Discapacitados
Mi perro me ayuda (y III): la travesura de un perro inició las terapias con animales
Aunque las terapias asistidas con animales (TAA) parecen algo novedoso porque poco a poco se van integrando en la sociedad, lo cierto es que, de una forma u otra, han existido desde tiempo inmemorial. Unos 3.000 años antes de Cristo, los egipcios ya atribuían a los animales la capacidad de curar diferentes dolencias. Según publica National Geographic, el pueblo egipcio se ha caracterizado por tener numerosos animales de compañía y por el particular afecto que sentían por ellos cuya muerte llevaba a una gran desolación a sus dueños, que se depilaban las cejas en signo de aflicción cuando moría su gato, o se afeitaban todo el cuerpo, incluida la cabeza, si el que moría era un perro.
Una de las mascotas más idolatradas en la cultura egipcia fue el gato. Se cree que es en esta época cuando fue domesticado y se convirtió así en un animal de compañía apreciado por su dulzura, su gracia y su indolencia, pero, sobre todo, fue un animal protector que ayudaba a la fecundidad de hombres y animales, que curaba enfermedades y que velaba las almas de los muertos, hasta tal punto que quien matara a uno de los pequeños felinos se arriesgaba a la pena de muerte.
Ya en el siglo V antes de Cristo, los griegos daban paseos a caballo como parte de las terapias para fomentar la autoestima de las personas que padecían enfermedades incurables. Hipócrates, médico griego, consideraba que la actividad con caballos era muy relajante para sus pacientes. En el S XVII el caballo se convirtió en un compañero más en las terapias de tratamiento y rehabilitación de personas con discapacidad.
Según publica la doctora Elipe López en www.aepccc.es, a partir de que el doctor John Locke en 1669 ya defendía que la relación con los animales tenía una función socializadora empezaron a promulgarse las primeras teorías sobre la influencia positiva de los animales de compañía en enfermos mentales.
En el siglo XIX ya hay abundante bibliografía médica que hace referencia a la bondad de montar a caballo para tratar la gota, trastornos neurológicos, y la baja autoestima.
Pero fue la travesura en 1953 del perro de un médico estadounidense quien sentó las bases de la Terapia Asistida o facilitada por Animales. Jingles, la mascota de doctor Boris Levinsosn, un día se escapó y fue a la puerta a recibir a un paciente, un niño con un largo historial terapéutico sin éxito. Ante la sorpresa de su amo, el pequeño y el perro conectaron e interactuaron de tal modo que Jingles se convirtió en coterapeuta en el tratamiento del niño, con unos resultados hasta entonces alcanzados por ningún otro médico.
En los años 70 y empujados por el trabajo de Levinson, Samuel y Elisabeth Corson, introdujeron perros en un hospital psiquiátrico con 50 pacientes que no respondían al tratamiento tradicional, obteniendo un aumento de la comunicación y la autoestima, además de independencia y capacidad de asumir responsabilidad para el cuidado de los animales.
A partir de entonces aparecen múltiples estudios científicos publicados en prestigiosas revistas especializadas que demuestran la efectividad de la Terapia Asistida por Animales.
Hoy día se calcula que el 32% de los psiquiatras en Estados Unidos utilizan animales de compañía como complemento en sus terapias psicológicas. Además un gran número de universidades en EE UU como la de Pensilvania (Filadelfia), Tufos University, North Grafton, Universidad de Purdue, West Lafayette, Universidad de Southampton o la Universidad de Cambridge, en Inglaterra. disponen de Cátedras o planes de Estudios en relación a la terapia asistida con animales.
En nuestro país la Fundación Affinity es pionera en implantación y financiación de este tipo de programas dirigidos principalmente a mayores, reclusos, personas con discapacidad, niños con autismo o pacientes de centros psiquiátricos.
En muchas ciudades españolas encontramos gabinetes psicológicos que realizan TAA. Uno de ellos, “El perro que ayuda”, ubicado en Málaga, hace terapias con diferentes animales y atiende a muchos colectivos, desde parálisis cerebral, autismo, geriatría, hasta, salud mental, que es su principal actividad en la actualidad. Semanalmente realizan este tipo de terapia en pacientes del Hospital San Juan de Dios de la capital malagueña con perros. “El perro que ayuda” es un centro innovador que ha incluido en sus sesiones cobayas, chinchillas y conejos, comprobando que la relación de los pacientes con este tipo de animales es diferente que con los tradicionales perros o caballos, ya que los pequeños mamíferos despiertan en los usuarios ternura e instinto de protección.
ruedaspelig.rosas@pelig.es
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