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Psoriasis: La calidad de vida de los pacientes, el objetivo de las nuevas moléculas

Las últimas escalas con las que se mide el éxito o el fracaso de una terapia ya valoran, junto a eficacia y seguridad, la percepción del enfermo

Psoriasis: La calidad de vida de los pacientes, el objetivo de las nuevas moléculas
Psoriasis: La calidad de vida de los pacientes, el objetivo de las nuevas moléculaslarazon

Las últimas escalas con las que se mide el éxito o el fracaso de una terapia ya valoran, junto a eficacia y seguridad, la percepción del enfermo

Ya no se busca blanquear la piel. O, para ser exactos, no sólo. Ahora, los efectos de la psoriasis en la vida cotidiana del paciente son el nuevo objetivo de las últimas moléculas contra esta enfermedad.

Esto es posible porque, aunque en los casos leves no se ha avanzado mucho, para los graves sí que se ha dado un gran paso adelante con la aparición de las terapias biológicas que, después de los primeros medicamentos sistémicos, han conseguido controlar la enfermedad en afecciones moderadas y graves. Así, tras la aparición en 2005 del primer fármaco de esta familia –un anti TNF indicado para psoriasis en adultos– muchos han sido los que han visto la luz en años siguientes (los últimos los que actuaban frente a la interleucina IL-17) y que supusieron otro gran salto en la lucha contra la enfermedad y aún siguen dando buenos resultados.

Por eso, además de los buenos datos conseguidos en cuanto al blanqueamiento de las placas cutáneas se están tomando en consideración otras cuestiones más relacionadas con la percepción del paciente y su calidad de vida. Porque, aunque pueda parecer que ambas cosas van de la mano, las mejoras en los síntomas de la psoriasis no necesariamente se traducen en un aumento en la calidad de vida de los pacientes. Y es precisamente éste uno de los parámetros que más se está teniendo en cuenta en los últimos estudios como herramienta, no sólo para comprobar la evolución de la enfermedad, sino también para ver cómo se encuentra el paciente. De todo ello se habló en el marco del 27º Congreso de la Academia Europea de Dermatología y Venereología (EADV) celebrado en París la semana pasada.

Tal es el caso de la IL-23, «una molécula ‘‘master’’ contra la psoriasis», como apunta Esteban Daudén, jefe del Servicio de Dermatología del Hospital de La Princesa de Madrid, aunque «quizás no la única pero sí una “master”, ya que actúa en una de las partes más iniciales de toda la cascada inmunológica bloqueando esta interleuquina. Por eso es bien conocido que es muy eficaz y relevante en la fisiopatología de la psoriasis. Y la evidencia hasta hoy así lo confirma», continúa el especialista.

«Es la clase más reciente, es muy segura y además tiene una respuesta duradera», coincide Kristian Reich, profesor de Dermatología en la Georg-August-University Göttingen de Alemania y miembro de la Dermatologikum Berlin Germany, centro de excelencia internacional de Dermatología y cuidado al paciente.

La investigación con ella ha dado como resultado una nueva clase de medicamentos, la más reciente y, a decir de los expertos, también la más prometedora, ya que interviene en las partes más iniciales en las que se desencadena el proceso. Un hecho que tiene aún más mérito teniendo en cuenta que, como dice Isabel Belinchón, dermatóloga del Hospital General Universitario de Alicante, el actual es un «momento dulce en cuanto a las opciones terapéuticas que se pueden ofrecer a los pacientes pues en los últimos 15 años se han desarrollado muchos fármacos».

Hasta tal punto resulta prometedor este abordaje que son varios los laboratorios que están desarrollando medicamentos para la psoriasis con este mismo mecanismo de acción bajo diferentes denominaciones: tildrakizumab (que esta misma semana ha recibido el visto bueno de la Comisión Europea), risankizumab o guselkumab, el primero en obtener la aprobación por parte de las autoridades sanitarias europeas y cuya aprobación se espera en España para finales de este año.

Redefiniendo objetivos

El efecto negativo de la psoriasis sobre las vidas de las personas puede ser inmenso. Por este motivo, la determinación de la calidad de vida relacionada con la salud es ahora un componente importante de la evaluación de la psoriasis. Así, datos presentados en el congreso de la EADV con guselkumab (desarrollado por Janssen) demostraron que las herramientas para determinar los resultados a largo plazo comunicados por los pacientes (como el Diario de síntomas y signos de la psoriasis), están redefiniendo los objetivos del tratamiento desde la perspectiva del paciente. Se demostró que el estado sin síntomas según esta escala está más relacionado con mejoras de la calidad de vida que una respuesta PASI 100 –una herramienta de evaluación que utiliza el médico para determinar la gravedad de la enfermedad basándose en los signos visibles de lesiones (enrojecimiento, el grosor y el grado de escamas) y en las áreas afectadas– en pacientes con psoriasis de moderada a grave.

Tradicionalmente para medir la eficacia de los tratamientos se emplea este índice de la severidad del área de la psoriasis (PASI), en la mayoría de los ensayos sobre la psoriasis, en concreto, actualmente se usa la respuesta PASI 75 (que quiere decir que el objetivo es la reducción del 75% de las lesiones cutáneas) como criterio de valoración principal. Pero, como decíamos al principio, el problema es que esta mejoría no siempre va de la mano de la percepción del propio paciente.

¿Pasi 75 o 90?

Además, otro de los temas de debate entre los expertos es el nivel de exigencia de las nuevas terapias con las que PASI 90 y 100 se están convirtiendo en la nueva referencia. «Con los primeros biológicos se pedía un PASI 75 pero con los actuales se intenta alcanzar el 90 e incluso se plantea llegar al 100. Es una cuestión médica a debate, en dónde nos debemos poner el límite, como objetivo ideal es 90, aunque en ocasiones, siendo realistas hay que bajar el listón», opina el doctor Daudén. «El 75% se consigue ya en muchos pacientes, por eso nos atrevemos a pedir mejoras del 90%», prosigue la doctora Belinchón, quien también es coordinadora del Grupo de Psoriasis de la Academia Española de Dermatología y Venereología.

En cualquier caso, y como apostilla Daudén, no hay que perder de vista que, aunque se ha avanzado mucho en su tratamiento, «lo que hacemos es controlar la enfermedad, no curarla». Para eso habrá que esperar, como poco, al Congreso de la AEDV del año que viene.

RETOS PARA EL FUTURO

Pese a los grandes avances producidos en el abordaje de la enfermedad aún quedan retos por delante. Así, algunas de las cosas que se pueden mejorar, según los expertos, además del tratamiento de la psoriasis leve, pasan por encontrar fármacos que puedan cambiar la historia natural de la patología (esto es, que por actuar precozmente se vuelva leve) y, sobre todo, el concepto de la psoriasis sistémica. «Está asociada a muchas patologías, por eso su abordaje debería ser integral y no sólo cutáneo. También que los nuevos medicamentos actúen sobre estos órganos que se ven afectados por la poriasis, como en la piel», apunta el doctor Daudén. Porque, como señala Kristian Reich «no es sólo una enfermedad dermatológica: en el 22% de los casos existe comorbilidades (es decir, además de la psoriasis se dan otras patologías derivadas o relacionadas con esta enfermedad) y tienen un mayor riesgo de desarrollar problemas cardiovasculares. Se sabe que hay muchas enfermedades en las que la inflamación tiene mucho que ver. Y conseguir una mejor calidad de vida no consiste sólo en tratar la patología», concluye el experto.