Estados Unidos

Obama: «Si la política de diálogo con Cuba no da resultado, la ajustaremos»

«El acercamiento debe garantizar un mejor futuro para los cubanos». El presidente de EE UU explica su controvertida «doctrina Obama», en la que apuesta por el fin del aislamiento de países como Birmania, Cuba e Irán

Obama: «Si la política de diálogo con Cuba no da resultado, la ajustaremos»
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Entrevista a Barack Obama / Presidente de Estados Unidos

«Mi doctrina es que vamos a explorar la vía diplomática pero sin renunciar a nuestras capacidades militares» «Nuestro presupuesto de Defensa está cerca de los 563.000 millones, Irán sabe que luchar contra nosotros no es una opción»

En 1996 fui a Irán. Uno de mis recuerdos más perdurables fue que en el vestíbulo del hotel había un letrero sobre la puerta con la proclama «Abajo EE UU». Pero no era una pancarta o una pintada. Estaba alicatado en la pared. Fue entonces cuando pensé: «Es increíble, eso no va a salir con facilidad». Hoy, casi 20 años después, y a raíz de un proyecto de acuerdo entre la Administración Obama e Irán, está ante nosotros lo que puede ser la mejor oportunidad para empezar a hacer palanca a ese letrero y aliviar esa guerra fría y caliente entre EE UU e Irán que ha irritado a la región durante 36 años. Pero se trata de una oportunidad llena de riesgos reales para América, Israel y sus aliados árabes suníes: que Irán pueda convertirse finalmente en un Estado con armas nucleares.

El presidente Barack Obama me invitó a su Despacho Oval un sábado por la tarde para ver el plan exacto de equilibrios, riesgos y oportunidades en el acuerdo marco alcanzado con Irán la semana pasada en Suiza. Lo que me llamó la atención fue lo que yo llamaría la «doctrina Obama», incrustada en las declaraciones del presidente. Surgió cuando le pregunté si existía un denominador común para sus decisiones de liberarse de las antiguas políticas de EE UU de aislamiento hacia Birmania, Cuba y, ahora, Irán.

Obama dijo que lo más importante es un «compromiso» combinado con una confluencia de necesidades estratégicas fundamentales, algo que podría servir a los intereses de Estados Unidos en un cara a cara con estos tres países. Una estrategia mucho mejor que las sanciones sin fin y el aislamiento. EE UU, con su abrumador poder –agregó–, necesita tener confianza para asumir algunos riesgos calculados con el objetivo de abrir nuevas e importantes oportunidades, como tratar de forjar ese acuerdo diplomático con Irán que le permita al mismo tiempo mantener parte de su infraestructura nuclear, pero que le impida la construcción de una bomba durante al menos una década, o más. «Somos lo suficientemente poderosos para ser capaces de hacer este tipo de proposiciones y acercamientos sin ponernos en peligro. Y es precisamente esto lo que la gente no parece entender», dijo el presidente. «Cuba es una prueba de que nuestra participación aquí conduce a un futuro mejor para el pueblo cubano y donde no hay riesgo alguno para nuestro país. Es un diminuto país. No es una amenaza a nuestros intereses básicos de seguridad, por lo que no hay razón para no aprobar la proposición. Si resulta que no conduce a unos mejores resultados, podemos ajustar nuestras políticas. Podemos hacer lo mismo para Irán. Es cierto que es un país más grande, peligroso y que ha participado en actividades que dieron como resultado la muerte de estadounidenses, pero aquí la verdad es que el presupuesto de defensa de Irán es de 28.000 millones de euros; el nuestro está cerca de los 563.000 millones. Irán sabe que luchar contra nosotros no es una opción. Si me pregunta por la ‘doctrina Obama’, la doctrina es que nos vamos a involucrar, pero preservaremos todas nuestras capacidades».

