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"Méritos e infamias"

La cuestión melonar

“Si el martes las urnas acompañan a Ayuso podemos asistir al nacimiento de un cambio de ciclo en el panorama político español”

Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso Isabel InfantesEuropa Press

Cuando Ayuso pulsó el botón nuclear fue como presenciar una de las remontadas épicas de su equipo, el Real Madrid, como en tiempos de Paco Llorente y compañía. Sí, digo Llorente porque aunque no entienda de fútbol ni me guste en aquellos años 80 me fascinaba las carreras que ese hombre se pegaba en el campo para ganarse algo más que la titularidad. Generalmente saltaba en el segundo tiempo cuando nadie ya esperaba nada del equipo, pero lograba apuntalar los marcadores para regocijo y gritos de mis vecinos, madridistas irredentos. La presidenta de la Comunidad de Madrid contaba con menos apoyos que el eterno suplemente merengue, pero en sus subidas al área contraria ha mostrado de lo que puede ser capaz. Es cierto que a casi nadie tiene contentos, que su éxito en la gestión de la pandemia depende del barrio en el que te encuentres y que muchos hosteleros, la gente de los bares para los que no son cursis, no han puesto su foto junto al cuadrito de San Isidro. La cuestión es que ha servido para revitalizar al PP, que parecía noqueado y fuera de sitio en su doble papel de oposición al Gobierno y rival de Vox en la lucha por concentrar el voto de derechas. Si el martes las urnas acompañan a Ayuso podemos asistir al nacimiento de un cambio de ciclo en el panorama político español, a una suerte de reconquista de territorios para la formación azul, una vuelta al paraíso perdido hace diez años, cuando se podía cruzar España saltando sobre los tejados de los ayuntamientos y gobiernos regionales gobernados por los populares. El miércoles veremos qué sucede no sólo en Madrid sino en otras autonomías donde ya han comenzado a mover el saco de las ratas, preparar los tambores de guerra y lanzar señales de humo para anticipar unos posibles comicios. Hablamos de Andalucía, que no tiene necesidad alguna de romper la baraja por mucho que Cs esté bastante fofo como partido, «porque todo el mundo sabe», que diría Rodríguez Buzón, que abrir el melón, aún con el PSOE en estado zombi, es mucho más peligroso en Sevilla que en Madrid.

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