Europa

Viena

Vivir con velo en Europa

«La segunda mujer» analiza a los inmigrantes de segunda generación

«La segunda mujer»
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«La segunda mujer» analiza a los inmigrantes de segunda generación

El velo es un muro que separa a mujeres de Oriente y Occidente, pero resulta aún un elemento más aislante cuando esas féminas viven en Europa. Umut Dag husmea en un piso de Viena en el que vive una segunda generación de musulmanes europeos procedentes de Turquía que asimilan con estupefacción que su padre ha decidido casarse con una segunda mujer. Más tarde, ellos y nosotros, descubrimos que ella padece un cáncer y quiere dejar a su prole cubierta, pero, aun así, hay algo que al espectador y a la familia se les escapa. «Conocemos a una comunidad con un background cultural múltiple que vive en un ambiente cultural muy distinto a su origen. Hay contradicciones y personas que se sientan atrapadas por las tradiciones del país del que proceden. Es algo muy europeo. Existe gente entre ellos que siente que esas ataduras con el pasado están lejos aunque proceden del mismo círculo», asegura el director Umut Dag durante su visita a España días antes de estrenar su siguiente filme en la Berlinale, «Risse im Beton».

Cuatro paredes

Umut Dag, que debutó con este filme, escrito por Petra Ladinigg, da vida a las mujeres musulmanas, tan poco comprendidas en Europa, aunque convivan con nosotros todos los días. Esto explica que el filme apenas transcurra fuera de las cuatro paredes que habitan en Viena desde que la familia emigró de Turquía: «Están en este piso porque la vida de estas mujeres es eso. Viven solo por sus familias, se sacrifican por ellos. Pasan el día en casa, van al supermercado, visitan a sus familiares, y eso es todo. No van al teatro, no tienen hobbies... Haberles permitido salir sería artificioso», argumenta el realizador. Hemos asistido a unos cuantos filmes que narran el choque entre los inmigrantes y su llegada a Europa, pero muchos menos son los que detallan las impresiones de la segunda generación formada por jóvenes, que no se siente ni del país de acogida, ni del que parten. Por eso nada es lo que parece: «No era un intento de despistar al espectador, fue más un hecho de respetar al público y también a los personajes y dejar expresarles con toda su profundidad», apunta el director. La lectura universal de la cinta tiene que ver con las mentiras que ocultan todas las familias: «Si quieres tapar una mentira con otra mentira, se fabrica una gran bomba».

Repleto de tabúes

El realizador acaba por asumir que más que el tabú de la homosexualidad, que se trata ampliamente, el filme mete el dedo en la llaga de la actitud de las mujeres, sumisas de cara al exterior, pero que lideran el día a día.