Turismo
Los tesoros y secretos que esconde el Duero
Viaje por el río con más caudal de la Península Ibérica
“Río Duero, río Duero, nadie a acompañarte baja, nadie se detiene a oír tu eterna estrofa de agua. Indiferente o cobarde, la ciudad vuelve la espalda. No quiere ver en tu espejo su muralla desdentada...”
Arranca así uno de los poemas más emblemáticos dedicados al Duero. Su autor, Gerardo Diego para rendir tributo a uno de los ríos que han formado parte de la historia de España. Estamos hablando del que más caudal tiene de toda la Península Ibérica, con 897 kilómetros de recorrido (el tercero más largo de la península) de los que 572 son por tierras de la vieja Castilla antes de adentrarse en Portugal para fenecer en Oporto en el Atlántico.
A lo largo de su inmenso recorrido, el viajero disfrutará de auténticos tesoros y secretos, que a día de hoy todavía perduran, por un viaje inolvidable que nos lleva hasta el pico de Urbión soriano, porque allí, a más de 2.100 metros del altitud arranca el “Durius flumen”, de donde proviene el actual nombre. Nuestra primera parada nos lleva hasta la Laguna Negra, lugar paradisiaco para los amantes del senderismo.
Discurre el Duero hasta llegar a Soria con doble parada, las ruinas de Numancia, donde a sus pies se ha levantado Garray para llegar a la capital y comprobar una bella estampa que nos lleva hasta la ermita de San Saturio. El gran Antonio Machado era un gran apasionado de estos lugares que glosó en varios de sus poemarios.
Por su recorrido paseamos por bellos claustros románicos y ermitas rupestres para llevarnos hasta pinares resineros, donde afloran multitud de murallas, torreones y conjuntos monumentales como Almazán, Belanga del Duero, Gormaz, El Burgo de Osma, San Esteban de Gormaz y Langa de Duero. Merece la pena detenerse en estas localidades, con un rico pasado patrimonial que sobreviven a la marcada despoblación de esta tan castigada provincia. Y merece la pena desviarse para pasear por la hoz del Río Lobos y su cañón.
Entramos ya en tierras burgalesas. 63 kilómetros de recorrido que arranca en Zuzones para llegar a la Vid, y encontrarnos con el primer tesoro, el Monasterio Premostratense, fundado en el siglo XII, o más conocido como “El Escorial de la Ribera”. El Duero sigue su discurrir hasta llegar a Peñaranda de Duero, donde destaca su castillo y el Palacio de los Zúñiga y Avellaneda-
Para obligatoria en Aranda de Duero para reponer pilas y entrar en alguno de sus afamados restaurantes y probar el cordero lechal asado, pero también hay tiempo para la vista de la Iglesia gótica de Santa María. Antes merece la pena detenerse en Vadocondes y contemplar su conjunto urbano amurallado.
Y acabamos nuestro recorrido en Roa del Duero, también con fama del célebre lechazo y sede del Consejo Regulador de la DO “Ribera de Duero”, que cada año sus vinos siguen ganando nuevos mercados por su calidad excepcional.
El cauce del Duero entra en la localidad de Valdearcos de la Vega, primer lugar vallisoletana, para proseguir por Bocos de Duero y Curiel. Tierras bodegueras como se puede ver en Pesquera del Duero, con sus bodegas subterráneas y un sinfín de bodegas de primer nombre. En Valbuena de Duero, cuna de Vega Sicilia, nos tomados por el Monasterio cisterciense de Santa María, que hoy acoge la sede de Las Edades del Hombre.
El Duero continúa su camino por Quintanilla de Onésimo, Olivares del Duero, Sardón del Duero donde a escasos minutos se halla el Monasterio de Santa María de Retuerta, fundado en 1145 y hoy restaurado y convertido en bodega-spa, Tudela de Duero, Boecillo, entrando en tierras de frondosos pinares y Viana de Cega, sin olvidar Puente Duero.
Y dos son nuestras paradas obligadas. En primer lugar Simancas, con su bello puente de piedra que sobrevive al tiempo, y con un impresionante mirador al pie del castillo que alberga históricos archivos. Después llega Tordesillas, con un casco histórico impresionante, donde destaca su Casa del Tratado, el Monasterio de Santa Clara o las iglesias de San Antolón y Santa María o el Convento de San Francisco.
Y finalizamos nuestro periplo por tierras vallisoletanas con un nuevo tesoro a descubrir en Castronuño, su reserva natural y un paseo, el de las Almendras, apto para todas las familias y que es de una exorbitante belleza. Villanueva del Duero es la última parada.
La estampa del Duero entrando en tierras zamoranas, especialmente por Toro, es digna de ver. Una localidad con un importante legado histórico y patrimonial, donde destaca su Colegiata del siglo XII aunque también merece la pena conocer las iglesias de San Lorenzo o el Salvador. El río continúa su devenir por Fresno de la Ribera para llegar a la capital del románico, Zamora, con un casco antiguo donde se da la mayor colección del mundo de este estilo en un solo lugar
Entre sus edificios destaca la Catedral de Zamora, con característico cimborrio, o las iglesias de San Pedro y San Ildefonso. La Semana Santa de Zamora, Fiesta de Interés Internacional, otro tesoro por descubrir si no se conocer.
Después llega Pereruela, famosa por su artesanía alfarera; Bermillo de Sayago, con la típica arquitectura popular y Fermoselle, ya en pleno parque natural de los Arribes de Duero. Sus calles empedradas nos llevan a otros tiempos, los medievales y el viajero puede acercarse hasta el convento de San Francisco. Muy cercano también el embalse de la Almendra, que nos abre las puertas ya a la provincia salmantina, jugueteando con la frontera portuguesa y donde cabe la pena disfrutar de los miradores como el de Ledesma en dirección a la Fregeneda no sin antes detenernos en Aldeadávila de la Ribera donde se pueden realizar recorridos por barco.
Por el camino se pueden contemplar saltos de agua como el Pozo de los Humos, entre Pereña de la Ribera y Masueco, o el Cachón de Camaces, próximo a Hinojosa. Y nuestra ruta por tierras castellano y leonesas acaba en Lumbrales y Vitigudino. Luego proseguirá por Miranda do Douro hasta su desembocadura ya en Oporto.
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