
Perros
¿Por qué ladra mi perro? Este es el truco para tranquilizarlo y entenderlo
La vuelta a la oficina y los cambios de rutina tras la pandemia han dejado una secuela inesperada: perros más ansiosos que ladran sin cesar. Un problema creciente que, sin embargo, tiene solución con las pautas adecuadas

A veces, el ladrido insistente de un perro no es una simple molestia o un mal hábito, sino la única forma que tiene el animal de comunicar un malestar profundo. Antes de explorar las causas conductuales, es imprescindible consultar con un veterinario de confianza para descartar un problema médico subyacente. Un dolor oculto o una enfermedad no diagnosticada pueden manifestarse a través de una vocalización excesiva, por lo que un chequeo profesional debe ser siempre el primer paso en la resolución del conflicto. De hecho, existen varias señales de alerta que indican cuándo un perro necesita atención veterinaria urgente, y la vocalización excesiva puede ser una de ellas.
De hecho, si la salud del animal es óptima, la raíz del problema suele encontrarse en su entorno y en las emociones que este le provoca. La vuelta a la normalidad tras la pandemia ha supuesto para muchas mascotas un verdadero desafío. El cambio drástico en las rutinas, con dueños que ahora pasan largas jornadas fuera de casa, ha disparado los casos de ansiedad por separación, un desasosiego que encuentra en el ladrido su principal vía de escape. Además, es importante considerar que la predisposición genética puede influir, ya que existen razas de perros pequeños con mucho nervio que son más propensas a desarrollar este tipo de conductas.
En este contexto, la reacción del propietario es determinante. Acudir a la llamada del perro cada vez que ladra no hace más que reforzar esa conducta, enseñándole que es un método eficaz para captar la atención. La estrategia correcta es justo la contraria: se deben premiar los momentos de calma y silencio con elogios, caricias o algún premio, una recomendación que respaldan desde Gabrica en su análisis sobre el comportamiento canino. Así el animal aprende qué se espera de él. Este principio se aplica a muchas otras interacciones diarias, ya que, como explican los adiestradores, incluso la forma de saludar al perro al llegar a casa puede ser un error que fomente la ansiedad en lugar de la calma.
Las claves para recuperar la calma: ejercicio y un entorno seguro
Por un lado, la gestión de la energía del animal es fundamental. La máxima es de sobra conocida por los expertos: un perro cansado es un perro tranquilo. Garantizar una buena dosis de actividad física diaria mediante paseos de calidad y sesiones de juego no solo agota su energía física, sino que también estimula su mente y reduce la inquietud que a menudo desemboca en ladridos. Establecer horarios fijos para estas actividades, así como para las comidas, aporta además una predictibilidad que le da seguridad.
Por otro lado, es crucial combatir el aburrimiento y crear un refugio donde el perro se sienta protegido en ausencia de sus dueños. Dejar a su alcance juguetes interactivos o puzles que dispensan comida ayuda a mantener su mente ocupada durante horas. Complementar esto con un espacio propio, dotado de una cama cómoda, alguna prenda con el olor de su propietario e incluso música relajante, contribuye a generar un ambiente de calma. En casos más persistentes, los difusores de feromonas sintéticas también pueden ser una herramienta útil para reducir sus niveles de estrés.
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