
Lujo
La isla con las aguas más cristalinas de Europa está en España
Se trata de uno de los destinos más naturales de España, un territorio sin semáforos y repleto de playas perfectas para pasar las vacaciones de verano. Eso sí, los precios elevados no están al alcance de todos los turistas

En un rincón del archipiélago balear, rodeada de aguas turquesas y protegida por un ritmo de vida pausado y auténtico, se encuentra Formentera, la más pequeña de las islas habitadas de las Baleares.
A menudo eclipsada por su vecina Ibiza, Formentera ha sabido conservar su esencia y posicionarse como un refugio natural para quienes buscan un turismo más sostenible, alejado del bullicio y la masificación.
Con apenas 83 kilómetros cuadrados de superficie, esta isla se ha ganado el calificativo de paraíso mediterráneo. Su acceso, únicamente posible por mar, es ya un filtro natural que aleja al turismo masivo y permite mantener cierto equilibrio ambiental.
Llegada al puerto de La Savina
La mayoría de visitantes llegan a través del puerto de La Savina, tras un corto trayecto en ferry desde Ibiza (ya que la isla no tiene aeropuerto). Una vez en tierra, lo que espera es un entorno privilegiado donde el tiempo parece detenerse.
Sus playas están consideradas entre las mejores de Europa. Ses Illetes, con su arena blanca y sus aguas cristalinas, se repite cada año en los rankings internacionales de destinos más deseados.
Le siguen de cerca Cala Saona, una pequeña bahía rodeada de acantilados rojizos, o Es Pujols, con una oferta más completa de ocio y restauración, pero sin perder el encanto isleño. El litoral de Formentera está salpicado de torres defensivas, antiguos varaderos de pescadores, y rincones donde el ser humano ha intervenido mínimamente.
Las praderas de posidonia pitiusa
Uno de los grandes tesoros de la isla se encuentra bajo el mar: las praderas de posidonia oceánica, declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Este ecosistema marino no solo garantiza la transparencia del agua, sino que también es esencial para la biodiversidad y para combatir el cambio climático.
De ahí que las autoridades insulares hayan apostado por limitar el fondeo de embarcaciones sobre estas praderas y promuevan un turismo náutico más responsable.
Los dos pueblitos principales
El interior de Formentera es igual de fascinante. Pequeños pueblos como Sant Francesc Xavier o Sant Ferran de ses Roques conservan la arquitectura tradicional y ofrecen una experiencia mucho más cercana y relajada que otros destinos turísticos. La isla también cuenta con una red de rutas verdes que permite recorrerla a pie o en bicicleta, atravesando campos de cultivos, muros de piedra seca y antiguos molinos.
Aunque el verano es su temporada alta, Formentera también ofrece una cara distinta fuera de los meses más turísticos. El otoño y la primavera regalan paisajes tranquilos, temperaturas agradables y una conexión aún más íntima con la naturaleza. No son pocos los que la visitan en estas fechas buscando precisamente eso: calma, autenticidad y silencio.
Un destino sostenible
La isla ha sabido conjugar su atractivo turístico con una gestión enfocada a la sostenibilidad. En los últimos años, se han implantado medidas como la limitación del acceso de vehículos durante el verano, el fomento del uso de bicicletas eléctricas y campañas de concienciación ambiental entre residentes y turistas.
En un mundo cada vez más marcado por el turismo de masas, Formentera representa una alternativa posible: un modelo de isla que protege su patrimonio natural, cuida sus tradiciones y recibe a sus visitantes con hospitalidad, pero también con responsabilidad. Quien llega a Formentera descubre mucho más que playas de postal. Descubre una forma distinta de entender el viaje.
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