Nacionalismo
El lenguaje no puede ser una barrera
El lenguaje marcó un hito en la historia de la humanidad porque supuso la posibilidad de organizarse en sociedades más complejas donde el entendimiento crecía exponencialmente y por tanto las posibilidades de desarrollo. Ese hecho diferencial con otras especies que no lo tienen tan avanzado se concretó en la evolución de diferentes idiomas que han supuesto una riqueza de diversidad lingüística a lo largo y ancho del planeta.
Países como España tienen la fortuna de compartir diferentes lenguajes, unos de ámbito más local y otros de expansión internacional como el castellano que hablan cerca de 600 millones de personas en todo el mundo. En la Comunidad Valenciana tenemos la suerte de disfrutar de la cooficialidad del valenciano y el castellano en pie de igualdad y con orgullo.
Ambos reflejan la historia y la identidad de nuestro pueblo y el PPCV está involucrado en su protección como patrimonio de todos los valencianos. Esa normalidad lingüística debemos preservarla a toda costa y huir de los tics independentistas por los que una lengua debe imponerse sobre la otra. Esta tentación intervencionista en la vida de las personas la hemos visto aplicada con desmesura en Cataluña, asoma con fuerza en Baleares y en la Comunidad Valenciana el Consell de Ximo Puig y Mónica Oltra lo empiezan a impulsar sin disimulo.
La exigencia del requisito lingüístico para poder trabajar en nuestra tierra, sabemos por la experiencia de otras Autonomías, que acaba por suponer una merma en la captación de talentos en diferentes sectores. El idioma no debe ser una barrera y si el PPCV gobierna a partir del año que viene no mantendrá esa exigencia salvo en puestos que por su desempeño exijan el uso del valenciano.
No se trata de una cruzada contra el valenciano y en beneficio del castellano. Muy al contrario, siempre hemos defendido la lengua autóctona como una seña de identidad fundamental del pueblo valenciano, y ha sido la formación que presido la que ha propuesto al presidente de la Generalitat un plan de fomento del valenciano en las zonas castellanohablantes para que puedan disponer y dominar el uso de lo que consideramos una riqueza que no nos podemos permitir que vaya disminuyendo su presencia.
Trazada esa línea argumental, que es irrenunciable, no es incompatible esta defensa con la protección de la otra lengua cooficial. Imponer el requisito lingüístico para trabajar en la Comunidad Valenciana no tiene sentido porque creemos en el mérito como factor determinante para lograr esos puestos de trabajo y el desconocimiento del valenciano no debe provocar la exclusión de nadie como se pretende por parte de Puig, por ejemplo en la docencia media y universitaria. Su dominio sí puede ser un mérito más.
Queremos en nuestra tierra –que es conocida como abierta y de progreso– a los mejores médicos, investigadores y empresarios. Eso enriquece una sociedad y la hace avanzar con fuerza. El idioma, que como especie nos hizo crecer a una velocidad de vértigo, no puede ser una barrera para la llegada de esos valores en diferentes campos sociales, así que no lo vamos a permitir porque no queremos retroceder ni empobrecer a la Comunidad Valenciana.
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