Elecciones catalanas
Cataluña y las campañas inútiles
Hace tiempo ya que lo vengo diciendo. Las campañas electorales son cosa del pasado. Del pasado lejano. De cuando únicamente había periódicos y tan solo unos pocos podían leerlos, de hecho. Desde que tengo uso de razón los mítines electorales son unos eventos arcaicos e irrelevantes a los que solo asisten personas que ya tienen la certeza de que van a ir a votar y a quién.
Anoche (escribo esto la madrugada del 22 de diciembre) en Cataluña obtuvo 34 escaños un partido cuyo candidato cabeza de lista no hizo campaña porque andaba fugado en Bruselas, y 32 otro partido cuyo candidato a president tampoco hizo campaña porque estaba en prisión, incomunicado incluso durante la recta final. Y cierto es que, puestos a ser escrupulosos, estos resultados no demuestran irrefutablemente que yo esté en lo correcto; pero siendo aquí en España todo lo profesionales que somos arrimando el ascua a nuestra sardina al interpretar resultados electorales, no voy a dejar yo de hacer lo propio.
Curiosamente somos nosotros, los que integramos los medios de comunicación, los que exigimos que se mantenga la tradición de las estériles campañas antediluvianas; pero el público las percibe como lo que son: campañas publicitarias. Y todo hijo de vecino sabe ya que “vende” mucho más ser noticia que páginas y páginas o minutos y minutos de anuncios. Ya lo decía Dalí: “Lo importante es que hablen de ti, aunque sea bien”. Y no sé yo si los de Junts o los de Esquerra serán tan listos como para manipular a los medios de comunicación a su antojo; lo que sí sé a ciencia cierta es que nosotros somos suficientemente brutos como para hacerles por la cara la mejor campaña que pudiesen haber soñado. Que habría cabido esperar que hubiésemos aprendido de nuestros errores del pasado, como cuando en mayo de 2011 ETA entró en las instituciones vascas con una fuerza impensable seis meses antes, tras un semestre de portadas y aperturas de informativos protagonizadas por Sortu y Bildu a diario. Pero no, no ha sido el caso. Las portadas y aperturas de informativos se las han llevado sistemáticamente Puidgemont y Junqueras durante los últimos dos meses. Hoy suman 66 escaños sin haber hecho campaña. Ahí lo dejo...
Y pudiera ser que yo esté equivocado y que las campañas tradicionales sí que tengan sentido y efectividad a día de hoy. Pero, claro; eso sería aceptar que de haber dado mítines Puigdemont y Junqueras ni siquiera tendríamos hoy el premio de consolación que ha supuesto la victoria de Ciudadanos. Que vale que desde el tripartito de Maragall en Cataluña una victoria electoral significa entre cero y nada, pero volvemos a lo de arrimar el ascua a nuestra sardina; y tendremos que magnificarlo todo lo que podamos, porque es lo único que tenemos.
Hoy lo que sobra son explicaciones. A toro pasado somos todos listísimos, y a ninguno se nos escapa que ha pasado demasiado poco tiempo desde el 1 de Octubre. Sabemos que la fuga de empresas y capitales o el nulo reconocimiento internacional no importan. Que de nada sirve en Cataluña apelar al sentido común, cuando el nacionalismo es sobre todas las cosas un sentimiento visceral y, por tanto, irracional. Y todo ello es cierto, pero yo seguiré pensando que el independentismo era noticia mientras el constitucionalismo hacía campaña; y que eso ha tenido muchísimo que ver.
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