a ver en las películas de Saw. También provocaron problemas en la cronología de la franquicia. Asimismo, varios aspectos de entregas posteriores se vieron obstaculizados por intentar contar esta historia que acabó siendo muy compleja. Posiblemente, el mayor problema de Saw III fue la decisión de matar a Jigsaw en los últimos minutos.
Es cierto que ya estaba en la recta final de su vida a causa de la enfermedad que padecía, pero era fundamental mantenerlo cerca. Sin él, las películas posteriores iban en caída libre sin paracaídas. El detective Mark Hoffman no era ni de lejos tan interesante como antagonista, e intentar incluir a Tobin Bell durante flashbacks forzados no funcionó de la manera esperada.