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La corrupción no es cuestión de partidos

La corrupción no es cuestión de partidos
La corrupción no es cuestión de partidoslarazon

Por David Muñoz Lagarejos

En la actualidad hay un partido político que centra todas las miradas sobre corrupción, el Partido Popular. Es verdad que han aflorado en los últimos meses y años multitud de casos de corrupción de dirigentes populares y que eso, a mí particularmente, no me gusta, lo aborrezco. Pero la corrupción no es monopolio del PP, ni es cuestión de partidos, sino de la política en sí, de su poder y su expansión.

Es interesante señalar la amnesia colectiva que padece gran parte de la sociedad española. Ahora solo se habla de la corrupción ‘azul’, la del PP. Ya no se habla de la corrupción catalana a manos de la antigua Convergència, que ha manejado los hilos en Cataluña desde tiempos de Jordi Pujol y Artur Mas, que fue, en este ámbito también, su sucesor. Tampoco parece interesar ya la corrupción del PSOE, donde los ERE siguen acaparando la falta de decencia y dignidad de algunos dirigentes socialistas.

Y esto en cuanto corrupción económica. Pero la corrupción moral también importa en esta vida, y más en la esfera pública. Y si hay un partido que se lleva la palma en este ámbito actualmente es Podemos. Algunos dirigentes podemitas han asesorado al régimen chavista y simpatizan con el movimiento bolivariano. No tenían problema en decirlo en público cuando no eran famosos. Ahora que dependen muchos votos de su comportamiento, ya no lo defienden tanto en público, aunque su simpatía sigue estando presente en ellos. Por no hablar de perseguir la corrupción económica mientras se reúnen, amistan y/o comparten manifestaciones con proetarras y el brazo político de ETA. Esta corrupción moral, presente también en otros partidos, no cabe duda que tiene relación directa con la demagogia, y en eso Podemos se mueve como pez en el agua.

También ayuda a la sensación de que hay más corrupción el trato hacia un imputado o investigado. Se le suele tratar, tanto política como mediáticamente, como si ya hubiera sido condenado. Es algo que no tiene claro buena parte de la sociedad: un imputado no es un condenado, no se ha probado todavía que sea corrupto; por muchas evidencias que haya para pensarlo, hay que dejar hacer su trabajo a los tribunales.

Como he dicho antes, la corrupción no depende de los partidos. Es algo inherente a la política y su poder de expansión. A más ámbitos de decisión que tengan los políticos, más corrupción. A más poder discrecional, más corrupción. Como se puede desprender del Índice de Percepción de la Corrupción, que realiza cada año Transparencia Internacional, aquellos países con Estados más grandes y menos respeto por las libertades individuales son los países con mayor percepción de corrupción. También hay otro factor a tener en cuenta: la rendición de cuentas. Cuanto menos tenga que rendir cuentas un político ante los ciudadanos, más corrupción habrá.

Por mucho que Podemos y los partidos mal llamados “regeneracionistas” digan querer acabar con la corrupción, en realidad lo que les preocupa es el reparto de la corrupción. Podemos y el resto de partidos así etiquetados también tomarían las redes políticas que ofrece el Estado para utilizarlas a su favor.

Dejemos el BOE en manos de Podemos, dejemos que aumente su poder político y verán el resultado. Como su espejo político Hugo Chávez, el cual también quería acabar con la corrupción bipartidista en Venezuela. Ya ven ahora las consecuencias del régimen que él empezó en el país sudamericano.

Decía Lord Acton que “el poder tiende a corromper, el poder absoluto corrompe absolutamente”. Por tanto, debe quedar claro que la corrupción no es cuestión de un partido u otro, sino que es inherente a la política, un vicio innato en ella, que se hace más grande cuanto más grande sea el poder y la expansión de la política propiamente dicha. Por ello, si quieres que haya menos corrupción, se debe defender la reducción de ámbitos de decisión discrecional de cualquier político, de cualquier partido y de cualquier administración pública.