La consigna de que Irán no es disuadible «simplemente no es el caso», añadió Obama. «Lo que decimos es: vamos a intentarlo», entendiendo que estamos preservando nuestras opciones y sin ser ingenuos. Pero si podemos resolver estos problemas diplomáticamente, probablemente estaremos mucho más seguros y en una mejor posición para proteger a nuestros aliados, y ¿quién sabe? Irán podría cambiar. Si no es así, nuestras capacidades de disuasión, nuestra superioridad militar, se mantendrán igual. No significa que estemos renunciando a defendernos. En esa situación, ¿por qué no íbamos a probarlo?».

Obviamente, Israel se encuentra en una situación diferente, añade. «Quizá escuchemos decir al primer ministro [Benjamin] Netan-yahu, al cual yo respeto, la idea de: ‘‘miradnos, Israel es ahora más vulnerable. No podemos darnos el lujo de probar estas propuesta como vosotros’’. Es algo que entiendo completamente. Es más, entiendo absolutamente la creencia de Israel de que, dada la trágica historia del pueblo judío, no pueda depender exclusivamente de nosotros para su propia seguridad. Pero lo que yo les diría es que no sólo estoy absolutamente comprometido en asegurar que mantendrán su ventaja militar en la región y que van a poder disuadir cualquier posible ataque en el futuro, sino que estoy dispuesto a contraer compromisos que dejarían claro a todos en la región, incluido Irán, de que si Israel es atacado por cualquier Estado, nosotros estaríamos del lado de los israelíes. Esto, creo, debería ser suficiente para aprovecharse de una oportunidad única para ver si podemos o no sacar el asunto nuclear de la mesa».

Y Obama agregó: «Lo que yo diría al pueblo israelí es que no existe una fórmula, no hay ninguna opción para impedir que Irán obtenga un arma nuclear que seguramente sea más efectiva que la iniciativa diplomática y el marco que hemos presentado, y eso es algo demostrable». El presidente alza la voz –aunque de una manera más emocional y personal– porque ha sido descrito ante Israel y ante los judíos americanos como un antiisraelí, cuando sus puntos de vista sobre la paz son compartidos por muchos del centro-izquierda israelí y su Administración ha recibido el reconocimiento de sus autoridades por haber sido tan enérgica como la que más en mantener la ventaja estratégica de Israel en la zona.

Con las enormes cantidades de dinero fluyendo hacia los candidatos conservadores que promueven los puntos de vista proisraelíes, el hecho de qué partido es el que más apoya a Israel se está convirtiendo en un tema polémico. Los candidatos republicanos compiten por ver quién es el que presta al Estado judío un apoyo incondicional en cualquier desacuerdo con Obam y en este terreno es donde los demócratas proisraelíes comienzan a sentirse cada vez más marginados.

«Éste es un aspecto que me ha preocupado», dijo el presidente. «Mira, Israel es fuerte, con una democracia movida... Compartimos mucho: la sangre, la familia... Y parte de lo que siempre ha hecho tan especial la relación EE UU-Israel es que ha trascendido los partidos políticos. Algo así tiene que preservarse. Tiene que existir la capacidad para que yo difiera de la política de asentamientos, por ejemplo, sin ser visto como un opositor de Israel. Netanyahu tiene que poder discrepar conmigo sin ser visto como antidemócrata. La manera correcta de hacerlo es reconocer que con todos los puntos en común que tenemos tiene que haber diferencias estratégicas. Es importante para ambas partes respetar el debate que tiene lugar en el otro país y no tratar de trabajar sólo con una de las partes... Pero esto ha sido sumamente complicado por las profundas afinidades que siento por el pueblo israelí y por el pueblo judío. Ha sido un período duro».

¿Se lo ha tomado como algo personal?, pregunté. «Es personalmente difícil para mí escuchar acusaciones de que este Gobierno no ha hecho lo suficiente por el interés de Israel, y la sugerencia de que cuando tenemos políticas muy distintas no se producen en el contexto de una amistad duradera ni en las preocupaciones y el entendimiento de las serias amenazas a las que se ha enfrentado en su historia el pueblo judío y a las que continúa haciendo frente».

