Sucesos

Se cumplen 64 años de uno de los desastres por rotura de presa más devastadores de la historia de España

Un total de 144 personas fallecieron por las inundaciones provocadas en Ribadelago (Zamora)

Ribadelago: crónica de una tragedia anunciada
Ribadelago: crónica de una tragedia anunciadaespacio misterio

Las intentas lluvias de los últimos y los desbordes de algunos ríos han llevado a los más viejos del lugar a recordar una de las mayores tragedias vividas en España. Este 9 de enero se cumplen 64 años de una catástrofe que provocó la muerte de un total de 144 personas, y que prácticamente desapareciera un pueblo debajo del agua.

Y es que en la madrugada del 9 de enero de 1959 el casco urbano de la localidad zamorana de Ribadelago quedó arrasado e inundado por la riada que se originó tras la rotura de la presa de Vega de Tera.

Se trataba de un pequeño aprovechamiento hidroeléctrico situado en el curso del río Tera, en la comarca zamorana de Sanabria, que formó parte de un sistema más amplio de lagos artificiales y canales denominado salto de Moncabril, construido por la empresa Hidroeléctrica Moncabril. La construcción de pantanos fue una herramienta de cambio en la vida de la población española. Pero esta infraestructura no contaba con las mejores calidades. Así lo contaba el consultor Ricardo Fernández Cuevas encargado de analizar las causas de la rotura de la presa de Vega de Tera que señaló, en su momento, que “la cimentación había sido muy superficial en dos contrafuertes”, “relativamente mal dispuesta y una calidad de roca que es de la peor que hay en el sitio”.

Según Wikipedia, otro informante declaró que los contrafuertes 22 y 21 no se encontraron bien agarrados en la cimentación. ¿El ahorro de costes pudo más que la excelencia científica? “Metros, metros, yo lo que quiero son metros”, decían los capataces.

Todo ello provocó La noche del 9 de enero un sector de más de 150 metros de longitud del muro de contención de la presa se derrumbó dejando escapar casi ocho millones de metros cúbicos del agua embalsada. El pueblo, situado ocho kilómetros río abajo, fue rápidamente alcanzado sin dar apenas tiempo a los vecinos que sintieron un fuerte estruendo consecuencia de la ruptura y el torrente de agua posterior. Muchas de las edificaciones fueron destruidas por el agua y tan solo fue posible recuperar 28 de los 144 cuerpos desaparecidos entre las aguas del Lago de Sanabria. Dada la localización del pueblo y las infraestructuras de la época, las primeras asistencias no llegaron hasta la mañana siguiente.

Niños en esa época, ahora adultos y residentes en la zona recuerdan esa jornada como si fuera hoy. En algunos de sus testimonios aseguran que veían que había “un gran escape de agua de la presa”. Además muchos de los 532 vecinos que residían en esos momentos en la zona se sobresaltaron por el ruido e intentaron escapar. “¡La presa se ha roto! ¡La presa se ha roto!”, empezaron a gritar los vecinos cuando el agua se comenzó a acumular tras el puente sobre el río Tera.

 

Cuando el puente finalmente cedió, el agua tomó las calles. Primero a la altura de los tobillos, luego hasta las rodillas, pronto a la altura de los tejados. Muchos ancianos se negaron a moverse, resignados, pues no tenían fuerzas para correr. Las madres agarraban a sus hijos y buscaban refugio en la enorme roca donde se elevaba el campanario. Otros muchos se quedaron en sus casas, paralizados por la furia del agua, incapaces de movilizar en apenas unos minutos a toda la familia. Los que tuvieron la suerte de vivir en las zonas elevadas, sobrevivieron. Los que no, fallecieron.

La consecuencia técnico-legal fue la aprobación en 1962 de la «Instrucción para Proyecto, Construcción y Explotación de Grandes Presas» que en 1967 fue sustituida por la que continúa vigente. Además supuso la creación del «Servicio de Vigilancia de Presas» que se creó con el objetivo de velar por la seguridad de las presas españolas aunque se amplió posteriormente para garantizar el cumplimiento de la citada Instrucción.

El juicio se celebró en marzo de 1963 en la ciudad de Zamora y concluyó con la condena de la empresa que realizó las obras, Hidroeléctrica Moncabril -absorbida más tarde por Unión Fenosa- a pagar 19.378.732 pesetas. Los informes periciales aportados fueron concluyentes, la rotura de la presa se debió a la baja calidad de los materiales utilizados, en cuanto que no pudieron soportar la presión, las bajas temperaturas y las fuertes precipitaciones de las fechas precedentes. Por ese motivo, el tribunal de justicia condenó al entonces director gerente de la empresa, a dos ingenieros y a un perito como responsables directos de las obras a un año de prisión menor por un delito de imprudencia temeraria. Con posterioridad la sentencia fue recurrida y los condenados fueron finalmente absueltos o indultados por el Estado.

Movimiento solidario

La tragedia de Ribadelago también será recordada por el movimiento solidario que existió en toda España con el objetivo de ayudar a las familias afectadas. En pocos días se llegaron a recaudar 12 millones de pesetas en donativos y otro millón de pesetas en un partido benéfico de fútbol en el que una selección de jugadores del Real Madrid y del Atlético de Madrid se enfrentó al Fortuna de Dusseldorf. Por su parte, el régimen franquista pagó una indemnización de 95.000 pesetas por hombre fallecido, 80.000 pesetas por mujer y 25.000 pesetas por niño, pero muchas de las indemnizaciones no llegaron nunca a cobrarse.

