Turismo
Esta es la cantidad de arena de las playas de Baleares que los turistas se llevan a su casa
Cada año los turistas se llevan alrededor de 300 toneladas de arena de las playas de las islas que visitan durante sus vacaciones, según un informe publicado por la red Mar Balear
El turismo masivo en Baleares deja una factura ambiental difícil de ignorar. Cada verano, millones de personas disfrutan de sus calas y arenales, pero lo que muchos no saben es que, sin querer, se llevan consigo cientos de toneladas de arena, acelerando el desgaste de uno de los ecosistemas más frágiles del archipiélago.
Según datos recogidos en el último informe de sostenibilidad marina de las islas, solo en 2023 se perdieron más de 300 toneladas de arena por el simple contacto de los turistas con la costa.
Este fenómeno, aparentemente menor, adquiere una magnitud alarmante cuando se observa el volumen total de visitantes y la presión que estos ejercen sobre el medio. En pleno verano, Baleares puede albergar hasta dos millones de personas al mismo tiempo, una cifra récord que se alcanzó el pasado 7 de agosto, cuando se registraron 2.079.000 personas en el archipiélago.
El turismo se multiplica por 58
El crecimiento ha sido vertiginoso. En apenas seis décadas, el número de turistas que visitan Baleares se ha multiplicado por 58, y con ellos, también las infraestructuras turísticas: de apenas 14.000 plazas legales en los años 50 a más de 600.000 en 2023. Este aumento desproporcionado ha sobrepasado, en muchos casos, la capacidad de carga del entorno, sobre todo en los municipios costeros.
El informe, elaborado por la red Mar Balear con la participación de las principales instituciones científicas marinas de las islas, señala que las playas son los espacios más perjudicados por este modelo de ocupación masiva.
A la pérdida de arena se suma la acumulación de residuos, la alteración de ecosistemas submarinos por las cremas solares y la presión sobre infraestructuras clave como las depuradoras, muchas de las cuales ya no dan abasto durante los meses punta.
Sobrecarga en las depuradoras
Uno de los puntos críticos detectados por los investigadores es el colapso de las plantas de tratamiento de aguas. Varias de ellas superan su capacidad máxima en verano, debido en gran parte al auge de las viviendas vacacionales. En Mallorca, por ejemplo, una de cada cuatro plazas turísticas se encuentra en este tipo de alojamiento, más difícil de controlar desde el punto de vista de los recursos públicos.
Raquel Vaquer, coordinadora del estudio, advierte que "los efectos son acumulativos y cada temporada de verano nos deja un litoral más degradado y unas aguas más vulnerables", como ha publicado Radio Ibiza. La experta destaca que la presión humana ya ha alterado el equilibrio natural de muchas zonas marinas, y si no se pone freno, las consecuencias a medio plazo podrían ser irreversibles.
Cambio climático: un enemigo silencioso que agrava el problema
A todo ello hay que sumar el ascenso del nivel del mar, uno de los efectos más visibles del cambio climático. Las playas no solo se enfrentan a la extracción accidental de arena por parte de los bañistas, sino también al retroceso de la línea de costa, una amenaza lenta pero constante.
El informe concluye con una llamada a la acción: una revisión urgente del modelo turístico y una planificación realista de la sostenibilidad del archipiélago. La receta, según los investigadores, pasa por limitar la carga turística, mejorar la gestión de residuos y reforzar las infraestructuras para que Baleares no pierda su mayor tesoro: sus playas.