Historia
El 2 de mayo vallisoletano
Los ecos del levantamiento en Madrid llegaron pronto a Valladolid, que fue ocupada por los franceses hasta en cuatro ocasiones y liberada otras tantas en la Guerra de la Independencia
Este lunes 2 de mayo se cumplirán 214 años del levantamiento del pueblo de Madrid contra las tropas napoleónicas presentes en la capital para evitar que los soldados franceses sacaran del palacio al infante Francisco de Paula, el último miembro de la familia real que permanecía todavía en Madrid. El choque de un grupo de madrileños con una patrulla francesa en la que se creía que iba allí el infante provocó una contundente reacción francesa que atacó a la multitud desencadenando posteriormente una violenta reacción popular por toda la ciudad contra las tropas napoleónicas en numerosas luchas callejeras.
Si bien, la represión por parte del ejército napoleónico dirigido por el militar y mariscal de Francia, Joaquín Murat, fue brutal. De hecho, tras aplacar el levantamiento de los madrileños trató de controlar la administración y el ejército español, aplicar un riguroso castigo a los rebeldes para escarmiento de todos los españoles además de afirmar que era él quien gobernaba España.
Un hecho histórico que lo que provocó fue una gran ola de patriotismo por toda España con numerosas proclamas de indignación y llamamientos públicos a la insurrección armada que desembocarían en la guerra de la independencia española.
Entre ellas, la del pueblo de Valladolid, ciudad cercana a Madrid, que también tuvo su particular 2 de mayo tras aquél levantamiento popular, según cuentan los libros de historia. No en vano, la capital vallisoletana contaba en la época con una sede de la capitanía a cargo de la cual estaba el capitán general Gregorio García de la Cuesta, cargó que ocupó el 5 de mayo, tres días después del levantamiento madrileño.
Los ecos de ese 2 de mayo de Madrid llegaron rápidamente a Valladolid, donde a finales de este mes, y al grito de ¡Viva Fernando VII” una muchedumbre de paisanos y soldados se echan a las calles para exigir el alistamiento general y combatir al invasor francés. La noticia de la insurrección vallisoletana se recibió con preocupación en el ejército francés, y más en concreto en el cuartel general del Cuerpo de Observación de los Pirineos Orientales, en Burgos, desde se decidió actuar y avanzar hacia Valladolid para controlar la situación.
No fue hasta el 12 junio de 1808 cuando el ejército francés, bajo las órdenes del mariscal Bessières, ocupa por vez primera Valladolid -ya que los franceses se hicieron con esta ciudad hasta en cuatro ocasiones hasta el fin de la guerra en 1813, la última entre octubre de 1812 y junio de 1813-, antes de la liberación definitiva cuando el imperio de Napoleón empezaba a dar muestras de flaqueza por su invasión en Rusia.
Ese mismo día, en el municipio vallisoletano de Cabezón de Pisuerga se produce una batalla entre las tropas franesas y el ejército de García de la Cuesta, formado por algo menos cinco mil milicianos -entre ellos Juan Martín “El Empecinado”, de castrillo de Duero (Burgos), uno de los más audaces y temidos guerrilleros por los franceses en la guerra-, además de 300 unidades de caballería regular y cuatro piezas de artillería.
Cuesta, pese a la inferioridad en número de militares, decide atacar a el ejército napoleónico pero este no solo repele la ofensiva sino que logra aplastar a los milicianos vallisoletanos para después marchar libremente hacia Valladolid para invadirla y conquistarla, saqueando en su camino otros lugares como Santovenia de Pisuerga, Cigales o La Overuela.
Nueve días después, desde Palencia, se transmite por carta la voluntad de Napoleón respecto a los deberes de Valladolid, entre ellos la redacción de un bando en que tres poderes ciudadanos deben jurar obediencia a José I e invitar a la sumisión al pueblo.
Ya en julio, en concreto el día 14 de 1808, en Medina de Rioseco, conocida en la época como la India Chica o Ciudad de los Almirantes, se produjo otro choque entre el ejército de Bessiéres, formado por unos 14.000 hombres, y las tropas españolas dirigidas por Cuesta y Blake, que salieron al paso de las tropas para protagonizar en el teso del Moclín, una zona fronteriza entre Tierra de Campos y los terrenos elevados de los Montes Torozos en este municipio vallisoletano, una dura batalla que, según Napoleón, le entregaría “la llave de España”.
No en vano los franceses, sin compasión, asestaban un nuevo mazazo a los españoles que ya venían escaldados de Cabezón de Pisuerga.
Estos fueron los inicios de una Guerra de la Independencia española ocurrida en el siglo XIX que trastocó las históricas formas de organización política, social y económica en la entonces España absolutista de Fernando VII, hasta el punto en que el país que expulsó a los franceses “ya nunca volvió a ser el mismo”.
Tras la expulsión invasora, España tuvo una época de cambios e inestabilidad, con el retorno absolutista, la derogación de “la Pepa” por parte de Fernando VII o las luchas de poder entre absolutistas y liberales moderados y progresistas ya tras la muerte del monarca, como protagonistas.
Valladolid, cuatro veces ocupada y liberada
Durante los años de la Guerra de la Independencia la ciudad de Valladolid fue por cuarta y última vez liberada de los franceses un 4 de junio de 1813, que es cuando se produjo la retirada definitiva de las tropas napoleónicas de la capital del Pisuerga, diecisiete días antes de la famosa batalla de Vitoria entre las tropas francesas que escoltaban a José Bonaparte en su huida y un conglomerado de tropas españolas, británicas y portuguesas al mando de Arthur Wellesley, el futuro duque de Wellington.
Tras una serie de duros enfrentamientos, portugueses y británicos al mando de Thomas Picton rompieron el frente central francés y las defensas napoleónicas se derrumbaron. Los franceses iniciaron entonces una huida desesperada hacia la frontera de su país.
La victoria aliada sancionó la retirada definitiva de las tropas francesas de España (con la excepción de Cataluña) y forzó a Napoleón a devolver la corona del país a Fernando VII por el tratado de Valençay de 1813. El acuerdo definitivo de paz entre la España del ya rey Fernando VII y el nuevo rey de Francia Luis XVIII se firmó el 20 de julio de 1814.
Guerrilleros contra Napoleón
Una de las figuras más importantes de la lucha de España contra los invasores franceses en el siglo XIX es la de Juan Martín “El Empecinado”, natural de la localidad burgalesa de Castrillo de Duero, azote de los tropas napoleónicas con sus guerrillas, firme defensor de la Constitución de 1812 derogad tras la expulsión de los franceses y el retorno de los absolutistas, y que murió ahorcado tras firmar el rey felón, Fernando VII, su sentencia de muerte, que se produjo un 20 de agosto de 1825.
Otro de los nombres y hombres de esta contienda es el del salmantino de Muñoz. Juan Sánchez “El charro”, azote también de las tropas napoleónicas al frente de una pequeña partida de jinetes armados con lanzas que sembró el pánico entre los franceses al sur de la provincia de Salamanca, donde libró numerosas batallas entre España y Portugal. y que al igual que El Empecinado acabó poniendo su causa personal al servicio de la causa democrática, lo que le valió también la condena de Fernando VII.
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