Turismo

Los 10 lugares mágicos que visitar en la provincia de Cádiz

Ofrece mucho más que sol y playa: rico patrimonio cultural, folclore, pueblos con encanto, naturaleza salvaje y espectaculares atardeceres

Catedral de Cádiz
Catedral de CádizEuropa Press

Espectaculares atardeceres, playas paradisíacas, naturaleza salvaje, pueblos con encanto, gastronomía, folclore.... Cádiz es una de las provincias más diversas y de las más visitadas de España. No es de extrañar. Estos son los lugares mágicos que hay que visitar para empaparse de su esencia.

Puesta de sol en el Faro de Trafalgar

Las puestas de sol en Los Caños de Meca son todo un clásico. La excelente orientación de estas costas permite disfrutar de un espectáculo natural, diario y gratuito, en el que el sol desaparece en el horizonte bajo las inmensidad del océano Atlántico. Construido en 1860, el Faro de Trafalgar, con sus 34 metros de altura (51 sobre el nivel del mar), es uno de los edificios más singulares del litoral gaditano y andaluz. Se alza sobre el Tómbolo de Trafalgar, patrimonio geológico andaluz y testigo privilegiado de algunas de las páginas más importantes y trágicas de la historia de España. Se encuentra en un entorno bañado de dunas de color dorado, grandes playas y una vegetación que a veces llega hasta la arena.

Ruta por el parque de La Breña

Desde el entorno de Barbate a Caños de Meca y tierra adentro hasta Vejer de la Frontera se extiende uno de los parques naturales menos extensos de Andalucía con unas 5.000 hectáreas, el Parque Natural de la Breña y Marismas del Barbate. En él se distinguen hasta cinco ecosistemas diferentes: marino, acantilado, pinar, marismas y sistemas dunares.

Para contemplar de cerca este espectáculo y deleitar los sentidos, lo ideal es realizar un paseo en barco desde el puerto de Barbate por sus cristalinas aguas turquesas, en las que también se practican submarinismo y snorkel. Se distinguen en sus acantilados, aún erosionados por el agua y el viento, manantiales de agua potable que vierten en pequeñas caletas, son los conocidos caños. Junto a zarzas e higueras crecen plantas típicas de ambientes salinos como almajos, barrillas o siemprevivas. Otro paisaje característico es el pinar de La Breña. Su intensa repoblación para frenar las dunas móviles lo han convertido en el mayor pinar de Cádiz, del que se aprovechan piñas y piñones. En este lugar, el aroma a pino se mezcla con el de romero y lavanda que, junto con palmito, espino negro e, incluso retama o lentisco, forman el matorral mediterráneo existente.

Dunas de Bolonia

La Duna de Bolonia, es un fenómeno natural declarado Monumento Natural que está situado en la localidad de Tarifa. Con más de 30 metros de altura y 200 de anchura, resalta dentro del vasto sistema dunar al que pertenece. Situada en la Playa de Bolonia, dentro del Parque Natural del Estrecho, es una de las zonas menos transformadas y urbanizadas de la costa gaditana, albergando importantes valores naturales y paisajísticos. Desde el sendero Bolonia-faro Caraminal, se divisa la amplia playa de arena fina y dorada, poco transformada y frecuentada por surfistas, el faro con sus marmitas de gigante y el conjunto arqueológico Baelo Claudia. Declarado Monumento Histórico Nacional, esta ciudad-factoría romana sorprende por su estado de conservación. Fue importante en la época por sus conservas y salazones, origen de la salsa garum exportada al imperio. Saqueada por invasores germánicos y árabes, finalmente un terremoto la destruyó.

Arcos de la Frontera

Puerta de entrada a la Ruta de los Pueblos Blancos, Arcos está considerado uno de los pueblos más bellos de España. Existen huellas de sus primeros pobladores prehistóricos y romanos en el yacimiento de la Sierra de Aznar, pero a quien debe la ciudad su impronta y actual fisonomía es a la cultura musulmana. A través de estrechísimas y empinadas calles y bajo antiguos arcos, el visitante se aproxima a su casco antiguo, declarado Conjunto Histórico, donde se conservan joyas monumentales como el castillo de los Duques (s. XV), la Puerta de Matrera (ss. XI-XIV) y los restos del recinto amurallado, sus palacios y casas señoriales, la Basílica de Santa María, la iglesia de San Pedro,además de numerosos templos, capillas y conventos.

