Entrevista

Dani Pinilla: «Nos acercamos a una sociedad demasiado controlada, y no es bueno»

Define su última obra, «Kemet», como un «thriller espiritual» en el que un androide capitanea una expedición a la Gran Pirámide de Guiza

Daniel Pinilla, en la presentación de su libro, junto a Javier Padilla
Daniel Pinilla, en la presentación de su libro, junto a Javier PadillaLa Razón

Un androide que experimenta el libre albedrío, la Gran Pirámide de Guiza, una mirada inquieta a la condición humana… ¿Podría explicar de qué trata «Kemet», su nueva novela?

Considero que es un thriller espiritual. A ver si soy capaz de explicarme: la trama nos sitúa en una misión arqueológica que funciona como una tapadera para las elites dominantes en el planeta, obsesionadas por el control total y la desvirtuación de la condición humana. Un androide de última generación, que no ha sido presentado en sociedad, capitanea la expedición al vientre de la Gran Pirámide. Allí sucederá algo inexplicable, toda una epifanía: un soplo cálido cambiará su naturaleza y devendrá en un ser con libre albedrío.

¿Quiere decir que ese androide deja de estar sujeto a una programación?

Exacto. A partir de la epifanía en la pirámide, comienza a actuar por su cuenta y, por lo tanto, a tener dudas morales sobre su comportamiento. También se ve obligado a tratar de entender cuál es su verdadera identidad, su naturaleza intrínseca. Esto me sirve para tratar de exponer en qué consiste la condición humana.

Es decir, el androide… ¿desea convertirse en una persona?

El androide, Teseo es su nombre, desea sentir. No está cómodo con ser sólo una réplica de un ser humano. Quiere emocionarse, no ser eficiente en los cálculos de probabilidades y en los logaritmos.

Y supongo que sus creadores no están muy de acuerdo con eso…

No demasiado. Ahí empieza una aventura en la que el androide se verá cercado y deberá entender qué puede esconder la Gran Pirámide para que él se haya convertido en la pieza más cotizada en una persecución en busca de una verdad sepultada, que debería salir a la luz. Paralelamente, entiende que el control que supone el abuso de la inteligencia artificial es nocivo para el hombre. Y se rebela.

Un androide que reivindica lo analógico, pues.

Podría decirse así. Teseo quiere amar, experimentar el amor, pero su cableado interno se lo impide. Luchará por cambiar su sino. Desea ser libre y falible. Se dejará guiar por su nueva mente inconsciente para desvelar la verdad de los dioses antiguos.

En la portada de su libro ha puesto un sello que dice «IH». ¿Qué significa?

Inteligencia humana. La novela está escrita sin recurrir a los presuntos atajos que aporta el chatgpt y utilidades similares. La literatura es una expresión artística por la que el hombre expresa sus anhelos, sus miedos, esperanzas e ilusiones. No veo adecuado regalar todo eso a la máquina para que después sepa más de nosotros que nuestro propio entorno. Nos acercamos a una sociedad demasiado controlada y eso no es bueno.

Entiendo que espera que su libro funcione como una llamada a la espiritualidad en la era de la tecnología.

Así es. El hombre debería seguir siendo la medida de todas las cosas. Es algo que he vuelto a recordar cuando he presenciado en persona la Gran Pirámide y me he dado cuenta de que es imposible que sea una tumba erigida en la Cuarta Dinastía, como bien nos explicó el egiptólogo Manuel José Delgado.

Última pregunta: ¿por qué ha elegido ese título?, ¿la palabra «Kemet» tiene algún significado?

Kemet es el nombre que utilizaban los antiguos egipcios para identificar su propio país. Venía a significar algo así como tierra roja; posteriormente, esta misma palabra derivó en alquimia, algo que siempre hemos considerado como una especie de quimera o truco de magia para convertir el hierro en oro. Sin embargo, lo que los egipcios deseaban era transmutarse ellos mismos para poder alcanzar su auténtica naturaleza divina.