Ciclo municipalismo y democracia
Villalobos: “Los políticos locales conocen los problemas, les ponen rostro y se equivocan muy poco”
La gestión óptima de los fondos “Next Generation” ocupa la atención del presidente de la Diputación de Sevilla, que perfila su retirada para mayo de 2023
Fernando Rodríguez Villalobos (La Roda de Andalucía, Sevilla 1952) simboliza el fin de una raza de políticos que se fajaron hace más de cuatro décadas para conseguir la democracia en nuestro país. Rompió todos los récords de mayorías absolutas en su etapa del alcalde, cuando trató de acercar la gestión municipal a los vecinos, para que estos entendieran que sacar adelante a su pueblo era cosa de todos. «El que prueba la política local es muy difícil que se aleje de ella», confiesa el presidente de la Diputación de Sevilla, que inaugura en la sede de LA RAZÓN en Andalucía una serie de entrevistas a los principales artífices del municipalismo andaluz. Una palabra, «municipalismo», que no se le quita de los labios a Rodríguez Villalobos, un mantra con el que va del Gobierno central al autonómico para que se tenga en cuenta «la realidad demográfica y la influencia de las entidades locales». Histórico de los socialistas andaluces, reconoce que cuando comenzó a militar «la gente no lo hacía por intereses, lo hacía por ideología y la política no estaba adulterada».
¿En qué situación se encuentra la Diputación de Sevilla para ayudar a los municipios de la provincia en una coyuntura tan complicada como la actual?
En 2017 conseguimos colocar la deuda viva que arrastrábamos de mandatos anteriores (200 millones comprometidos con entidades financieras) a cero y sigue así. Pagamos a nuestros proveedores y hemos acumulado durante seis ejercicios presupuestarios un superávit que lo convertimos en una herramienta que no es otra que el Plan Supera, que han logrado repartir en los pueblos 300 millones de euros a los largo de sus distintas ediciones. ¿Por qué no logramos gastar más teniendo más dinero? Porque la Ley de Estabilidad Presupuestaria lo prohibía, pero desde la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP) se exigió al Gobierno que ese dinero acumulado pudiera emplearse. Hubo un sí por respuesta y entonces emergieron los remanentes positivos, que en el caso nuestro es de casi 470 millones de planes extraordinarios que soportan dos pilares: inversiones y empleo, con ayudas a pequeños empresarios y autónomos. Esto se lleva a cabo mediante el Plan Contigo, que se complementa con el Plan Actúa, que se destina a mejorar o construir infraestructuras locales. Además, los programas de cultura contarán con 1,27 millones y estarán dirigidos a 99 ayuntamientos a los que se les oferta algo más de mil actividades anuales.
Las recientes elecciones en Castilla y León han puesto de manifiesto, una vez más, el problema de los territorios despoblados, la España Vacía. ¿Tenemos una Sevilla Vacía?
No es comparativo, pero aquí no sucede no sólo por la configuración territorial sino porque hace mucho tiempo los gobiernos autonómicos y provinciales nos hemos encargado de equilibrar las zonas con los servicios básicos. Es fácil decirlo pero es complicado llevarlo a cabo, porque eso se llama carreteras secundarias dignas, que la educación llegue a todos los niños, que los centros de salud se encuentren a diez kilómetros de distancia y no a cien. Cuando yo era alcalde, nuestra principal reivindicación en la Sierra Sur era lograr un hospital comarcal que se construyó en Osuna para crear un distrito sanitario, que hasta entonces estaba desprotegido. Logramos que la población ya no pensara en abandonar su sitio, sino que trataran de realizar su vida allí.
En cierta manera los fondos Next Generation llegan para paliar carencias. ¿Habrá un reparto justo y práctico?
Desde la FEMP se le ha pedido al Gobierno central que al menos el 15% de esos fondos pasen por la gestión del ámbito local. Tenemos el compromiso, pero también nos dicen que una parte de ese dinero llegará a las comunidades y a la puerta del vicepresidente de la Junta, Juan Marín, hemos llamado para presentarle centenares de fichas con los anteproyectos de las reivindicaciones provinciales. Ahí se encuentra desde la recogida de residuos urbanos hasta el crecimiento en material digital o el saneamiento de aguas residuales. Es cierto que en la Federación Andaluza de Municipios y Provincias (FAMP) estamos a la espera de ver qué cantidad nos llegará a los ayuntamientos y diputaciones, aunque no tenemos respuesta aún.
¿Cómo se lleva con el actual Gobierno de la Junta, el primero que no es del PSOE?
