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Las mafias de la inmigración se fijan en el narcotráfico

Agentes de la Guardia Civil en Almería denuncian falta de medios para abordar un fenómeno cada vez más especializado, con embarcaciones muy potentes y rápidas

Un agente de la Guardia Civil frente a una patera-taxi que llegó al litoral de Carboneras (Almería)
Un agente de la Guardia Civil frente a una patera-taxi que llegó al litoral de Carboneras (Almería)La RazónLa Razón

«Con los medios que tenemos y el modelo policial actual es muy difícil luchar contra las mafias de la inmigración». Es el lamento de la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC) en Almería, una provincia que este verano ha visto cómo se ha multiplicado la llegada de inmigrantes en pateras. Un fenómeno que, tras la contención derivada de la pandemia, está viviendo una eclosión al calor, esta vez, del empuje del narcotráfico, que ha cambiado los procedimientos y los medios para ganar en rapidez y eficacia. De hecho, tal y como denuncia el colectivo a LA RAZÓN, las mafias utilizan embarcaciones con motores muy potentes que realizan los traslados desde África de una manera muy rápida, burlando los escasos controles de la Guardia Civil en las inmediaciones de la costa.

«Este verano llegaron a El Ejido tres cargadoras con motores de 150 caballos llenas hasta arriba de inmigrantes, una imagen que da una sensación de impunidad», asegura un agente. Estos medios tan modernos y potentes contrastan con los exiguos de la Benemérita, como la embarcación Spica, «con más de 15 años de antigüedad que iba a entrar en la chatarrería, pero fue arreglada para darle dos años más de vida».

Casi 3.000 inmigrantes han sido interceptados por la Guardia Civil en las costas de Almería este verano, pero la AUGC advierte de que tan sólo puede retener el 30% del flujo migratorio. «Nos siguen llegando pateras de Argelia y este año Marruecos ha abierto las puertas, dejando al descubierto lo vulnerables que somos».

El «modus operandi» suele ser el mismo. Los desembarcos duran escasos minutos, desapareciendo los patrones y los inmigrantes del lugar al instante. Uno de los integrantes de las mafias graba la operación para que el jefe verifique el trabajo. Se trata de embarcaciones semirrígidas, conocidas como gomas, que en el mercado tienen un coste de 150.000 euros. Los ocupantes llegan a pagar hasta 10.000 euros por cruzar el Mediterráneo, una cantidad que ha aumentado significativamente en los últimos años. El paquete es completo: viaje en patera, ,un vehículo los recoge y los lleva a un lugar donde se alojan y luego van en autobús al destino final, que suele ser un país de Centroeuropa.

El fenómeno migratorio de Almería es diferente al que experimenta Canarias. En las islas «los barcos son de madera y van a la deriva, por lo que es más fácil que Salvamento Marítimo los amarre y los lleve a puerto. En Almería poco o nada se puede hacer porque la operación es muy rápida. Las embarcaciones llegan a alcanzar los 50 nudos de velocidad, el equivalente a 110 km/h».

La AUGC, además, pone el acento en la figura del petaquero, el encargado de la logística y el que surte de gasolina a las embarcaciones. Una figura que opera en el narcotráfico y que ya realiza las mismas funciones para las mafias de la inmigración. «Si no se ataca a la logística con delitos, y no con infracciones administrativas, pocas herramientas tenemos», subraya el colectivo de la Guardia Civil, que apunta que en Almería han detenido a una decena de personas realizando estas labores, muchos de ellos con delitos previos como robo de vehículos y otros antecedentes.

Tal ha sido el aluvión de pateras este verano que la asociación ha llegado a pedir el apoyo del Ejército y de las ONG en tareas de recepción. Los desplazamientos son largos, desde los límites de las demarcaciones de Granada y Murcia hasta el Centro de Atención Temporal de Inmigrantes (CATE) de Almería, trayectos que los agentes realizan con autobuses sin mamparas. «Son vehículos con capacidad para 16 personas. Si nos llegan 80, 120 o 300 inmigrantes tenemos que multiplicar los traslados y ese servicio no se da a los ciudadanos». Cuando un inmigrante llega a la costa, interceptado por la Guardia Civil, la primera atención que recibe es por parte de Cruz Roja. Recibe ropa, alimentos y puede asearse. Luego pasa a la Policía Nacional, que le hace una reseña fotográfica, se le toma la huella dactilar y se le da un número de identificación temporal. Más tarde recibe una citación policial para iniciar su expulsión.

La AUGC lleva años reclamando en la provincia la construcción de un Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE), un recurso con más capacidad. Ahora, hay cuarteles donde «hay que meter a 50 inmigrantes en un saloncito». La asociación pide que se reagrupen y que cierren los que tienen menos agentes.