Sociedad

Los ataques de las orcas no cesan en la costa de Cádiz

El adiestramiento de las crías en la caza del atún o la marca del territorio, algunas de las hipótesis que se barajan

Uno de los busques que ha sido atacado por las orcas en Barbate (Cádiz)
Uno de los busques que ha sido atacado por las orcas en Barbate (Cádiz)La RazónLa Razón

La verdad es que impresiona verlas. Ver cómo, sin mostrar agresividad alguna hacia nosotros, se colocan a la entrada de las almadrabas y, escondidas, esperan pacientes el paso de los atunes rojos para darles captura. Es algo que vemos temporada tras temporada, pero que nos sigue impresionando”, señala uno de los buzos que trabajan desde hace años en las milenarias artes de pesca gaditanas.

Hablamos de las orcas, esos grandes cetáceos que, tal y como relatan las pinturas rupestres de la Cueva de las Orcas (Zahara de los Atunes), se concentran desde hace miles de años en aguas almadraberas para protagonizar extraordinarios festines de tan exquisito manjar y que, desde el año pasado, vienen ocasionando extraños e inquietantes incidentes con algunas de las embarcaciones que navegan por la zona.

Sucesos (un centenar largo en 2021) que nunca antes habían ocurrido, al menos de forma tan numerosa (en 2020 se registraron solo 3), y que este año se están volviendo a reproducir, tal y como atestiguan los rescates, más de una veintena, que ya han protagonizado los miembros del Salvamento Marítimo desde abril. Los últimos, el pasado día 23, a siete millas al sureste de Barbate, a dos veleros con daños en el timón, que tuvieron que ser auxiliados y trasladados al puerto de La Albufera.

Sin explicación científica cierta hasta la fecha (la hipótesis más compartida apunta a que el acoso a los timones de las embarcaciones responde a una maniobra de adiestramiento de las orcas a sus crías para la captura del atún), lo cierto es que estos comportamientos, que se iniciaron en la franja litoral que se proyecta desde Cabo Trafalgar a Barbate y que se han extendido hasta el Estrecho, extrañan a quienes navegan, se sumergen y conocen estas aguas como la palma de su mano.

“Llevo más de treinta años faenando en la zona y, si bien es cierto que había escuchado algún que otro incidente aislado con orcas, nunca habíamos asistido a hechos tan repetitivos como los que se vienen sucediendo”. “Afortunadamente”, resalta Agustín, patrón del ‘Mari Carmen II’, “parece que las orcas no sienten ningún interés por las embarcaciones pesqueras a motor”, ya que el perfil mayoritario de las embarcaciones responde a veleros de menos de 14 metros de eslora, cuyos timones se asemejan a la aleta caudal del atún.

“Hablan de que podría tratarse de simples juegos, aunque tampoco sería descabellado pensar que, en tiempo de atunes como ahora, vean a las embarcaciones como una amenaza y quieran marcar territorio”.

NINGÚN ATAQUE A BUCEADORES

Extrañeza e interés también despierta la actitud de las orcas entre quienes, como Alberto González, propietario de la empresa de buceo ‘Ocean Addicts’, lleva más de más de 30 años sumergiéndose en estas aguas y los doce últimos organizando inmersiones con su empresa en sus centros de Tarifa y Conil de la Frontera.

“Durante esta época, marcada por las capturas de atunes rojos en las almadrabas y, durante septiembre y octubre las hemos visto pasar algunas veces, al igual que a delfines y calderones, pero no hemos tenido ni un solo percance con ellas”. “No obstante”, apunta, “la lógica nos lleva a pensar que, quizás, esa ‘competencia’ por la pesca masiva que existe en estos meses entre pescadores y orcas pueda ser el origen de estos incidentes”, no descartando la “desorientación” como otra posible causa.

“De todos modos”, añade, “es una simple teoría, ya que son los científicos los que, con los datos en la mano, están capacitados para apuntar las causas reales”.

“En todo este tiempo de experiencia en la zona, he coincidido con las orcas bajo el agua un par de veces y la verdad es que nunca he sufrido ningún ataque ni he vivido ninguna situación real de peligro. Al contrario, siempre han mostrado indiferencia; curiosidad como mucho”.

De ahí que Alberto González avise de que “de ningún modo se debe demonizar a las orcas, ya que nunca han mostrado una actitud agresiva hacia el hombre y, en particular, hacia nosotros, los buzos”.

“Yo, personalmente”, explica, “sí las he visto en acción, atacando a delfines y otras especies en Sudáfrica y en otras partes del mundo, donde la vida es mucho más salvaje, pero nada que ver con la realidad que tenemos aquí”.

Sucesos que, “al menos hasta la fecha”, no están afectando a las empresas de la zona que se dedican a las actividades subacuáticas. “Como sabemos, estos sucesos no se están produciendo en las proximidades de la costa, nuestro principal radio de acción, y, aunque es cierto que hay clientes que nos preguntan por curiosidad, hasta el momento no pasa de ahí, de la simple curiosidad. Esperemos que todo quede ahí”.