Tras la catástrofe de Ribadelago en vez de reconstruirse el pueblo en su lugar original se eligió un nuevo emplazamiento, conocido como Ribadelago Nuevo y denominado entonces oficialmente Ribadelago de Franco, en honor al militar y el entonces jefe de Estado Francisco Franco. El pueblo nuevo se construyó con materiales y en una ubicación umbría poco afortunados otro pueblo aguas abajo, siguiendo el modelo de repoblación del Plan Badajoz, llamado Ribadelago de Franco (conocido popularmente como Ribadelago Nuevo), a un kilómetro al sureste del Ribadelago original arrasado, para realojar a los supervivientes que perdieron su hogar.

Museo de la Memoria

64 años han pasado de la catástrofe, pero los vecinos y las instituciones no han olvidado lo que sucedió ese 9 de enero de 1959. Uno de los proyectos para recordar a las víctimas es la reconversión del antiguo ayuntamiento para Museo de la Memoria en la localidad de Ribadelago Nuevo.

El futuro museo, impulsado por la Diputación de Zamora, supondrá un impulso turístico para la comarca de Sanabria y se ubicará en el local municipal de la Plaza de Ribadelago Nuevo. El Ayuntamiento de Galende y la institución provincial zamorana pedirán colaboración a la Junta de Castilla y León para su musealización.

La Diputación, como ya se anunció en su día, asumirá el coste del proyecto, que ha sido redactado por el arquitecto Paco Somoza y que transformará el edificio municipal que albergará el futuro museo situado en la Plaza de Ribadelago Nuevo.

El presidente de la Diputación de Zamora, Francisco José Requejo, visita el espacio donde se ubicará el Museo
El presidente de la Diputación de Zamora, Francisco José Requejo, visita el espacio donde se ubicará el MuseoDiputación Zamora

Por su parte, el Ayuntamiento de Galende asumirá los gastos de redacción de proyecto y dirección de la obra. También se encargará de la adjudicación de las obras tras la firma del oportuno convenio con la Diputación, acuerdo por el que la Institución Provincial adelantará al Ayuntamiento una aportación económica que asciende a cerca de 300.000 euros.

La Diputación de Zamora considera un «acto de justicia» que se erija este Museo para que sirva como homenaje y memoria de las 144 víctimas que hace 64 años perdieron la vida debido a la rotura de la presa de Vega de Tera.

Otras roturas de presas en España

La de Ribadelago no ha sido la única rotura de presa acontecida en España, no de la magnitud de la comarca zamorana, pero otros territorios han sufrido estos sucesos.

Pantano de Puentes: El domingo 30 de abril de 1802, a las tres de la tarde, las débiles compuertas de madera del pantano de Puentes, situado en la localidad murciana de Lorca, cedieron por el ímpetu de las aguas represadas. En ese momento se iniciaba la que, aún hoy, esla mayor tragedia hídrica de la historia de España.

En poco menos de una hora las aguas, que arrastraban una gran cantidad de rocas y vigas de todos los tamaños, destrozaron, casi por completo, el barrio de San Cristóbal de Lorca dejando a su paso 608 muertos (aunque se estima que el número fue mayor ya que no se hallaron los cadáveres de algunos viajeros que se encontraban en las posadas), 1.800 casas arruinadas, 900 fanegas de tierra anegadas, más de 40.000 árboles arrancados y unas pérdidas materiales que se cifraron en 21.718.185 reales.

La presa de Granadillar: Ubicada en El Toscón, Gran Canaria, fue la primera de las ocho grandes presas que se rompieron en España en el siglo XX. Las posibles consecuencias de la rotura en 1934 fue los errores en el diseño y de cimentación.

Presa de la Xuriguera: Se trata de una pequeña infraestructura hidráulica española ubicada en el arroyo de Gayá, en el término municipal de Tarrasa, comarca del Vallés Occidental, en la provincia de Barcelona. Fue construido entre 1898 y 1902 con el fin de abastecer de agua a Tarrasa pero se derrumbó en 1944, causando ocho víctimas mortales.

Presa de Torrejón: El desastre de Torrejón fue un accidente laboral catastrófico en forma de rotura de presa que tuvo lugar el 22 de octubre de 1965 en la confluencia de los ríos Tajo y Tiétar, en la provincia de Cáceres. Hubo hasta setenta fallecidos y se produjeron daños millonarios. Casi finalizadas las obras de construcción, durante un llenado para comprobación del funcionamiento de los desagües, una ataguía cedió e inundó un túnel.

Presa Tous: Fuertes lluvias acompañadas con de mala calidad de la pared de la presa, falta de personal cualificado, y olvido de avisar de fuertes lluvias de la zona provocaron esta catástrofe se produjo el 20 de octubre de 1982 en esta presa ubicada en la provincia valenciana.

 

Balsa Minera de Aznalcóllar: El desastre de Aznalcóllar fue un desastre ecológico, producido por un vertido de lodos tóxicos en el Parque Nacional y Natural de Doñana, en Andalucía, el 25 de abril de 1998, causado por la rotura de la Balsa Minera de Aznalcóllar.