Cultura
«El poeta hijo de su madre»: apuntes surrealistas de andar por casa
Miguel Márquez, de Antílopez, se estrena con un libro inclasificable y lleno de humor
Miguel Ángel Márquez (1981), músico, cantautor y mitad de Antílopez, ha añadido una nueva muesca como creador convirtiéndose en «El poeta hijo de su madre» (El Paseo), un libro plagado de aforismos, reflexiones y algunos dardos certeros lanzados contra la concepción del mundo que abrazamos. Lo original de su propuesta es que a cada pensamiento responde con una «frase de madre», atribuidas todas ellas a la suya propia, por más que María Ángeles se queje en el epílogo de que el «muy capullo (sic)» la caricaturice como personaje. Fue en 2012 cuando lo asaltó una idea tan loca como efectiva: un poeta treintañero que escribe desde su cuarto, en casa de sus padres, mientras desde la puerta el eco materno lo devuelve a la realidad con sus apuntes lapidarios, «esas frases de madre que nos han dicho millones de veces».
«Qué somos, acaso rumores que se han ido corriendo de boca en boca», dice el poeta, al que la sabiduría materna contesta: «Él siempre tiene que llamar la atención... ¡Siempre!». Y así, página a página arma un diálogo surrealista, hilarante por momentos, donde es fácil sentirse identificado... a un lado o al otro. Esa capacidad de generar sonrisas llamando a la reflexión, o viceversa, es marca de la casa de Antílopez, que reivindica el humor como «un arma estupenda para calibrar socialmente». Él la usa para sus composiciones, sean canciones, aforismos o apuntes publicados en las redes sociales, como si fueran hojas de sus cuadernos. «Con humor se pueden hacer cosas seria», defiende.
Como en su último disco, «Mutar Fama» –que evoca la leyenda antitabaco «Fumar mata»–, los juegos de palabras asoman en sus textos, mareándolas para exprimir sus significados. «Lo literal para mí no tiene mucho sentido, voy buscando el tiro de tres, el gol de tacón, la virguería» y reconoce que su hábitat es «el doble sentido» porque «me gusta darle la vuelta al castellano». A decir de la madre, el vicio «de observar y sacarle punta a todo» le viene de niño. Ahí sitúa Márquez el origen de sus inquietudes creadoras: «Me he criado en un entorno muy enrollado, inteligente, siempre me han dado mucha libertad». «Tal vez han dado sus frutos el iniciarlo en la lectura y apuntarlo al conservatorio desde pequeño». Palabra de madre.
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Pasividad ante la tragedia