Sociedad

Carlos Soria: “86 años son 86 años, y se notan. Soy un anciano, pero no me lo creo y mi ilusión a veces hace olvidarme de la edad"

El alpinista abulense, que acaba de coronar el Manaslu (8.163 metros) y ya es la persona de mayor edad en ascender un ‘8.000’, asegura que no tiene “miedo a morir” y celebra la “vida de aventuras” que ha disfrutado

El alpinista abulense Carlos Soria
El alpinista abulense Carlos SoriaLucía Burón CaberoIcal

“86 años son 86 años, y se notan. Dentro de poco tendré 90, consciente de que soy un anciano; pero no me lo creo, y mi ilusión a veces hace olvidarme de que tengo esa edad, porque hago cosas que no hace la gente de mi mismo tiempo”. Carlos Soria Fontán nació un 5 de febrero de 1939 en Ávila. Era domingo, y vio la luz cuando la Guerra Civil daba sus últimos coletazos. Aquel chaval que nació en un “época miserable” en España, como él mismo recuerda, y se crió en la posguerra, “en momentos muy duros”, donde conoció el “racionamiento del pan, con una cartilla y el estraperlo, más tarde vivió “muchas cosas muy distintas y ha conocido mundo gracias a la montaña, cosa que en aquellos momentos no se pensaba”.

Soria atiende a Ical días después de lograr la hazaña de convertirse en la persona de mayor edad en ascender un pico de 8.000 metros, en este caso, el Manaslu (8.163), en Nepal, una proeza que ha ocurrido cuando se cumplen 50 años de la primera expedición española que coronó el mismo pico, y en la que también participó el abulense. “También me costó trabajo la primera vez, no solo ahora por la edad”, ironiza.

Pero este 26 de septiembre pasado quedará para la historia, no solo del alpinismo, sino casi de la Humanidad, por la fortaleza que supone para una persona octogenaria alcanzar esta meta. “Mi reto es seguir vivo y estar vinculado a las montañas, no cabe duda”, incide, una persona con un gran corazón, que aprovecha estos viajes para cultivar su solidaridad y llevar ayuda y recursos a ciudades como Sama, enclavada en la falda de esta montaña mágica”. “Les ayudamos hace tiempo en el colegio y les llevamos cantidad de cosas. Ir allí es casi como ir a mi pueblo. Es una montaña a la que tengo mucho aprecio”, asegura, mientras sonríe.

Pero no es la única. Este gran hombre, pero de estatura y peso finos, es también la persona más veterana en ascender un total de 12 ochomiles, entre los que se encuentran el Everest y el K2. “He subido a casi todas las montañas de 8.000 metros, me queda alguna”, admite, honesto. “Estoy contento de mi vida, de lo que he hecho y de lo que sigo haciendo. Y de lo bien que se ha hablado de mi”, apunta, en un paréntesis de su gira por los diferentes medios de comunicación del país y con antelación a sus innumerables conferencias, en las que relata su experiencia, con la que intenta animar a cuidar la montaña a los más jóvenes.

Conocer medio mundo

El alpinismo la ha permitido recorrer “el mundo entero”, como él mismo señala, desde destinos tan cercanos como Picos de Europa, de los que sigue “enamorado” de esa “montaña de interior increíble”, en la que se refugia Carlos Soria, a otros tan lejanos como Antártida, Andes, Himalaya, Dolomitas, Alpes…. “Mi afición me ha supuesto conocer medio mundo. Me ha ayudado a tener una visión diferente, pero no me ha condicionado, porque no ha sido solo trabajo, ocio y familia, sino deporte de montaña. Estoy muy orgulloso de ella y muy contento de lo que he disfrutado en esta vida de aventuras. Y lo que me queda”, se despacha, antes de afirmar que no tiene “miedo a morir”, pero con 86 años es consciente “de que será relativamente pronto. “Pero no pasa nada. He vivido muchas cosas y estoy encantado”, enfatiza.

Guarda buenos y grandes recuerdos de estas gestas logradas en estos años, sobre todo en las últimas cuatro décadas, en los que ha analizado cada uno de los países en los que ha estado, y que “han cambiado mucho”. “Han pasado 40 años y hay una diferencia para bien, como la ha habido en España”, sostiene. Y detalla que ahora las zonas de estas montañas “están muy pobladas” porque “viven en un momento bastante bueno para el montañismo y el turismo, que les ha permitido mejorar mucho su calidad de vida, con bastantes cambios”.

Futuro

“Tengo ilusión por seguir vivo y dándome cuenta de lo que hay a mi alrededor; y no estar atolondrado sin saber lo que pasa en el futuro, más allá de los récords conseguidos”, sostiene Soria, quien insiste en que su reto “es seguir vinculado a las montañas, no cabe duda”, motivo por el que en la actualidad imparte conferencias para que la gente “se entere de cómo ha sido la vida antes y cómo es ahora” y conocer todas sus experiencias en la montaña.

En este sentido, manifiesta estar “contento con todo lo conseguido”, en una vida “llena de recuerdos bonitos”. “He tenido y tengo una vida fantástica”, recuerda, y reconoce que no existe problema en dar un paso atrás para dar dos adelante. “En la montaña me he dado la vuelta muy cerca de la cumbre en más de una ocasión, porque se ponía la cosa fea y he sentido miedo”, admite, quien a pesar de haber “pasado mucho tiempo en las altas montañas” nunca ha sufrido “ni una congelación”. “Tuve una caída, de la que yo no tuve la culpa, sino otra persona que se cayó y nos arrastró. Y me rompí la tibia y peroné, ya bien mayor, pero sigo andando y no tengo nada que me preocupe”, sostiene.

Por último, Carlos Soria solo tiene palabras de agradecimiento hacia su familia, quien siempre “ha procurado su compañía” allá donde ha viajado. “Mi familia es lo más bonito que hemos creado, muy unida y con mucha comprensión entre todos. A nadie se le ha ocurrido pararme, todo lo contrario”, reflexiona, en medio de un leve tartamudeo.

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