En cuanto a la protección de los aliados árabes suníes como Arabia Saudí, dijo el presidente, tienen algunas amenazas externas muy reales, pero también amenazas internas, poblaciones que en algunos casos están alienadas, jóvenes que están subempleados, una ideología que es destructiva y nihilista, y que en algunos casos es sólo la creencia de que no hay salidas políticas legítimas a las reivindicaciones. Por lo que parte de nuestro trabajo consiste en trabajar con estos estados y preguntarles: cómo podemos ayudar a construir vuestras capacidades defensivas contra amenazas externas, pero también, cómo podemos fortalecer el cuerpo político en estos países para que la juventud suní sienta que tiene otras opciones que no sean el Estado Islámico. Creo que las mayores amenazas a las que nos enfrentamos no vendrán de un Irán invasor. Vendrán de la desafección interna de sus propios países. Es una conversación difícil, pero la tendremos que tener».

Dicho esto, el acuerdo con Irán está lejos de haberse conseguido. Como advirtió el presidente: «No hemos terminado todavía. Hay una gran cantidad de detalles que deben ser resueltos, estamos en una etapa donde se podría dar un retroceso o un resbalón, y dificultades políticas reales, tanto en Irán como obviamente aquí, en el Congreso de Estados Unidos».

Sobre el papel del Congreso, Obama señaló que insistirá en conservar la prerrogativa presidencial para lograr acuerdos vinculantes con potencias extranjeras sin la aprobación del Capitolio. Sin embargo, agregó: «Yo sí creo que [el senador republicano Bob] Corker, el jefe de la Comisión de Exteriores, es alguien que está sinceramente preocupado por este tema y es un buen hombre y decente. Mi esperanza es que podamos encontrar algo que permita que el Congreso se exprese, pero no invada las prerrogativas presidenciales tradicionales y asegure que si de verdad conseguimos un buen pacto, entonces seguiremos adelante y lo pondremos en marcha».

Es el presidente Obama quien ha tenido más contactos directos e indirectos con los dirigentes iraníes –incluyendo un intercambio de numerosas cartas con el líder supremo, Ali Jamenei–, más que cualquiera de sus predecesores desde la revolución iraní en 1979. Le pregunté qué ha aprendido desde el inicio hasta ahora. «Creo que es importante reconocer que Irán es un país complicado, al igual que nosotros», dijo el presidente. «No hay duda de que, teniendo en cuenta la historia entre nuestros países, existe una profunda desconfianza que no va a desaparecer de inmediato. Las actividades en las que se involucran, la retórica antiamericana, antisemita y anti-Israel es profundamente inquietante. Hay tendencias profundas en el país que son contrarias no sólo a nuestros propios intereses de seguridad nacional, sino a los de nuestros aliados y amigos en la región, y esas discrepancias son reales».

Sin embargo, agregó, «lo que también hemos visto es el primer toque de atención por parte del régimen iraní. Creo que están preocupados por su propia capacidad de supervivencia. Personalmente, creo que son sensibles, en cierta medida, a sus ciudadanos. La elección del presidente [Hasan] Rohani indicó que había un apetito nítido en el pueblo iraní por su reincorporación a la comunidad internacional, un énfasis en los aspectos económicos y el deseo de vincularse con la economía global. Así, lo que hemos visto en los últimos años es la oportunidad para que esas fuerzas dentro de Irán que quieren cambiar de dirección el rígido timón con el que han navegado durante tanto tiempo viren en una dirección diferente. No se trata de una ruptura radical, pero ofrece una oportunidad a un tipo diferente de relación, y este acuerdo nuclear, creo, es una expresión potencial de eso».

¿Qué me dice respecto al líder supremo de Irán, el que será quien tome las decisiones sobre si Irán se moverá o no hacia delante? ¿Qué ha aprendido sobre él?