Vejer de la Frontera

Declarada Conjunto Histórico, galardonada con el Premio Nacional de Embellecimiento y formando Red de los Pueblos más bonitos de España, se asienta en una bella colina a cuyos pies discurre el río Barbate. El legado árabe se plasma en su arquitectura popular y en el urbanismo de barrios como el de la Judería. Numerosos vestigios confirman el paso de fenicios, cartagineses y romanos por esta tierra. En el año 711 tendría lugar muy cerca de aquí la batalla de la Janda, en la que los visigodos perdieron el dominio de la península en favor de los árabes. Amurallada desde siempre, aún conserva en buen estado varias torres (del Mayorazgo, de San Juan y de la Corredera) y las cuatro puertas de la villa medieval integradas a la perfección en el conjunto urbano: la del Arco de la Segur, la de la Villa, la de Sancho IV y la Puerta Cerrada. El castillo (ss. XI-XVI) se sitúa en la parte más alta del casco antiguo, accediendo a él por un bello arco de herradura. Combina elementos musulmanes y cristianos.

La arquitectura sacra ha dejado también magníficos ejemplos: la iglesia Parroquial del Divino Salvador (ss. XIV-XV) domina el caserío desde arriba y muestra una bella evolución del arte gótico-mudéjar, renacentista y barroco; la iglesia de las Monjas Concepcionistas con el Arco de las Monjas; el convento Hospedería de San Francisco y, en las afueras, se encuentra la ermita visigoda de Nuestra Señora de la Oliva. Entre sus edificios civiles sobresalen el palacio barroco del Marqués de Tamarón y la casa del Mayorazgo, ambos del s. XVIII, o los molinos de viento de San Miguel (s. XIX).

Pasear por sus laberínticas calles es trasladarse a otro tiempo, sin olvidar las rutas guiadas por el municipio. Importante también degustar su gastronomía (lomo en manteca) y de los postres típicos importados desde la hermana ciudad de Chaouen. De donde heredan las vejeriegas el traje típico de la cobijada. Cuenta, a tan solo nueve kilómetros de su núcleo urbano, con una de las playas más famosas del litoral gaditano, la playa de El Palmar. Sus finas arenas doradas contrastan con la claridad de sus aguas y un bonito entorno natural.

Playa de los Alemanes

Este paraíso de arena fina y dorada, muy próximo al pueblo de Zahara de los Atunes, en el término municipal de Tarifa, se encuentra entre los cabos de Gracia y de la Plata, con una extensión de 1.500 metros y unos 50 de ancho. También se la conoce como playa de Cabo de Plata' o playa de Agua en medio. Sus aguas cristalinas ofrecen al playero o playera de turno una estancia relajada –casi terapéutica–, ya que por ahora no está especialmente masificada

Grazalema y Zahara de la Sierra

En el corazón de la Sierra de Grazalema se enclava el pueblo de Grazalema, pintoresco pueblo blanco gaditano que goza de un microclima especial (ostenta el índice pluviométrico más alto de la Península). Aunque existen en la zona huellas de asentamientos prehistóricos, como el dolmen de la Giganta, el origen de Grazalema coincide con la ciudad romana de Lacílbula. En su casco urbano, declarado Conjunto Histórico, la típica arquitectura popular se combina a la perfección con la riqueza monumental. La joya patrimonial de la villa es la iglesia barroca de Nuestra Señora de la Aurora, junto a la que se dan cita la iglesia de San José, la parroquia de Nuestra Señora de la Encarnación, la iglesia de San Juan y las ermitas del Calvario y de los Ángeles. Famosa por sus tradicionales mantas, éstas se exponen junto a otros oficios artesanales en el museo de Artesanía Textil.

A pocos kilómetros se encuentra Zahara de la Sierra. La fundación de la actual Zahara se debe a la época musulmana de la que se conserva, además del típico entramado urbano andalusí, el castillo (s. XIII), recuperada torre del Homenaje y los restos de la villa medieval con tramos de murallas. Su emplazamiento a lo largo de la ladera le da al caserío una fisonomía urbana peculiar. Los diferentes niveles obligan a las calles a escalonarse. En su coqueto casco urbano resaltan la iglesia de Santa María de la Mesa, la capilla de San Juan de Letrán, la torre del Reloj y el puente de los Palominos. Durante la fiesta del Corpus Christi, declarada de Interés Turístico Nacional, no solo se puede disfrutar de su cuidada ornamentación sino que también permite degustar su gastronomía autóctona, con platos como los quemones de cebolla, las sopas hervías y los borrachos azucarados.

Sanlúcar de Barrameda

Enclavada en el margen izquierdo de la desembocadura del río Guadalquivir y frente a Doñana, el origen del primer asentamiento en Sanlúcar viene auspiciado por la construcción de un templo fenicio dedicado a Astarté. La ciudad de aire señorial -declarada Conjunto Histórico- posee una estructura urbana que se caracteriza por estar dividida en dos grandes núcleos: el Barrio Alto y el Barrio Bajo. El Barrio Alto es el núcleo histórico y monumental, de angostas calles, blancas fachadas y aristocráticos palacios como el Palacio de Orleáns y Borbón (junto a la Basílica de Nuestra Señora de la Caridad) o el renacentista Palacio Ducal de Medina Sidonia. En las cercanías sitúa el Arquillo o Puerta de Rota, restos de la muralla medieval, el Castillo de Santiago (s. XV) el Convento de las Descalzas y la Iglesia de Nuestra Señora de la O.

