Cargando...

Opinión

Algo me duele en el alma cuando un amigo se va

"Mi amigo Ángel Blanco hace honor a su nombre y a su apellido, y en todos mis viajes no he conocido a alguien tan dadivoso, buena persona y entregado a los demás que él"

Ángel Blanco La RazónLa Razón

El verano suele ser una época tranquila, maravillosa, de esa calma chica que a veces acontece a los buenos viajes, a las grandes veladas y a los grandiosos momentos con amigos del alma. Después de tanto tiovivo entre el COVID, volcanes, DANAS, terremotos y apagones, uno empieza a darse cuenta de que lo verdaderamente valioso en esta vida no se puede comprar, porque no tiene precio; lo que realmente importa es intangible, más allá de toda meta; lo auténtico es natural y percibido entre las almas.

Y uno va por la vida como Don Quijote con su espada e idealismo y como Sancho con su fuente de realismo a enfrentar batallas cotidianas y mundanas, donde los gigantes de los molinos se quedan cortos en un mundo post retro, un lugar donde no hay novedad ninguna y en el cual todo da vueltas como una gran centrifugadora aplasta cerebros.

Fraguando mil batallas entre las galas de ocasión, los falsos amigos, el fingimiento perpetuo y la prostitución del significado de la palabra “afecto”, aparece gente maravillosa, que te enseña a guardar paciencia, a disfrutar de lo que de verdad importa y a confiar en que aún quedan personas por las que este mundo sigue girando.

Mi amigo Ángel Blanco hace honor a su nombre y a su apellido, y en todos mis viajes no he conocido a alguien tan dadivoso, buena persona y entregado a los demás que él. A cualquier hora, él siempre estaba ahí, para lo que uno necesitara.

Se nos ha ido muy pronto, tras una heroica batalla contra una rápida y terrible enfermedad, donde él lo ha dado absolutamente todo. Nunca tuvo miedo a nada, ni en la vida ni en la muerte.

Montó su negocio con 20 años y consiguió ser, sin duda, el mejor, y junto a su hermano logró algo hoy en día difícil: tener un taller de coches de los de verdad, donde el corazón va por encima de lo humano y lo mecánico, y donde cualquier coche, por muy viejo que sea, tiene cabida en el universo urbano y rural de nuestro país.

Amante de los buenos clásicos, consagró su vida al mantenimiento de estos vehículos, y de eso dan fe su Opel Calibra, su Renault 19 16 Válvulas o su siempre añorado Renault Clío Williams.

Aquellas tardes de desguace, reparaciones y tapas, brindando hasta el anochecer por el trabajo bien hecho y por nuestra amistad y nuestras aventuras, quedan grabadas a fuego en mi memoria, y ya me están pasando factura, escribiendo estas líneas, a mi quebradiza emocionalidad.

Él es quizás el último valiente, el auténtico Toretto, como yo le llamaba. Teníamos pendiente una entrevista, porque él, como buena estrella, tenía mucho que contar, aunque su humildad siempre lo frenaba.

Pero vivir es ésto, algo maravilloso y terrible a la vez, algo que compartir con gente auténtica que nos recuerda que cada minuto con alguien a quien aprecias, quieres y valoras es un regalo y un legítimo milagro.

Por eso vivamos, riamos, queramos y sintamos lo que nos llena más allá de todo.

No importa donde estés, si a medio kilómetro o al otro lado del mundo; lo más importante en la vida es la gente que está contigo, aquí y ahora. Siempre estarás conmigo, y siempre serás mi hermano. Para Ángel, su familia y sus amigos. Hasta el horizonte y más allá.