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Miedo al futuro
Fernando Savater, citando a Stendhal (Odio, EL PAIS, Sábado 4 de febrero de 2017), en un artículo escrito en otro contexto (era relativo al País Vasco), me generó una inquietud: intenta no ocupar tu vida en odiar y tener miedo. Estoy haciendo esfuerzos por mantener la frialdad de análisis, pero reconozco mi temor, miedo incluso, a veces, azuzado, con frecuencia, por el diálogo amistoso y profesional con expertos.
En una reunión de trabajo, un amigo y colaborador, grandísimo experto en Transformación Digital y Robótica me aseguraba: “Nuestros hijos, probablemente, no tendrán un trabajo, o tendrán varios y dispares, o no trabajarán. Nadie sabe de dónde procederá el ingreso, pero si se sabe de dónde no procederá: del trabajo como lo entendemos hoy”.
Al día siguiente, un gran amigo, ex directivo de una de las más importantes escuelas de negocios españolas, ya retirado, me decía en un Whatsapp: “Se acercan tiempos muy difíciles que no tenemos ni idea de cómo se van a resolver y que no hemos vivido antes”.
Yo mismo, siento que me baila el suelo bajo los pies. ¿Quién contratará consultoría y formación en el año 2027? Sistemas expertos sustituirán el consejo por la analítica digital, ¿formación y desarrollo de quién? Hace tiempo que sostengo que no vivimos un tiempo de cambios, sino un cambio de tiempos. Transformación que coloca a la gente de todo el orbe ante el desafío de adaptación más grande, quizá, de la historia de la humanidad, en el que la natural resistencia al cambio no tendrá nada que hacer porque es imparable. Veamos:
La situación política es bastante desafiante: el Brexit, por un lado, y la recién iniciada era Trump, por otro. Las elecciones en otros países Europeos nos tienen con el alma en vilo. Creo que se está evidenciando que Samuel Huntington (que escribió su libro El choque de civilizaciones en 1996, en el que afirmó que el conflicto entre Occidente y el mundo musulmán sería inevitable, ya que cada uno cuenta con un sistema de valores significadamente diferentes), se quedó corto, ¡muy corto! Y algunos sostienen que estamos en los albores de una “guerra mundializada”, el propio Javier Solana, que de estos temas tiene criterio, sostiene estas tesis, señalando que lo natural será “vivir con miedo”.
Movimientos extremistas en ambas “civilizaciones” (también hay autores sostiene que el mundo islámico es una “incivilización”): el autodenominado Estado Islámico y los populismos occidentales están incrementando sus fuerzas. Leemos con absoluta naturalidad sobre bioterrorismo, y nos estamos acostumbrando al terror, hablaremos de guerra de cuarta generación y conflicto asimétrico (¡guerra de guerrillas en nuestras smartcities!) en los próximos años. Temor, mucho temor. La geopolítica y la tensión por el control de los recursos naturales tienen mucho que ver con el conflicto de civilizaciones.
El cambio climático trae temperaturas extremas, con un incremento de la temperatura promedio, deshielo y acidificación de las aguas, supertormentas y fenómenos naturales inesperados, aunque cada vez más frecuentes. Quiero creer que la menor dependencia de las energías fósiles supondrá un respiro para la tierra. ¿Podrá el Medio Ambiente esperar?
Del envejecimiento de la población y la demografía ya he escrito en este blog semanas atrás: en 2015 nacieron en España menos personas que las que murieron. Viejos septuagenarios cuidarán cada vez más a sus padres centenarios. Hemos de acostumbrarnos a un panorama envejecido, con sus amenazas y oportunidades. Miedo y esperanza: buscaré las oportunidades...
La pérdida de importancia de la clase media, ha sido ampliamente estudiada, pero nadie es capaz de prever el efecto en la economía a largo plazo; nadie duda, sin embargo, del efecto político, que favorece los radicalismos. La pobreza y la desigualdad, son peligrosas política y económicamente. Vamos a un mundo en el que el 15% (¡o menos!) de la ciudadanía gozará de un nivel de vida cómodo y de una existencia estimulante, y en el que el resto tendrá salarios estancados o incluso descendentes, pudiendo unos sobrevivir y los demás quedarse por el camino. Me causa muchísimo temor.
La Transformación Digital, que es la cuarta revolución industrial, es susceptible de ser resumida en varias tendencias: robots de todo tipo, inteligencia artificial, computación cognitiva, Big& Smart data, impresión 3d, realidad virtual y aumentada, servitización, drones, revolución logística vía el transporte autónomo, por supuesto, la economía colaborativa y el P2P, la domótica (para quién la pueda pagar) , y la industria 4.0 .
En la industria 4.0 y sus fábricas inteligentes automatizadas. Se dice: “Hay dos seres vivos, el hombre y el perro. El hombre da la comida al perro, que se encarga de que el hombre no toque la máquina”. ¿Este chiste tiene gracia? Es tragicómico, refleja el efecto en el empleo. Por supuesto surgirán nuevos tipos de empleos, pero, sin duda, se perderán muchos más. Y empleos que no eran cruciales hace un tiempo serán neurálgicos (el licienciado en Matemáticas, por ejemplo). ¡Van desapareciendo trabajos de media cualificación que constituían la esencia de la clase media!
Según World Economic Forum 2016, La digitalización de la industria supondrá la desaparición de 7,1 millones de empleos en todo el mundo para 2020 y la creación de 2,1 millones de nuevos puestos de trabajo. En el mismo estudio, se estimaba que el 65% de los alumnos de educación primaria trabajarán en empleos que no existen en la actualidad. Si eres gestor de fondos de inversión, tu trabajo está obsoleto, si eres conductor de vehículos de cualquier tipo, igual. Sólo queda esperar a que todas las nuevas tecnologías que ya existen se vaya “metastasiando” por el mercado laboral.
En el caso español, es de prever que se perderán empleos poco cualificados y se desplazarán puestos de bajo valor añadido a países emergentes donde la mano de obra es más barata, lo que no pone fácil equilibrar las tasas de desempleo, ni incrementar el consumo interno. Otros analistas, felizmente, sostienen al contrario, que surgirán otros nuevos empleos de forma razonablemente equilibrada.
Incertidumbre y esperanza.
Leí a Cercas (El País, domingo 29 de enero 2017, Cuánto mejor, peor) y me hizo darme cuenta de que El temor, atenaza: hay que estar muy despierto para lo que se avecina, porque ya está aquí. Los datos señalan que la humanidad (esperanza de vida, alfabetización, erradicación de enfermedades y pobreza extrema, etc.) está en la mejor situación de su historia y, sin embargo, los análisis parciales nos hacen ver que el mundo empeora. El temor, no nos deja ver lo que hay de bueno en los cambios.
El temor y esperanza me hacen realizar un frío análisis: conciencia de cambio y alerta, tomar decisiones para enfrentarse a “lo que ya se puede ver del futuro”; estudiar, y enfrentar el cambio, ¡sin miedo! Y por supuesto trabajando, mientras puedas. Y como decía al inicio de estas líneas: “Intenta no ocupar tu vida en odiar y tener miedo”.
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