Si algo hace de las Islas Canarias un destino inigualable, más allá de su característico acento y su exquisita gastronomía, es la majestuosidad de sus paisajes. Este paraíso volcánico, moldeado por la naturaleza y bañado por el Atlántico, ha sido objeto de admiración en innumerables ocasiones gracias a su belleza singular.

En esta ocasión, el Archipiélago vuelve a brillar en el panorama internacional al ser destacado en una prestigiosa lista elaborada por National Geographic. La reconocida publicación ha seleccionado a Canarias entre los enclaves privilegiados desde los que contemplar la inmensidad del océano, incluyendo sus faros en un ranking titulado “Cinco faros maravillosos desde los que contemplar el Atlántico en toda su potencia”.

¿Cuál es el faro de Canarias que National Geographic añade a su lista?

Enclavado en la isla de El Hierro, el Faro de Punta de la Orchilla se erige como uno de los mejores miradores naturales para admirar la inmensidad del Atlántico. La prestigiosa revista National Geographic lo describe con una imagen poética: un lugar donde, al caer el sol, “solo el océano se interpone entre el faro y el horizonte”.

Pero El Hierro no solo cautiva por sus paisajes sobre la superficie; la isla más pequeña del Archipiélago canario es también un paraíso sumergido. Considerada un santuario para los amantes del buceo, sus aguas cristalinas esconden un ecosistema marino de una riqueza inigualable. No es de extrañar que, en diversos portales especializados, sea descrita como “un sitio con alma”, donde la naturaleza y la tranquilidad se funden en un espectáculo sin igual.

¿Cómo es el Faro de Punta de la Orchilla?

El Faro de Punta de la Orchilla, en la isla de El Hierro, es un símbolo de soledad y majestuosidad, un lugar donde la naturaleza se impone con su fuerza indomable. Situado en el extremo más occidental del archipiélago canario, este faro marcaba, siglos atrás, el fin del mundo conocido, pues en su ubicación pasaba el antiguo Meridiano Cero antes de que fuera trasladado a Greenwich.

Su estructura, de piedra clara y con una elegante torre cilíndrica, se alza 25 metros sobre el terreno volcánico, alcanzando una altura total de 132 metros sobre el nivel del mar. Desde su inauguración en 1933, ha servido de guía a los navegantes en aguas atlánticas, pero más allá de su función, es un enclave mágico donde la inmensidad del océano se funde con la historia y la geografía.

El entorno que lo rodea es agreste, con paisajes de origen volcánico que refuerzan su aura de aislamiento. Al atardecer, el horizonte se tiñe de tonos dorados y el sol parece sumergirse directamente en el océano, sin más testigos que el faro y el silencio de la naturaleza. Aunque su acceso está restringido, quienes se acercan hasta este rincón remoto pueden disfrutar de un espectáculo inigualable, donde la vastedad del Atlántico se muestra en toda su grandeza.