Volkswagen
Volkswagen: Emisiones peligrosas para la salud
La manipulación de las emisiones por parte del grupo alemán no sólo ha originado una violación de la ley de calidad del aire, sino también del organismo humano. Los contaminantes emitidos por estos motores pueden provocar problemas respiratorios, cardíacos, asma y alergias
La manipulación de las emisiones por parte del grupo alemán no sólo ha originado una violación de la ley de calidad del aire, sino también del organismo humano. Los contaminantes emitidos por estos motores pueden provocar problemas respiratorios, cardíacos, asma y alergias
Desde el 2008, Volkswagen ha vendido coches con motores diésel actuando de forma fraudulenta con las emisiones de los contaminantes atmosféricos. Los vehículos fabricados por el gigante automovilístico alemán han producido un incremento de los niveles de emisiones de partículas en suspensión y de dióxido de nitrógeno (NOx) hasta 40 veces superior de lo que se creía. Un problema mucho más acuciado en el entorno europeo, donde la presencia de los diésel es mucho mayor que, por ejemplo, en Estados Unidos.
La manipulación de las emisiones de los coches Volkswagen no sólo ha causado una violación de la ley de calidad del aire, sino también de la salud pública. Este tipo de gases contaminantes está altamente relacionado con enfermedades respiratorias y cardiovasculares porque producen una gran variedad de efectos adversos para la salud, ya que el control de los NOx emitidos por los motores de estos vehículos –gases cuya acumulación en el aire de las grandes urbes corresponden al 90 por ciento– son particularmente importantes para la salud pública.
Desde la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (Separ), «los productos de combustión de los motores diésel son cancerígenos», explica Carmen Diego, neumóloga y coordinadora del Área de Enfermedades Respiratorias de Origen Laboral y Medio Ambiente de esta sociedad. La misma Organización Mundial de la Salud (OMS) incluyó las emisiones de los motores diésel como agente cancerígeno del grupo 1-A, pasando a tratarse de los principales causantes de cáncer de pulmón. Esto se debe, según explica Diego, «a que la parte sólida del producto de combustión se adhiere a los bronquiolos, y estas partículas producen inflamación de la vía aérea y agudización de enfermedades respiratorias». Asimismo, las partículas más pequeñas son las más problemáticas «ya que debido a su tamaño pueden llegar a los alveolos pulmonares y pasar al torrente sanguíneo», apunta David Rojas-Rueda, investigador del Centro de Investigación en Epidemiología Ambiental (Creal).
Sin embargo, además de los problemas respiratorios, hay una amplia gama de enfermedades que pueden ser causadas o aceleradas por los contaminantes del aire, un ejemplo son los diversos tipos de patologías cardiovasculares como «la arterioesclerosis, los infartos de miocardio y los accidentes cerebrovasculares», insiste Ángel Sánchez, vocal de la Sección de Cardiopatía Isquémica y Cuidados Agudos Cardiovasculares de la Sociedad Española de Cardiología (SEC). El incremento de este tipo de emisiones contaminantes provoca «un aumento de la formación de trombos y coágulos en las arterias tanto a nivel coronario como cerebral», así como un incremento de la presión arterial que hace que «el corazón tenga que luchar contra esa elevada presión y que pueda sufrir isquemias», añade Sánchez. E, incluso, alterar el ritmo cardíaco del corazón, algo asociado a arritmias ventriculares y muertes súbitas.
La OMS también atribuye a esta contaminación unos tres millones de muertes al año en el mundo. Recientemente, investigadores del Instituto Tecnológico de Masachussets y la Universidad de Harvard, en EE UU, publicaban en la revista «Environment Research Letters» que este exceso de emisiones de los vehículos Volkswagen estaría detrás de unas 60 muertes prematuras al año en este país. En Europa, en cambio, hay prudencia. «Las estimaciones de mortalidad son muy difíciles de calcular por la dificultad de saber el número concreto de automóviles afectados, el tipo de uso en España y las zonas afectadas», asegura Rojas, por lo que en España, no hay unas estimaciones precisas de la exposición como para poder cuantificar su impacto en la salud en nuestro país.
Más alérgicos
La capacidad del 80 por ciento de las partículas diésel para atravesar los alveolos y los capilares sanguíneos, por su tamaño extrafino, aumenta la sensibilidad ante el alérgeno. Tal y como explica Francisco Feo, miembro del Comité de Aerobiología de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (Seaic), «las emisiones de este tipo de vehículos diésel actúan sobre el bronquio, favoreciendo que el sistema inmunológico entre en contacto de forma más intensa con el polen».
La relación entre emisiones contaminantes y alergias es una de las principales causas del aumento de pacientes, ya que cuatro de cada diez personas padece una afección de este tipo. El incremento de su incidencia se puede observar en la rinitis alérgica, que afecta a entre el 10 y el 25 por ciento de la población, y en el diagnóstico de asma, que ha aumentado entre un cuatro y un diez por ciento en los últimos años. «Estamos viendo cómo el parque automovilístico diésel es mayor, es por eso que cada vez hay más alérgicos, pues son dos escalas paralelas», señala Ángel del Moral, director del Comité de Aerobiología de la Seaic.
Estas cifras se concentran sobre todo en el ámbito urbano, pues las partículas de emisión diésel generan un ambiente hostil para las plantas que, como reacción, generan pólenes más agresivos. «Ante la contaminación, los vegetales se defienden fabricando las llamadas proteínas de estrés, que tienen una relación directa con la alergenicidad de los granos de polen», afirma Pilar Mur, jefa de Alergología del Hospital de Santa Bárbara de Puertollano. Las consecuencias de este tipo de plantas más combativas no sólo hacen referencia al aumento de diagnósticos, sino que también se vinculan a las alteraciones sufridas por pacientes con asma de intensidad leve o moderada alérgicos a pólenes. «La contaminación hace que la persona alérgica tenga complicaciones para respirar y presente crisis de asma», explica del Moral.
El organismo humano se resiente por estos contaminantes diésel por lo que «hay que entender que nos enfrentamos a un problema que trasciende lo económico y lo ecológico, para convertirse en un problema de salud pública global», apostilla Rojas.
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