Empleo
El fin del trabajo (tal y como trabajábamos) en el futuro próximo
Recuerdo una expresión de mi infancia y adolescencia: “flanito se ha colocado en la Caja de Ahorros” o en la empresa tal o cuál.
Expresión feliz, que suena viejuna. Más aún: absurda. La cultura de la “colocación” ha desaparecido, no volverá jamás.
No es que haya desaparecido el trabajo “fijo” del “colocado”, hoy todos estamos más o menos a la intemperie, menos unos pocos, quizá funcionarios... ¡Es que está a punto de desaparecer el trabajo!
Veamos:
- Por mor de la robotización desaparecen trabajos, profesiones enteras. Igual que desapareció el carbonero o el herrador, cerró el videoclub, y las pocas librerías que quedan se reinventan con marketing de guerrillas para vender experiencias culturales y no libros, es de prever que sigan desapareciendo empleos y oficios en los próximos años. Son conocidos los agoreros estudios que dicen que en torno a un 50% de los actuales empleos, desaparecerán para dar lugar a algunos nuevos.
- 700 profesiones o más son automatizables ya.
- No desaparecerán solo los trabajos más descualificados, sino que los servicios profesionales se han de reinventar: médicos “aumentados” a veces, sustituidos más adelante por inteligencia artificial. Igual que los abogados. Y qué decir de los consultores.
- Prácticas profesionales enteras se revisan y/o mueren: el formador y el consultor, yo lo soy, somos cada día menos necesarios en los tiempos de Youtube. En los tiempos del “todo está en las nubes, solo hay que saber buscar y dedicar unas horas en Google”.
Estamos en la economía de los pequeños encargos, y es previsible que los nuevos empleos se creen en torno a una figura, a un modelo: el autónomo, el freelance. Lanza libre, mercenario que vende al mejor postor su creatividad, su inventiva, su pericia en una tecnología para lograr pequeños encargos.
Se mantendrán, dicen, y así lo creo, empleos que:
- Requieran de relaciones sociales complejas, asesoramiento no simple.
- Son de naturaleza táctil: el dentista y el fisioterapeuta tienen más “vida por delante” que el tendero y el personal shopper, tan sustituibles por algoritmos.
Surgirán nuevos sectores y especialidades. Si no estamos familiarizados con estos conceptos, nuestro empleo y posición en el mundo, peligran. A saber:
- Big & Smart Data. El algoritmo es el rey, el dato, el petróleo... Y quien lo sepa usar, ejercerá un poder experto de nuevo brujo de la economía digital.
- Realidades irreales, virtuales y aumentadas, mixtas y surreales; se requieren expertos en recrear mundos de fantasía digital para enriquecer una sociedad, como explicaré, cada día más polarizada.
- Internet de (todas) las cosas y las casas (domótica por doquier).
- Revolución del transporte, ya la estamos viviendo: patines y drones, nuevas obsesiones y todos queremos ir volando a ver a la abuela a la residencia de ancianos. Porque cada día hay más ancianos, lo que generará empleo en la Silver Economy.
- La Silver Economy desarrollará la teleasistencia y hará posible los geriátricos más humanos. Atenderá el envejecimiento activo y antiaging, nuevo foco de negocio.
- Neurociencia enriquecida con tecnología aplicada al cerebro.
- Biología, biometría y biohacking: del vestible al injerto bajo la epidermis de sensores, hay un paso muy corto.
- Blockchain.
Habrá empresas gigantes que dirán que cuidan a más no poder la employee experience y que valoran la capacidad de comprender el mundo, de conectar personas empáticamente, de ser globales, de usar la matemática, de tener la doble visión cliente y financiera y que cuidan el intraemprendimiento. La realidad será que tendrán una visión de que todos son altamente sustituibles, y habrá empresas muy pequeñas trabajando en red, con millones de autónomos haciendo pequeños encargos.
Curiosamente, hay una enorme paradoja y contradicción: de una parte, no habrá empleo, y creo que daremos carta de naturaleza a una renta básica universal para mantener un mínimo umbral de consumo y sostener “el sistema” (lo que no sé es qué revolución fiscal permite mantener dicha renta). De otra parte, habrá una exigencia de trabajar hasta los ochenta: si vives cien años, la esperanza de vida está creciendo muchísimo, no será posible jubilarse con 65 para vivir más de treinta años de la pensión pública, ¡ni complementando con las pensiones privadas! (que crecerán exponencialmente en los próximos años).
En suma, la era digital debería traer abundancia. En un marco de gran desigualdad, con gran cantidad de “clases pasivas”, habrá una fuerte polarización entre tres niveles:
o Propietarios de los medios de producción, ínfima minoría.
o Creativos que alimentan las máquinas, las programan y mantienen, aportan inventiva a la tecnología y aportan valor a los primeros.
o Una grandísima mayoría proletarizada de clases pasivas y dependientes, parados y subempleados. Gente que atiende encargos, autónomos y falsos autónomos, por doquier, reinventando cada día su existencia profesional.
Afortunadamente, creo, la robotización traerá paro, sí, pero también productividad, lo que genera abaratamiento de productos y servicios. Esto traería (si nos lo podemos permitir) más consumo, y esto, a la vez, generación de empleo.
Paradojas y contradicciones en un contexto cierto: pocos “colocados”, casi todos en la intemperie de un tiempo, en el que vivimos, de auténtica revolución en el trabajo.
No nos van a preguntar si asumimos el reto. Sí o sí.
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