
Animales
Cómo proteger del frío a los animales que viven en la calle
La llegada del frío y la lluvia representa una amenaza real para muchos animales, especialmente los más vulnerables. Garantizarles un refugio adecuado, una dieta más calórica y una vigilancia constante se convierte en un gesto crucial para su supervivencia

Ante el hallazgo de un animal desprotegido en plena calle, sobre todo cuando la lluvia y el frío arrecian, la primera reacción nunca debe ser la improvisación. La actuación correcta y responsable es una sola: contactar con las protectoras locales o con los servicios municipales pertinentes. Ellos son los profesionales capacitados para gestionar la situación. Si el animal presenta heridas visibles o parece estar enfermo, la llamada debe dirigirse directamente a un veterinario para que pueda ofrecerle la asistencia necesaria.
De hecho, la tentación de intervenir por cuenta propia, movida por una buena intención, suele ser contraproducente. Medicar a un animal sin el diagnóstico de un especialista es un error grave que debe evitarse a toda costa, ya que una dosis incorrecta o un fármaco inadecuado podrían empeorar su estado de salud de forma irreversible. La ayuda más eficaz es siempre la que se canaliza a través de los expertos.
En este sentido, la prevención pasa por una vigilancia constante de su estado. La aparición de síntomas como tos, estornudos, secreciones nasales u oculares o temblores son claras señales de alerta que no pueden ser ignoradas. El aumento de la humedad ambiental en esta época del año también favorece la proliferación de parásitos, por lo que resulta indispensable seguir un protocolo de desparasitación adecuado. Gestos tan sencillos como un cepillado regular contribuyen a su higiene, mejoran la circulación y permiten detectar problemas en la piel. De hecho, es crucial saber interpretar estas señales, ya que en el caso de los cánidos, es importante entender qué significa que un perro tosa, pues podría ser un síntoma de afecciones serias agravadas por el frío.
Garantizar su supervivencia: cobijo y nutrición
Por un lado, la base de su bienestar reside en disponer de un refugio seguro. Es fundamental que cuenten con un espacio que los proteja de la intemperie, completamente impermeable y que esté ligeramente elevado del suelo para aislarlo de la humedad y el frío. Para la base, se deben utilizar materiales aislantes que permanezcan secos, desaconsejando por completo el uso de mantas, ya que tienden a mojarse y enfriarían aún más al animal.
Por otro lado, la alimentación se convierte en una pieza clave. La lucha contra las bajas temperaturas exige un enorme gasto energético, por lo que los animales necesitan un mayor aporte calórico para mantener su temperatura corporal. Si se les ofrece comida húmeda, es crucial retirarla al poco tiempo para evitar que se congele o se eche a perder, y los comederos deben limpiarse a diario. Del mismo modo, el acceso a agua limpia y fresca es vital, por lo que se recomienda reponerla cada día en recipientes pesados que impidan su vuelco. Este ajuste en la alimentación es más efectivo cuando se conoce la condición del animal, por lo que resulta útil saber cómo comprobar si un perro está en su peso ideal para adaptar las raciones a su gasto energético.
En cualquier caso, hay ejemplares que requieren una atención especial. Los más ancianos, los que padecen alguna enfermedad, las hembras gestantes o las crías son extremadamente frágiles ante el mal tiempo. Para ellos, la protección es una prioridad absoluta, por lo que siempre deben tener preferencia a la hora de acceder al cobijo más seguro y resguardado.
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