«Es de una lectura muy difícil», dijo el presidente. «No he hablado con él directamente. En las cartas que me envía, generalmente están llenas de recuerdos de lo que él percibe como agravios pasados contra Irán, pero lo que dice, creo, es que él ha dado a los negociadores iraníes plena libertad de acción y la capacidad de hacer concesiones importantes que permitirían que este acuerdo marco llegara a buen puerto. Así que, lo que esto me dice –a pesar de la profunda desconfianza que tiene hacia Occidente, unido a su inusual forma de pensar acerca de asuntos internacionales, así como los asuntos domésticos, y a que es profundamente conservador– es que él se ha dado cuenta de que el régimen de sanciones que implementamos la comunidad internacional estaba debilitando a Irán en el largo plazo. Y que si él quería volver a ver a Irán en la comunidad de naciones, sabe que eso requerirá cambios».

Dado que ha reconocido las preocupaciones de Israel y el hecho de que son ampliamente compartidas allí, si el presidente tuviera la oportunidad de presentar su caso para este acuerdo marco directamente al pueblo de Israel, ¿qué diría?

«Bueno, lo que yo les diría es esto –respondió el presidente–: «Ustedes tienen todo el derecho a estar preocupados por Irán. Se trata de un régimen que en los más altos niveles ha expresado el deseo de destruir a Israel, que ha negado el Holocausto, que ha expresado ideas antisemitas venenosas y que es un país grande con mucha población, que cuenta con un Ejército sofisticado. Así que Israel tiene razón al estar preocupado por Irán; debe de ser absolutamente preocupante que Irán consiguiera hacerse con un arma nuclear».

Pero, insistió, esta iniciativa marco, si se puede llegar a implementar, puede satisfacer esa preocupación estratégica israelí con más eficacia y a un menor coste para Israel que cualquier otro enfoque. «Sabemos que un ataque militar o una serie de bombardeos militares pueden frenar el programa nuclear de Irán por un período de tiempo, pero es casi seguro que eso tendría como resultado que Teherán se precipitara en su camino hacia la bomba, sería la excusa para los partidarios de la línea dura dentro de Irán que dirían: «Esto es lo que sucede cuando no tienes un arma nuclear: ataques de Estados Unidos».

«Sabemos que si no hacemos algo que no sea sólo mantener las sanciones, van a seguir con la construcción de su propia infraestructura nuclear y no sabremos qué es lo que pasa exactamente dentro del país», agregó Obama. «Esto no puede ser un plan óptimo. En un mundo perfecto, Irán diría: “No vamos a tener ninguna infraestructura nuclear”, pero lo que sabemos es que se ha convertido en una cuestión de orgullo y nacionalismo. Incluso aquellos a los que consideramos moderados y reformistas están de acuerdo en cierto tipo de programa nuclear dentro de Irán» (...) «Teniendo en cuenta el hecho de que éste es un país que soportó una guerra de ocho años y un millón de personas muertas, han demostrado estar dispuestos, creo, a soportar las dificultades cuando las consideran un motivo de orgullo nacional o, en algunos casos, una cuestión de supervivencia nacional».

El presidente continuó: «Nosotros examinamos estas opciones y nos decimos: ¿sabes qué?, si podemos llevar a cabo inspecciones enérgicas sin precedentes, conocer con exactitud cada punto de la cadena nuclear –y eso dura los próximos 20 años–, asegurarnos de que para los primeros 10 años su programa no sólo está congelado sino reducido en mayor medida; si sabemos que aunque quisieran hacer trampas tendríamos al menos un año –que es cerca de tres veces más de lo que teníamos hasta este momento–... así tendríamos un conocimiento de su programa que nunca hemos tenido antes. En esa circunstancia, decir que la idea de que no asumamos este acuerdo justo ahora y de que no sería en interés de Israel es simplemente incorrecto».

