Arqueología

Trafalgar, ‘cuaderno’ de la historia

Las dos tumbas megalíticas halladas, a escasos 150 metros de distancia, determinan que pudiera ser parte de una necrópolis

Restos arqueológicos en Trafalgar. JUNTA DE ANDALUCÍA
Restos arqueológicos en Trafalgar. JUNTA DE ANDALUCÍAJUNTA DE ANDALUCÍAJUNTA DE ANDALUCÍA

Quienes han tenido el enorme privilegio de visitar el Tómbolo de Trafalgar (Barbate) y su espectacular entorno (Los Caños de Meca) han quedado atrapados para siempre. Enclave destacado de un paisaje natural único, este trozo de tierra, en cuyo horizonte se dibuja uno de los atardeceres más bellos de cuantos se escenifican en el litoral andaluz, tiene (como dicen en Cádiz) ‘un no sé qué’ que deja una profunda huella en quienes lo visitan.

Magnetismo de tintes históricos de los que son testigos los numerosos hallazgos realizados en los últimos tiempos por los investigadores de la Universidad de Cádiz y que hablan de un territorio que, cuando menos, ha sido habitado desde la Edad de Bronce hasta nuestros días. Su génesis, 1977, cuando el arqueólogo Fernando Amores, encontró unas estructuras que se enterraron con inmediatez para su protección.

Según señalaJuan Jesús Cantillo, profesor de prehistoria de la UCA y miembro del equipo (HUM-440 del Laboratorio de Arqueología y Prehistoria de la UCA) que trabaja en esta excavación, estos descubrimientos hacen de esta zona de la franja litoral barbateña “uno de los espacios patrimoniales y arqueológicos más sobresalientes de la Península Ibérica”. Un auténtico libro de la historia.

“Tiene tumbas megalíticas, restos de una villa romana, baños romanos, edificaciones ligadas a la industria conservera-salazón, huellas del maremoto de Lisboa (1755), restos de una antigua torre de vigilancia, un faro del siglo XIX” y, además, fue testigo privilegiado de uno de los conflictos navales más importantes de la historia, la Batalla de Trafalgar (1805), ¿Qué más se puede pedir?

Y es que, como subraya, “ya sea por motivos mágico-religiosos, geoestratégicos o de explotación de los recursos ligados al mar”, este enclave guarda una “profunda relación” con el hombre, con su historia.

Apasionante viaje por el tiempo que parte de sus tumbas megalíticas, dos. Localizadas a escasos 150 metros de distancia, una de otra, han llevado a determinar al equipo investigador de la UCA que, casi con toda seguridad, sean parte de una necrópolis y, con ello, de un asentamiento que pudo estar muy cerca: Zahora, Los Caños de Meca o, quizás, el Parque Natural de La Breña.

La segunda tumba megalítica, último hallazgo, de tipo tholos, fue dada a conocer hace unas semanas. Formada por un corredor de lajas verticales que conducen a una cámara funeraria circular, data de la Edad de Bronce, y ha venido a fortalecer la idea de dicha necrópolis. Posibilidad que comenzó a contemplarse con el hallazgo de un primer enterramiento a los pies del Tómbolo de Trafalgar. Estructura funeraria muy similar (cámara de planta circular excavada en la roca) en la que fue encontrada una mujer, restos de un ajuar con cuentas de collar de concha, piedras de colores (algunas de oro), un peine o lendrera de hueso y, además, cinco niñas en un osario con los restos óseos en muy buen estado de conservación, junto a restos cerámicos.

ÉPOCA ROMANA

Hallazgos que, siglos más tarde, nos llevan a la época romana. A ella pertenecen las termas que fueron encontradas en un estupendo estado de conservación y que, según explica Darío Bernal Casasola, catedrático del departamento de Historia, Geografía y Filosofía de la UCA y codirector de las investigaciones, sirvieron de lugar de higiene y ocio “a los trabajadores de las almadrabas, fábricas de salazones y acuicultura de la zona”, confirmando la estrecha relación de los habitantes de la zona con el atún rojo.

Más cerca del mar, a los pies del Faro de Trafalgar, se ubica una villa romana. Construida de forma aterrazada, es de gran importancia por la existencia de un vivero para el engorde de pescado que, excavado en la roca, es el primero del que se tiene conocimiento de toda la Bética.

Centenares de restos pintura mural coloreada, con decoración geométrica y vegetal del III estilo pompeyano, un capitel corintio en biocalcarenita y restos de mosaicos son algunas de las relevantes piezas encontradas en sus estancias. Además, se han hallado trece grandes piletas de una fábrica de salazones, algunas con restos de garum, salsa de pescado realizada, en este caso concreto, con erizos, pescado de roca y cangrejos.

Huellas romanas que, por ahora, se completan con dos edificios (próximos a las termas), estando uno de ellos ligado la industria pesquero-conservera, ya que dispone de tres piletas de salazones y una zona para la limpieza y el despiece del pescado. Para ello cuenta con unamesa longitudinal (en torno a 8 metros) con forrado superior de sillería, lo que la hace única en su género en la Península Ibérica.

PUESTA EN VALOR Y CENTRO DE INTERPRETACIÓN

Aún en fase de estudio (la actuación está financiada por la Consejería de Cultura) y con la esperanza de realizar nuevos e importantes hallazgos, la musealización de este enclave será complicada debido a su cercanía al mar y, tal y como explica Daniel Sánchez, delegado territorial de Desarrollo Sostenible de la Junta, a las dinámicas mareales y dunares de la zona.

“Aunque la estrategia está aún por definir, hablamos de una futura musealización que nada tendrá que ver con un espacio-museo al uso (tipo Baelo Claudia)”. “Se prevé”, explica, “que se realice de una forma muy natural, es decir, a través de un recorrido en el que, con el uso de postes, se indique la existencia de los distintos hallazgos, que se visualizarán de forma parcial. Dichas señalizaciones contarán con unos códigos QR, a través de los que se facilitará información concreta, los vuelos que se están realizando en 3D y la visualización de los yacimientos por dentro. No obstante, todo está aún por definir”.

“Además”, añade, “se plantea también utilizar el Faro de Trafalgar, la casa del farero, como centro de interpretación de los yacimientos”.