Opinión

Emociones y mociones

Saúl N. Amado

Hace días que España sufre un terremoto político en diferentes puntos de su geografía. La escala de Richter refleja la montaña rusa de emociones en las que se ha convertido nuestro país en tan solo una semana, con picos máximos cada vez que un miembro de Ciudadanos decide abandonar sus responsabilidades y, quizá, cambiar el naranja por el blue.

Murcia, Madrid… y nuestra Castilla y León. Mociones de censura y adelantos electorales. Tamayazo incluido y desahucio de Pablo Iglesias de Moncloa. ¿Dónde estamos? En nuestra región querían un titular y eso se conseguía sumándose a la ola de emociones y mociones que se estaban presentado una mañana de marzo de 2021, pero, aquí, con un candidato alternativo sin fuelle y, por el momento, sin los apoyos necesarios para ver obedecidas sus plegarias. Pero el titular se lo llevaron, que es lo que se busca hoy en día en política. Y que Ferreras, Cintora o Ana Rosa te dediquen un espacio, aunque sea pequeño, pero inmediato, en sus matinales.

Arden las redes, como el acertado título del libro de Soto Ivars. Y no es para menos. En Murcia la emoción y euforia de PSOE y Cs duró lo que tarda en persignarse un cura loco. Y claro, saltan las acusaciones de “tamayazos” y “compravotos”, con las redes en un nivel alto de ebullición. A unos cuantos kilómetros del epicentro, en Castilla y León existe una moción sin peso real, al menos por el momento, pero que consiguió robar algún minuto de los telediarios y periódicos nacionales. Mañueco e Igea escenificaron su pacto eterno (¿hasta 2023?) y el día 22 de marzo se celebrará el Pleno para votar la moción de censura, que discurrirá sin sobresaltos, pero seguro que colocará, de nuevo, algún minuto en la actualidad política del país.

Cuestión diferente es la que se presenta en Madrid, con unas elecciones previstas para un martes 4 de mayo y con un vicepresidente del Gobierno convertido en candidato a presidir la Comunidad, por eso de que ahí será más útil que con Sánchez como pareja de blues. Aunque Errejón ya ha hablado: él baila solo.

Quizá, cuando el lector se encuentre en esta línea, la emoción haya invadido otra región, otra provincia o, incluso, algún pueblo y se haya registrado otra moción de censura al objeto de derrocar algún Gobierno con pactos de conveniencia. O de conseguir un titular, que realmente es de lo que se trata.