Hay respeto y lealtad institucional. La política institucional nos une más que nos desune, la proyección desde lo local es coincidente. Si le preguntas a un alcalde de derechas o de izquierdas y todos tienen el mismo problema. La limpieza de las calles, el desarrollo de los suelos productivos, el mantenimiento de los colegios; la diferencia es el instrumento con el que las afrontan, pero cuando vamos al Gobierno de la Junta tenemos una unanimidad.
No se cansa de reivindicar la figura del político que está cara a cara con sus vecinos.
Porque lo que hemos demostrado desde la Transición hasta ahora es que los políticos locales conocen los problemas, le ponen rostro y se equivocan muy poco. Estamos en la calle permanentemente, con la gente, y eso hace que el desarrollo de sus políticas no vaya de espaldas a lo que quieren los vecinos. Seríamos muy torpes si hacen algo muy distinto a lo que le reivindican. Es cierto que entre el querer y el poder tiene que haber una capacidad económica, porque por mucho que sepamos dónde están los problemas y cómo cambiar la realidad de los pueblos, si no contamos con la dotación presupuestaria no podremos hacer nada.
Hemos visto algunos ejemplos de cómo el dinero se malgastaba en infraestructuras innecesarias o que directamente no tenían que ver con lo que necesitan los vecinos.
No ha habido ninguna locura como hemos visto en otros sitios, como esos aeropuertos que no sirven para nada o esas obras faraónicas, no recuerdo nada así. Quizás sí algunos fracasos, de pueblos que trataran de hacer un polígono industrial que en lugar de construirlo en tres hectáreas de suelo quisieron hacerlo en cincuenta o un teatro con quinientas butacas en un pueblo pequeño. ¿Quién va a ir allí? Hubo algunos que durante una época lo intentaron, pero yo siempre fui muy tajante. Eso de las piscinas climatizadas, de los grandes teatros o salas. Mi recomendación siempre ha sido que se tengan en cuenta la dimensión demográfica y la influencia que tenga que tener tu pueblo. Acorde con eso, montar una infraestructura, y la verdad es que muchos me han hecho caso siempre.
Y además hace falta dinero.
Por eso nuestra reivindicación histórica de las haciendas locales. Le decimos a la administración central y autonómica que tengan en cuenta que los ayuntamientos se tienen que autofinanciar. Por un lado con los impuestos y las tasas, pero también con las ayudas que tienen que llegar desde el Gobierno central y la Junta de Andalucía. Reclamamos más fondos, pero no de manera extraordinaria, de manera ordinaria. Hay una promesa del Gobierno central que va a negociar con las comunidades autónomas al mismo tiempo que con las locales en la misma mesa. Es cierto que yo lo tengo que ver, pero ya hay un compromiso. Si logramos una financiación justa prestaremos unos servicios básicos justos. Hemos demostrado que gestionamos bien, que cuando se nos encomienda la gestión los fondos de un programa determinado lo hacemos bien. Entre los años 2001 y 2021, la Diputación anticipó de forma ordinaria y extraordinaria casi 3.500 millones de euros. Cuando han llegado fondos europeos a la Diputación se ha llegado al 100% de ejecución. Mientras la Junta está entre el 30 y el 40% de gestión de esos fondos, en las diputaciones y los ayuntamientos se encuentra entre el 90 y el 100%. Siempre lo he dicho, ¿por qué no nos dejáis participar del dinero que se ha gastado? Hasta ahora no me han hecho mucho caso y ahora tienen la ocasión de los Next Generation.
Veo que se mantiene en forma después de tantos años dedicado a la política local. ¿Qué queda de aquel entusiasmo con el que empezó?
Pues la verdad es que me sigo levantando todas las mañanas con una ilusión tremenda. No estoy en política por otra cosa que no sea colaborar con lo local, de hecho no he querido cambiar nunca a otro nivel cuando lo he podido hacer, porque me entusiasma. Creo que la política local, el que la prueba, no la deja tan fácil. Si no estuviera tan ilusionado no se explicaría la agenda y la implicación que tenemos.
¿Pero se ha puesto fecha de caducidad?
No, porque viene marcada por el sentido común, que me hace pesar en una despedida pues como nos merecemos todos cuando hemos trabajado con esas ganas. Lógicamente te quieres despedir normalizado, que no es más que hacerlo cuando acabe el mandato en mayo de 2023. Entonces habrá que hablar con la dirección del partido, jamás he hecho nada en mi vida política sin que el partido me diera el «ok», y llegará un momento en el que otros compañeros den el paso en la sustitución del presidente de la Diputación. Es algo de sentido común.
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