Economía
Abierto por vacaciones
España está abordando una semana atípica con dos festivos alternos que han propiciado un acueducto para muchos ciudadanos que disfrutan de unas merecidas jornadas de ocio para afrontar con ilusión lo que resta de año y empezar el 2017 con energía. El debate sobre la conveniencia de trasladar de fecha uno de los dos festivos para que no sean prácticamente consecutivos está en el candelero aunque abordarlo presente muchas aristas.
Es cierto que la valoración del sector de la industria fundamentalmente se centra en que las pérdidas por estas jornadas de asueto alcanzarán los dos mil millones de euros. Y no es menos verídico que la activación del turismo de interior durante este periodo supone para muchos de los establecimientos hoteleros y para la hostelería de las ciudades receptoras hasta un 15% de su facturación anual. Esa óptica económica no decanta hacia ninguna parte la discusión a la que hacía referencia.
Lo que seguro que no puede cerrar por vacaciones es el servicio público y, sin embargo, se produce con demasiada asiduidad. El ejemplo de Pedro Sánchez disfrutando de un largo paréntesis estival mientras el país se desangraba políticamente por su bloqueo a la conformación del Gobierno de España y frenaba su progreso económico es palmario. En esas fechas Mariano Rajoy se desvivía por llegar a pactos y por tratar de atender las trascendentes decisiones que se exigían desde la Unión Europea. Dos modelos diferentes y dos concepciones sobre la ética en el trabajo.
El alcalde de Valencia, Joan Ribó, lleva en año y medio de gestión dos periodos de descanso fuera del mes de agosto que es el establecido por la costumbre para hacer delegación de la vara de mando en otros concejales. Esa dejación de funciones del primer edil de la tercera ciudad española no es un caso aislado. El Gobierno valenciano bajó la persiana durante todo el mes de agosto, sin apenas agenda, como si los problemas de los ciudadanos hubieran desaparecido por una cuestión del calendario.
En este año y medio el Ejecutivo que preside Ximo Puig practica el absentismo con demasiada asiduidad y huye de sus obligaciones. Agendas vacías y excusas para no someterse al control parlamentario semana tras semana son señas de identidad de estos gobiernos del cambio que gestionan con soberbia. Además, Puig y Oltra han planificado reuniones de los consejeros y un montón de altos cargos en dos “retiros espirituales” (Morella y Torrevieja) con un alto coste para los valencianos y de los que no ha emanado nada positivo. Ni una sola iniciativa.
El PP cuando gobierna ofrece otra cara y un sentido de la responsabilidad mucho más elevado, con aciertos y desaciertos, pero trabajando como se merecen los ciudadanos de nuestro país. Apostamos por el abierto por vacaciones en el ejercicio de los cargos públicos. El presidente autonómico gallego, Alberto Núñez Feijóo, me acompañó el pasado sábado día 3 en unas jornadas de reflexión sobre el papel del municipalismo y de las Diputaciones provinciales mientras las carreteras españolas se llenaban de viajeros encaminándose hacia el acueducto festivo, entre ellos muchos integrantes del Gobierno valenciano.
Hay que levantar un país y eso exige compromiso, trabajo y esfuerzo. Los grandes sacrificios que se les están exigiendo a los españoles desde la irrupción de la crisis económica deben tener reflejo en quienes deciden su destino en políticas financieras, sociales y medioambientales. Debemos ser ejemplares porque la política es vocacional y ese deseo de servicio público debe mantenerse desde el primer día que se entra en esta rueda tan desacreditada socialmente en la actualidad. Con actitudes como la de bajar el pistón a la primera ocasión que se presenta con la excusa de puentes festivos no va a recuperar un nivel de confianza ciudadana que sería necesario para el fortalecimiento de la propia democracia.
Esa parálisis transmitida desde las instancias políticas de los gobiernos del cambio ha contribuido a reafirmar la idea de muchos inversores extranjeros de que en España no hay una seguridad jurídica y económica que les aconseje jugarse su dinero en estos momentos. Los esfuerzos deben dirigirse precisamente en dirección opuesta, generar certidumbre y hacer atractivo nuestro país a ojos de esos potenciales inversoresque huyen de populismo como los de Carmena en Madrid y de Ribó en Valencia. Así se ha podido ver en la operación Chamartín o en proyectos en la Marina Real, respectivamente.
La Constitución y el Día de la Hispanidad son jornadas trascendentales para entender nuestro pasado y también nuestro futuro y no pueden ser la excusa para que los políticos hagan “novillos” y para que, como el presidente autonómico valenciano, Ximo Puig, no acudan al acto institucional en Madrid junto al Gobierno y el resto de presidentes autonómicos bajo el pretexto de montar otro acto “paralelo” en Alicante para celebrar este día. Queda mucho por mejorar.
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