España
Elecciones y sostenibilidad
La actual ministra de Medio Ambiente en funciones, Teresa Ribera, va a tener que promover la aprobación de la «Ley española sobre el clima»
Fue en 1987 cuando, bajo la presidencia de la entonces jefe de Gobierno de Noruega, Harlem Brutland, y en el marco de las Naciones Unidas, se publicó «Nuestro futuro común»: un largo y sustancioso informe sobre la necesidad de prestar mayor atención al futuro del planeta. Que nuestro único hábitat global estaba muy amenazado ya se había visto en la Conferencia de Estocolmo sobre Medio Ambiente y Desarrollo, de 1972. Amén del «Informe Global 2000» (1980) del presidente Jimmy Carter: «el tiempo se acaba y el desarrollismo pone en peligro los grandes ecosistemas de la Tierra», fue el mensaje emitido en ambos casos. Así nació el concepto de sostenibilidad en 1978, precedente de la economía circular y de tantos otros designios ulteriores, al objeto de reconciliar crecimiento y naturaleza, y mantener una serie de megaequilibrios del planeta azul, visionado por primera vez por el «Man in the Moon» (1969).
A propósito de lo anterior, en casi todos los programas electorales del ciclo de los recientes comicios «generales-europeas-municipales-autonómicas» en España, se han incluido promesas al electorado: «Con base en el Acuerdo de París de 2015 seremos buenos y haremos los deberes para frenar el cambio climático», se dijo. Pero del dicho al hecho, todavía hay mucho trecho. Así las cosas, el nuevo gobierno, en el que se supone va a seguir la actual ministra de Medio Ambiente en funciones, Teresa Ribera, va a tener que promover la aprobación más pronto que tarde de la «Ley española sobre el clima», a la que seguirán los programas para la transición energética, a fin de sustituir la electricidad proveniente de combustibles fósiles por las renovables (eólica, solar, biomasa, etc.). Como también habrá que «meter en cintura» al sector transporte. En otras palabras, tienen que programarse cierres/aperturas de toda clase en el sector de la energía. Un trabajo de gran envergadura. Y de que se haga con inteligencia depende nuestro futuro común de sostenibilidad. Así de claro.
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