Bajando por la Cuesta Belén hacia el Barrio Bajo, se sitúan el auditorio de la Merced y las Covachas del s. XV - la mejor muestra del gótico en la ciudad- que decoran una de las fachadas del Palacio Ducal. Camino de la iglesia de Santo Domingo (s. XVI) se enclavan la iglesia de San Jorge y el convento de Regina Coeli. En la dirección contraria están la iglesia del Carmen y el convento de Capuchinos. Para tapear en Sanlúcar, nada mejor que la plaza Cabildo o Bajo de Guía, el barrio de pescadores inundado de restaurantes en los que probar los famosos langostinos, pescaítos y guisos marineros. De su pantalán sale el buque “Real Fernando”, que realiza la travesía por el río hasta su desembocadura para conocer Doñana.

La ciudad de Cádiz

La "Tacita de Plata" es considerada la ciudad más antigua de Occidente. Su fundación se debe (1100 a. C.) a los fenicios, pueblo marinero que haría de Gadir una importante colonia comercial en la que se asentarían posteriormente cartagineses, romanos, visigodos y musulmanesLa Catedral, visible desde el mar, en especial su cúpula recubierta de azulejos dorados, encaja a la perfección con la fisonomía gaditana de aires coloniales. Combina los estilos barroco y neoclásico y su tesoro es de los más importantes de España.

El Barrio del Pópulo, el más antiguo de la capital, conserva las tres puertas de la primitiva ciudad medieval: Arco del Pópulo, de la Rosa y de los Blancos; además del Teatro Romano la y la Iglesia de Santa Cruz, la antigua Catedral. En la emblemática Plaza de San Juan de Dios se podrá probar el típico "pescaíto" frito mientras se escucha en el reloj del Ayuntamiento Amor Brujo del gaditano Manuel de Falla. El vecino barrio de Santa María es uno de los de mayor raigambre de la ciudad, con residencias señoriales como la barroca Casa Lasquetty y la Cárcel Real, importante edificio neoclásico. Subiendo hacia la recoleta plaza de San Francisco se encuentra la Santa Cueva, con pinturas de Goya en su interior. En las inmediaciones de la Plaza de San Antonio, en el Barrio del Mentidero, que fue durante muchos años el centro neurálgico de la ciudad, se sitúa el Oratorio de San Felipe Neri, templo barroco que cuenta en su altar mayor con una Inmaculada de Murillo. Fue sede en 1812 de las Cortes de Cádiz, donde se redactó la primera Constitución española, apodada "la Pepa" por el día de su nacimiento (el de San José).

Muy conocida es la Plaza Mina, sede del Museo de Cádiz, con sus famosos sarcófagos fenicios y unos fondos en su sección de Bellas Artes que la convierten en una de las mas importantes pinacotecas del país. La calle Zorrilla, la calle de los bares de tapas por excelencia, conduce hasta el perfecto mirador sobre el mar constituido por los Jardines de la Alameda Apodaca y el Parque Genovés. Dando un paseo se llega al puerto de Cádiz, escala habitual de cruceros turísticos entre el Mediterráneo y el Atlántico.

Jerez de la Frontera

Pocos lugares en España gozan de un reconocimiento internacional como el que disfruta Jerez. Gracias a su vino -el “jerez” o “sherry”-,la tradición ecuestre y taurina, el flamenco y el motor, el nombre de esta ciudad andaluza hace mucho tiempo que traspasó fronteras. Hasta sus alrededores llegaron los fenicios hace 3.000 años para fundar la colonia llamada Xera, la ciudad que más tarde se llamó Ceret bajo el dominio romano, y Sheres o Xeres cuando fue fortaleza árabe. Con los Reyes Católicos se inició el próspero comercio de sus famosos vinos con los ingleses.

Los musulmanes dejaron una honda huella en la ciudad, como el trazado urbanístico de los barrios enclavados en el corazón de la antigua medina árabe: San Lucas y San Mateo, que acoge su iglesia homónima, la plaza del mercado (sede del museo Arqueológico) y el palacio Riquelme. Pero sin duda el vestigio andalusí más importante es el alcázar de Jerez, hallándose en el interior del recinto amurallado la mezquita, los baños árabes y el jardín de los Olivos, con albercas y fuentes que armonizan a la perfección con el palacio barroco de Villavicencio, erigido sobre las ruinas del primitivo palacio islámico y en cuya torre el visitante puede visitar la original cámara oscura. Muy recomendables también las visitas al Palacio Domecq y al Palacio Virrey Laserna, que forman parte de la historia de la localidad jerezana