
Agricultura
El sector del arroz ante el abismo de la competencia desleal
Los costes de producción aumentan mientras llegan importaciones de países extracomunitarios «a precios ridículos»

El buen momento al que se enfrenta el sector del arroz, con una mayor dotación de agua tras varios años de sequía y con la previsión de cultivar el 100% de la superficie, podría empañarse por las importaciones procedentes de países extracomunitarios que ofrecen unos precios más baratos y un cereal con menos exigencias medioambientales y sanitarias. La voz de alarma ya la están dando los productores, que exigen competir en igualdad de condiciones. Unas críticas a las que se suma Vox, que ha presentado en el Parlamento andaluz una Proposición No de Ley (PNL) denunciando la «competencia desleal».
El cultivo del arroz en Andalucía, concretamente en las marismas del Guadalquivir, representa una parte esencial de la agricultura regional. España es el segundo mayor productor de la Unión Europea con 28.000 hectáreas y una producción que supera las 300.000 toneladas, aportando entre el 25 y el 30% de todo el continente. Andalucía supone el 33% de la superficie sembrada en la península y es la principal región productora a nivel nacional. Según recuerda Vox en la PNL, las importaciones de arroz han aumentado considerablemente en los últimos años, alcanzando las 418.447 toneladas en 2024, un incremento del 99,05% respecto a 2019. Los principales países proveedores son Birmania (26%), Argentina (16%), Uruguay (15%) y Pakistán (11%), cuyas prácticas de producción «no siempre cumplen con los estándares fitosanitarios y medioambientales exigidos en la UE». Solo estos cuatro países han pasado de vender 108.494 toneladas de arroz a España en 2020 a 282.397 en 2024, un 160% más. Además, ya en el año 2023 las exportaciones de arroz descendieron un 8,3% respecto al año anterior.
Según Vox, estos países utilizan pesticidas y herbicidas prohibidos en la UE como el Triciclazol, que «afectan a la calidad del arroz y colocan a los agricultores europeos en una posición de desventaja». Además, «la falta de reciprocidad en las normativas fitosanitarias y laborales entre la UE y estos países agrava aún más la situación». El herbicida Aura, una herramienta esencial para el control de malezas gramíneas en los cultivos, no está autorizado en España, mientras que su uso puntual sí se permite en países como Italia y Portugal. «Esta decisión, fundamentada en el mantenimiento de las imposiciones sectarias del Pacto Verde Europeo, limita la capacidad de los arroceros andaluces de competir en igualdad de condiciones con los productores de terceros países».
En este sentido, el partido insta al Parlamento andaluz a tomar medidas que «protejan y fortalezcan al sector arrocero ante los bajos precios alcanzados en origen, una PAC fundamentada en el Pacto Verde cada vez más restrictiva y unos costes de producción cada vez más elevados». En definitiva, «es necesario implementar políticas que promuevan la competitividad del arroz español y que establezcan mecanismos para asegurar que las importaciones cumplan con los mismos estándares exigidos a los productores locales».
Por su parte, el presidente de la Federación de Arroceros de Sevilla, Mauricio Soler, relata a LA RAZÓN que el límite máximo de residuos (LMR) permitido en la UE es del 0,01 mg/kg y en los países extracomunitarios alcanza el 0,09. «Es decir, nueve veces más», apunta. «Es un arroz que entra a unos precios ridículos con los que nosotros no podemos competir», señala Soler, además de lamentar que ·los costes de producción están cada vez más caros y resulta que entran un par de barcos y fastidian el mercado».
El colectivo ha denunciado este asunto en el Ministerio de Agricultura, al que exige una regulación del mercado. Junto a ello, plantea que se articulen cláusulas de salvaguarda. «Al tener que pagar un arancel por introducir esa mercancía, se lo pensarán más. Ahora que tienen el mercado libre meten todo el arroz que quieren en Europa», señala Soler. El presidente de la Federación de Arroceros de Sevilla asegura que los costes de producción «se han triplicado y cada vez tenemos menos herramientas para defender nuestros cultivos». «Te dan la concesión de agua, pero te ataca un hongo y necesitas un herbicida. El arroz es un ser vivo, es una planta y enferma. Si no le damos medicinas no se cría, no se produce y no se come. Hay que ser medioambientalmente respetuosos, pero también tiene que ser un cultivo rentable», apunta. Para que una producción sea rentable, recuerda Soler, «se necesitan al menos 6.000 kilos». «Cuando tuvimos que sembrar el 30% recogimos 4.000 kilos. Eso no da ni para pagar los gastos».
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