Hacia una sociedad que se preocupe más por los demás

La creciente soledad en la que viven las personas mayores es un tema que preocupa sobremanera por el mayor riesgo que tienen de experimentar aislamiento social y privación económica. Tampoco es raro ya el día en el que los medios de comunicación se hacen eco de la aparición de un anciano muerto en su domicilio o comprobar cómo los hospitales y residencias están llenos de personas mayores enfermas. Y es que más de 850.000 personas mayores de 80 años viven solas en España, según datos del Instituto Nacional de Estadística sobre envejecimiento y soledad. Y en Valladolid, por ejemplo, provincia afectada por el envejecimiento y la despoblación, se estima que hay más de 60.000 personas viviendo solas en sus casas, de las cuales cerca de 24.000 superan los 65 años.

En el arzobispado de Valladolid están inquietos por estos datos y por ello se han puesto manos a la obra para abordar y analizar esta problemática desde distintas perspectivas para dar una respuesta. Por un lado, están en contacto con el Ayuntamiento y la Diputación de Valladolid para la promover iniciativas que atiendan esas situaciones de desamparo e incomunicación. Y, por otra parte, organiza actividades formativas como el Curso Monográfico titulado «Acompañar en la Soledad» que finalizaba este martes con la participación más de 80 miembros de delegaciones de grupos de la Iglesia más implicados como la pastoral de la salud, el movimiento Vida Ascendente o las propias parroquias.

«La soledad de las personas mayores es un tema complejo, ya que entran en juego varias dimensiones como la falta de vínculos sociales, situaciones personales que hacen que alguien se encierre, la pérdida de algún familiar o de la habilidad de relacionarse», señala a LA RAZÓN Luis Miguel Rojo, delegado episcopal de Cáritas Diocesana de Valladolid y promotor de este curso por el que han pasado el psicólogo Diego Velicia, quien presentó una informe demoledor sobre colectivos más afectados por esta soledad, circunstancias y momentos más delicados, o la profesora de la Universidad de Salamanca, Liliana Fernández, quien daba algunas claves sobre cómo ha de ser la postura cristiana ante la soledad.

Para este sacerdote la respuesta a este desamparo debe pasar por un «cambio de valores y de la forma de vivir frente al individualismo predominante». En este sentido, asegura a este periódico que hay que preocuparse más por el del al lado y compartir más con los demás. «Todos los programas que pongamos en marcha están bien, pero no solucionarán nada sino hay un cambio personal de cada uno en la forma de vivir».