Es evidente que en Irán hay un debate sobre si el país debe seguir adelante con este acuerdo marco, así que, ¿qué diría el presidente a los iraníes para persuadirles de que este acuerdo también les interesa? «Irán no necesita armas nucleares para ser una potencia en la región. De hecho, lo que yo diría al pueblo iraní es: ‘‘No es necesario ser antisemita o anti-Israel o anti-suní para ser una potencia regional’’. Que sepan que es un actor internacional responsable y que la solución no es una retórica agresiva contra sus vecinos, ni expresar ese sentimiento antiisraelí y antijudío. Y que puede hacer todo esto manteniendo una fuerza militar suficiente para protegerse a sí mismo».

Claramente, agregó Obama, «parte de la psicología de Irán tiene sus raíces en las experiencias del pasado, el sentimiento de que su país ha sido debilitado, que Estados Unidos y Occidente se entrometieron en su primera democracia, y después apoyando al Sha y después en el apoyo a Irak y a Sadam Husein durante una guerra extremadamente brutal. Así que parte de lo que le he dicho a mi equipo es que tenemos que distinguir entre ese Irán ofensivo y el otro Irán a la defensiva que se siente vulnerable y que en ocasiones puede estar reaccionando así porque lo ve como la única manera de evitar que se vuelva a repetir el pasado. Si somos capaces de hacer esto, lo que puede suceder entonces es que habrá fuerzas dentro de Irán que dirán: “No necesitamos vernos a nosotros a mismos a través de la lente de nuestra máquina de guerra. Vamos a sobresalir en ciencia, tecnología, en creación de empleo y en el desarrollo de nuestro pueblo”, cosas como éstas hacen que las personas y las sociedades sean más fuertes. Debemos hacer especial hincapié en que el acuerdo nuclear que hemos elaborado no se basa en la idea de un cambio de régimen».

«Es un buen acuerdo incluso si Irán no cambia», sostiene Obama. «Incluso para alguien que piensa, como sospecho que piensa el primer ministro Netanyahu, que no hay diferencia entre Rohani y el líder supremo y que todos ellos son rotundamente antioccidentales y antiisraelíes y unos mentirosos y tramposos; incluso si tú creíste todo eso, aun así sería lo correcto».

Hay varios puntos muy sensibles en el acuerdo marco que no están claros para mí, y le he preguntado al presidente por su interpretación. Por ejemplo, si sospechamos que Irán está engañando y albergando un programa nuclear encubierto fuera de las instalaciones nucleares declaradas en este acuerdo –en una base militar en el sureste de Irán–, ¿tenemos derecho a insistir en que se facilite la entrada a esa instalación para que pueda ser examinada por los inspectores internacionales?

«En primera instancia lo que hemos acordado es que vamos a ser capaces de inspeccionar y verificar lo que está sucediendo a lo largo de toda la cadena nuclear en las minas de uranio de todo el mapa y en instalaciones definitivas como Natanz», dijo el presidente. «Lo que esto significa es que no sólo vamos a tener inspectores en dos o tres o cinco sitios. Vamos a ser capaces de ver lo que están haciendo en todos los ámbitos, y de hecho, si ahora quisieran iniciar un programa encubierto diseñado para producir un arma nuclear, tendrían que crear una cadena de suministro totalmente diferente. Ése es el punto número uno. Punto número dos, vamos a crear un comité de adquisiciones que examinará lo que están importando, lo que traen y los materiales que puedan utilizar con un doble uso para determinar si lo que están usando podría ser susceptible de un posible programa nuclear pacífico o un programa de armas. Y número tres, vamos establecer un mecanismo mediante el cual los inspectores de la OIEA (Organismo Internacional de Energía Atómica) puedan ir a cualquier lugar».

