Entrevista

Pablo Iranzo: «Mamá, yo quiero hacer cine»

Con tan solo 18 años atesora 51 reconocimientos entre premios y selecciones para festivales en países como Corea, Rusia o EE UU

El cineasta Pablo Iranzo
El cineasta Pablo IranzoLa RazónLa Razón

No sé si llega a la categoría de «niño prodigio» pero lo que hace este niño es prodigioso. Cuenta con 51 reconocimientos entre premios y selecciones para festivales en países como Corea, Rusia o EE UU. Tiene 18 años, estudia comunicación audiovisual y cuenta historias que te remueven del asiento pero no te apartan del sofá. Es sevillano, Pablo Iranzo.

Un tren que descarrila tras arrollar un coche atrapó a Spielberg para la historia del cine, según nos cuenta en su película maravillosa «Los Fabelman». ¿Qué te lleva a amar al cine desde los seis años?

Te diría que fue una mezcla de curiosas casualidades. Una camarita que me regalaron mis padres, la impresión de ir al cine por primera vez y un gorrito y un sombrero. Con la camarita grababa escenas en las que cambiaba de plano tapando la lente con la mano en plena grabación. En el cine fue la impresión de ver algo tan bonito en un trozo de tela gigantesco y el decir «mamá, yo quiero hacer eso».

Me intriga lo del gorrito y el sombrero.

Con solo eso mi abuela montaba increíbles obras de teatro, dos simples complementos para convertirnos en cualquier personaje que imagináramos. Ahí supe que todos podíamos contar historias, yo también.

Y no has parado. Apenas tienes la mayoría de edad y ya has dirigido nueve cortos. Te ha cundido niño… ¿Cómo lo haces?

Lo que te gusta se hace parte de ti. Es verdad que tenemos pocas horas en el día, pero dan para más de lo que parece. Por la mañana estudiar, las tardes para entretenerse con los amigos… y la noche a grabar.

Con todo, tus trabajos han sido premiados en los festivales de Corea, Rusia o el «Austin Film» de EE UU... ¿Qué aporta tu mirada que la hace diferente a los demás?

Dice Lynch que todas las historias han sido contadas ya, pero no por ti. Intento tratar temas de peso desde una mirada fresca y diferente. La cosa es hacer que la gente pueda, como decía un sabio, «vivir otras vidas y probarse otros nombres» desde la comodidad del sofá.

Spielberg en su película tiene como ídolo a John Ford. ¿Cuáles son tus referentes?

Seguramente los clásicos de siempre (Kubrick, Hitchcock o Buñuel), pero hay muchos directores modernos que son una pasada también. Cada vez que ves alguna de sus pelis sales cambiado. Chazelle, por ejemplo, el director de «La La Land» o «Whiplash».

¿Con quién te irías de becario sin pensarlo?

Con mucha gente (risas). Me encantaría con Amenábar, Almodóvar o Chazelle; pero también te diré que la vez que mejor lo he pasado ha sido con el increíble periodista y todavía mejor persona Óscar Gómez y la magia que hace con sus podcast.

¿Crees que el cine conquista a las generaciones jóvenes?

¡Por supuesto que sí! Todos tenemos una cuenta de Netflix. Los reels están bien para pasar el rato. Pero con el cine puedes decir más y durante más rato. Devoramos series y pelis en plataformas como churros pues nos gusta que nos cuenten historias. Pero el cine, bien hecho, te traspasa el alma.

Menudo reto es captar la atención. ¿Cuál es tu fórmula?

Dicen ahora que en menos de tres segundos decidimos si queremos seguir viendo algo o pasar a lo siguiente. Hay una cantidad inmensa de contenido entre el que elegir, y cada vez es todo más efectista, la gente se pelea a gritos por la atención.

Entonces…

Ocurre algo extraordinario, entre tanto grito acabamos prestando más atención a los susurros. Por eso intento algo sugerente pero sutil, para que, como el bolero de Ravel, te envuelva de nuevos matices hasta que la audiencia se quede hasta el final sin darse cuenta que han pasado minutos u horas.

Quien me habló de ti me dijo que era mejor entrevistarte ahora que cuando ganes el Goya. Espero que te acuerdes de mí y de LA RAZÓN.