Consumo
Carnes blancas: Pavo y pollo, alternativas proteicas más sanas que las rojas y procesadas
Todas las variedades cárnicas pueden formar parte de la dieta, pero la clave está en la frecuencia de consumo y en la cantidad. 150 gramos de cortes magros se pueden tomar hasta 3-4 veces a la semana
Todas las variedades cárnicas pueden formar parte de la dieta, pero la clave está en la frecuencia de consumo y en la cantidad. 150 gramos de cortes magros se pueden tomar hasta 3-4 veces a la semana
Comer o no comer carne. Ésa es la cuéstión que ronda por la mente de los consumidores después del demoledor informe publicado por la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC), dependiente de la Organización Mundial sobre la Salud (OMS), que relaciona el consumo de carne roja y procesada con un mayor riesgo de sufrir cáncer. En este sentido, desde la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN) sostienen que «el citado informe no supone un cambio en las actuales recomendaciones nutricionales de nuestra sociedad y otras sociedades nacionales e internacionales, puesto que desde hace tiempo se ha venido resaltando la importancia de una dieta variada y equilibrada siguiendo el patrón mediterráneo, en la que el consumo de carnes procesadas y carne roja se realice de forma ocasional». Sin embargo, estas recomendaciones no parecen convencer del todo al ciudadano. Según el estudio de Ipsos sobre «El Impacto en el Consumidor Español del Informe sobre la Carne publicado por la OMS», realizado a 502 personas de toda España durante el 27 de octubre de 2015, día que se dio a conocer la noticia, el 43 por ciento de los españoles está preocupado por el informe de la OMS y el 50 por ciento dice que reducirá el consumo de carnes rojas. Ante esta situación, conviene dejar claro que no todos los productos cárnicos son iguales y que no se puede demonizar a un alimento en concreto cuando, por ejemplo, desde la Federación Española de Sociedades de Nutrición, Alimentación y Dietética (Fesnad) recuerdan que «en una correcta alimentación, variada y equilibrada tienen cabida todos los grupos de alimentos, siempre que se respeten las cantidades diarias/semanales recomendadas».
En combinación
El anuncio de la OMS conduce, de forma irremediable, a pensar en buscar otras alternativas cárnicas más saludables que las rojas y las procesadas. Mar Larrosa, investigadora Ramón y Cajal y profesora de Farmacia y Biotecnología de la Universidad Europea de Madrid, sostiene que «no es necesario hacerse vegetariano. La carne roja proporciona proteína de gran calidad y micronutrientes como las vitaminas del grupo B, hierro y zinc, por lo que puede tener beneficios para la salud, siempre que su consumo sea limitado. Como alternativa son fuente de proteínas el pescado, la carne de pollo y de pavo, las legumbres, los huevos y los cereales. Si, por ejemplo, combinamos la toma de legumbres con cereales conseguiremos ingerir lo que se denomina una proteína completa (que contiene todos los aminoácidos esenciales para el organismo)». Precisamente, dentro de los elaborados cárnicos existen productos «muy recomendables como la pechuga o el jamón de pavo y pollo que tienen un bajo contenido en grasa», afirma Natalia Ramos Carrera, dietista-nutricionista de Sprim (Salud, Prevención, Investigación e Información Médica).
La cantidad ingerida era uno de los aspectos en los que se basó el informe de la OMS para describir el riesgo que suponía tomar carne procesada –50 gramos diarios aumentan un 18 por ciento el riesgo de desarrollar cáncer de colon– y la roja –la relación más fuerte se ha observado con el cáncer colorrectal, aunque también para tumores de próstata y páncreas, pero existe una evidencia limitada–. Por ello, Concepción Maximiano Alonso, de la Asociación de Dietistas-Nutricionistas de Madrid (Addinma) y miembro de iNutralia, explica que «si hablamos de carnes magras (conejo y aves sin piel), así como cortes magros de las consideradas carnes rojas, el consumo recomendado es de 3-4 veces a la semana, con un tamaño de ración de unos 125 a 150 gramos».
Una de las críticas que hacen los expertos al informe de la OMS es el hecho de que generalizar, en el caso de las rojas, «que todos los cortes de una misma carne tienen el mismo efecto sobre la salud no es adecuado. Puede deberse a que no existen estudios que diferencien entre cortes de carne dentro del mismo tipo de animal. Por ejemplo, 100 gramos de paletilla de cerdo tiene 29,2 gramos de grasa y la misma cantidad de lomo fresco de cerdo posee 2,65 gramos. Además, aunque diferentes tipos de carnes rojas a misma cantidad de grasa, su efecto sobre el organismo es diferente por el tipo de ácidos grasos que contengan. De hecho, la carne de res o cordero posee más grasa saturada que la de cerdo, por lo que son menos saludables», advierte Maximiano.
¿Y los niños?
Por sus características nutricionales, la carne forma parte de un grupo de alimentos en el que se intercambia y complementa con los huevos y el pescado en la población infantil. El doctor Venancio Martínez, presidente de la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria (Sepeap), afirma que «es necesaria dentro de una dieta equilibrada. Sus aportes son difícilmente sustituibles». Respecto a las variedades, prosigue, «la carne de ternera es menos grasa que la de cordero y el cerdo y, por eso, se denomina “carne magra”, junto con la de pollo y el conejo. Tienen menos del 10 por ciento de materia grasa, frente a las carnes “grasas”, que pueden llegar al 30 por ciento. También dependiendo de la parte del animal y del corte existen diferencias de contenido graso».
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