¿En cualquier parte de Irán?, pregunté. «Eso suponemos», respondió el presidente. «Obviamente, se tendrá que hacer una solicitud. Irán podría objetar, pero lo que hemos hecho es tratar de diseñar un mecanismo por el cual una vez que se escuchen esas objeciones, Irán no utilice su opción de veto, una especie de mecanismo admitido internacionalmente, que consiste en hacer una evaluación en cuanto a si debe haber una inspección, y si se determina que se debe hacer, habrá una segunda fase y no un Irán diciendo: «No, usted no puede entrar aquí». «Así que en general, lo que estaremos viendo no son sólo los protocolos adicionales que la OIEA ha impuesto a los países sobre los que se sospechó que habían mantenido programas nucleares problemáticos en el pasado; nosotros vamos más allá de eso, e Irán estará sujeto a inspecciones y a mecanismos de verificación que nunca antes se habían puesto en marcha».

Mucha gente, incluido yo mismo, querría ver la letra pequeña. Otra cuestión que no parece haberse resuelto aún es: ¿Cuándo se levantarán exactamente las sanciones económicas contra Irán? ¿Cuándo comienza la implementación? ¿Cuando se considere que Irán ha cumplido plenamente?

«Todavía hay detalles que deben resolverse», dijo el presidente, «pero creo que el marco básico exige a Irán que tome las medidas que se necesitan en torno a (la planta de enriquecimiento de Fordow), las centrifugadoras, y así sucesivamente. En ese punto, entonces, las sanciones de la ONU se suspenderán; aunque las sanciones relacionadas con la proliferación, con los misiles balísticos... existe un conjunto de sanciones que se mantienen. Conservamos la capacidad de volver de nuevo a las sanciones si hay una violación.

Todavía hay en Estados Unidos sanciones que están relacionadas con el comportamiento de Irán ante el terrorismo y la violación de los derechos humanos, sin embargo, el presidente agregó: «Hay ciertas sanciones que permanecerán porque no están relacionadas con el programa nuclear, y esto, creo yo, supone un punto central que hemos recalcado constantemente. De hecho, estamos en condiciones de dar por finalizado el acuerdo nuclear, si Irán permanece en él, ése es uno de nuestros grandes logros, pero no hace que demos por finalizados nuestros problemas con Irán. Todavía nos queda un arduo trabajo con nuestros aliados para reducir estos problemas, como las actividades desestabilizadoras en las que Irán se ha visto involucrado. Pero es nuestra creencia, es mi creencia, que estaremos en una posición más fuerte para hacerlo si somos capaces de aparcar la cuestión nuclear. Y si podemos hacerlo, es posible que Teherán, al ver los beneficios del alivio de las sanciones, comience a centrarse más en la economía y en su gente. Y así la inversión puede empezar a llegar y el país comenzar a abrirse. Si hemos hecho un buen trabajo en el fortalecimiento de las relaciones, en la cooperación de la seguridad y en la defensa entre nosotros y los estados suníes, si hemos hecho que el pueblo israelí esté absolutamente protegido no sólo por sus propias capacidades, sino también por nuestros compromisos, entonces lo que es posible es que comience a haber un equilibrio en la región, y que suníes y chiíes, Arabia Saudí e Irán, empiecen a decir: «Tal vez deberíamos reducir las tensiones y centrarnos en los extremistas del Estado Islámico, en vez de incendiar toda la región si pudieran».

Estados Unidos tiene margen para reforzar sus lazos con los vecinos del sur

Estados Unidos puede hacer mucho más para reforzar sus lazos con sus vecinos americanos apoyando iniciativas energéticas y definiendo un nuevo marco en los vínculos con Brasil, sostuvo ayer en un editorial en «The New York Times», días después de publicar esta entrevista. El comentario repasa los pasos concretos que la Administración Obama puede adoptar, al margen de las ya anunciadas iniciativas para reanudar los lazos con Cuba. Cita entre ellos la asistencia a las naciones de América Central y del Caribe por su dependencia energética de Venezuela, que está reduciendo los envíos que hace a esa región en condiciones muy ventajosas. «Si esas naciones son incapaces de encontrar fuentes de energía más seguras, pronto podrían tener que lidiar con una dolorosa escasez de energía». El editorial dice que aunque con Venezuela la relación de EE UU sigue tensa, con Brasil «es fácil de arreglar».

Thomas L. Friedman*

*The New York Times 2015