Escapadas
El mirador más impresionante de Asturias está aquí
Se trata de una ventana que quedó en pie en el poblado de A Paicega, construido para los trabajadores del embalse más grande de Asturias
Asturias tiene decenas de miradores, muchos de ellos han sido construidos expresamente para disfrutar de unas maravillosas vistas sobre el paisaje, pero se da la casualidad de que el más impresionante de todos ellos, no tuvo que ser construido expresamente para ello.
Se trata de una ventana que sigue en pie en medio de los vestigios que quedan del poblado de A Paciega, en el concejo de Pesoz. ¿Y qué es A Paicega?, pues un pueblo que fue construido para dar casa y hogar a las más de tres mil personas que trabajaron en las construcción de la presa de Grandas de Salime, cuyas obras comenzaron en el año 1945 y terminaron una década después.
Este embalse es uno de los mayores exponentes del patrimonio industrial asturiano y además, en la época en la que se levantó fue la presa más grande de todo el país. Su visita merece la pena. A parte de la propia presa, obra del ingeniero Joaquín Vaquero Palacios, destacan los murales que decoran el interior de la instalación, destacando el de la sala de turbinas con 60 metros de largo por 5 de alto. Es el mayor embalse de Asturias, y ocupa una superficie de 685 hectómetros de agua. Debajo de ellas quedaron inundados algunos pueblos, como es el caso de Salime, que fue la capital del concejo.
El poblado de A Paicega fue uno de los cuatro que se levantaron en la época y además de sus casas, que se distribuían en doce pabellones, contaba con todo tipo de servicios para quienes vivían allí: panadería, peluquería, iglesia, economato, escuela...
Eran otros tiempos, de los que sólo queda el embalse, ya nadie habita A Paicega y tanto los concejos de Grandas de Salime como de Pesoz, se desangran poblacionalmente.
Lo que sigue funcionando es la presa, que también tiene un mirador, no apto para quienes sufran vértigo.
Cada año pasan por la ventana de A Paicega cientos y cientos de personas, que se hacen allí un foto. Una cosa es contarlo y otra es verlo, la ventana ofrece una estampa de libertad maravillosa, con una vista abierta sobre el río Navia, que baja encajonado entre las montañas y los bosques hasta embalsar en Salime. Hace unos años que la capilla se rehabilitó, pero de las casas de los trabajadores, que vinieron de todos los puntos de España y de Portugal, queda poco o nada. El recuerdo y la ventana, que con sus preciosas vistas te lleva al pasado y te muestra uno de los entornos más bonitos y vírgenes de toda Asturias: el Valle del Navia.
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