Sociedad

Un crisol de caminos

La Diputación de Salamanca y la Oficina Verde de la Usal sustentan un proyecto de voluntariado juvenil y conservación medioambiental en una ruta de 18 kilómetros de senderismo

El presidente de la Diputación, Javier Iglesias, y la vicerrectora de Estudiantes, Celia Aramburu, y los alcaldes de Aldeatejada y Miranda de Azán, Enrique García y José Luis Sánchez, visitan las acciones del programa de Voluntariado Juvenil ‘Crisol de Caminos’
El presidente de la Diputación, Javier Iglesias, y la vicerrectora de Estudiantes, Celia Aramburu, y los alcaldes de Aldeatejada y Miranda de Azán, Enrique García y José Luis Sánchez, visitan las acciones del programa de Voluntariado Juvenil ‘Crisol de Caminos’Jesús Formigo/Ical

A apenas un puñado de kilómetros del confín del término municipal de Salamanca, a tiro de piedra en dirección sur, justo donde confluyen la cañada real Soriana occidental y el cordel de Miranda, donde transcurre, sin darse importancia, el actual trazado del Camino de Santiago atravesando algunas partes de la calzada de la Plata, allí donde el asfalto se convierte en tierra para abrir las puertas a un paisaje de llanura y dehesa, entre tesos y arapiles, al paso del arroyo del Zurguén, ahí es donde la Diputación de Salamanca y la Oficina Verde de la Usal pusieron en marcha un proyecto de voluntariado juvenil y conservación medioambiental que, de paso, sirve para unir los vecinos municipios de Aldeatejada y Miranda de Azán.

El término simbólico ‘Crisol de Caminos’, como se denomina la iniciativa, hace precisamente referencia a esa mezcolanza de caminos, paisajes y cultura que unen a estos dos municipios. Se trata de un recorrido circular de 18,4 kilómetros, de dificultad media o baja, en argot senderista, y que puede ser iniciado en cualquiera de los dos núcleos poblacionales y recorrerse en ambos sentidos. El proyecto está enmarcado dentro del Programa de Voluntariado Juvenil impulsado por la institución provincial, con una financiación de 20.000 euros, cuyo objetivo fundamental es “el trabajo conjunto y voluntario en el cuidado, la preservación y conservación de los recursos naturales y culturales de la zona, con un eminente carácter colaborativo e integrador”.

Son palabras del presidente de la Diputación de Salamanca, Javier Iglesias, quien este sábado encabeza una expedición junto a la vicerrectora de Estudiantes, Celia Aramburu, y los alcaldes de Aldeatejada y Miranda de Azán, Enrique García y José Luis Sánchez, de la que también forman parte, entre otros participantes en el proyecto, la diputada de Bienestar Social, Eva Picado, o el vicepresidente de La Salina, David Mingo. En grupo, se disponen a recorrer gran parte del trazado, cuya señalización es uno de los ejes en torno al cual se desarrollaron, a lo largo de 2023, las actividades participativas que buscaban, en cualquier caso, “la dinamización, la sensibilización y la formación de los colectivos en la protección medioambiental”.

Iglesias destaca, en declaraciones recogidas por Ical al inicio de la ruta, la contribución de la Universidad de Salamanca como “socio estratégico” de la Diputación en ámbitos como “el estudio, la investigación y el desarrollo de nuevas oportunidades, pero también en el voluntariado”, especialmente en un proyecto como este que, según matiza, “tiene mucho que ver con la sensibilidad medioambiental y con la recuperación de espacios fantásticos a la puerta de casa”. “A mi juicio esto va más allá de esa implicación entre los jóvenes de la Universidad y las propias relaciones con la Diputación, sino que hemos intentado implicar a toda la sociedad tanto de Miranda de Azán como de Aldeatejada”, apunta.

Colaboración interinstitucional

En cifras, la iniciativa cuenta con la participación de más de un centenar de estudiantes, pero casi 900 personas en total, integradas en el ámbito asociativo de los dos municipios, “asociaciones de jóvenes, de mayores, de mujeres, de todo tipo, en fin, un sinfín de participación que han podido constata, al pie de Salamanca que esta provincia es una provincia fantástica”, en palabras del presidente. Según sus datos, se han plantado hasta 200 árboles, tanto de ribera como encinas, a lo largo del recorrido. “Además es un proyecto intergeneracional, no solamente se queda circunscrito al ámbito juvenil, y han podido participar personas de muchas edades para conformar ese espacio colaborativo maravilloso en el que los mayores pueden trasladar esos valores tan importantes que deben presidir nuestra sociedad, no solamente actual sino del futuro”, concluye.

Por su parte, la vicerrectora de Estudiantes, Celia Aramburu, también ataviada con calzado cómodo, explica a pie de ruta que la colaboración interinstitucional es fundamental para el desarrollo de proyectos conjuntos que involucran al entorno. “Se trata de poner en valor el voluntariado juvenil, la adaptación de los jóvenes y la comprensión de su entorno y hacer visibles las zonas rurales, que creo que es importante para nuestra provincia, y las zonas que se ocupan de estos proyectos. Quiero agradecer sobre todo a la Diputación por las cuestiones monetarias relativas a este proyecto. Espero que sigamos colaborando porque es bueno para nosotros, para la Universidad, y es bueno para la provincia”, explica.

Junto a ellos, caminan los alcaldes de los dos municipios implicados. El de Miranda de Azán, José Luis Sánchez, quiere poner en valor que se trata de una ruta que “aparentemente puede resultar sencilla porque no está en la Sierra o no está en un páramo espectacular, pero que tiene muchísima riqueza en la diversidad medioambiental y muchísima riqueza etnográfica”. Y, además, aprovecha para hacer un alegato a favor de los oficios campestres. “Da la casualidad que con los tiempos que estamos viviendo ahora, las protestas y la situación del campo, vamos a descubrir además en esta ruta la importancia y la riqueza que tiene esa conjunción entre la ganadería tradicional y la agricultura, y la soberanía alimentaria y la defensa de nuestro territorio. Esto se palpa, se palpa, porque se ven desde palomares a casas de pastores, a cañadas de ovejas, vacas, conejos, y un montón de aves”, añade.

Además, el acalde de Aldeatejada, municipio que en 1543 acogiera durante varios días al príncipe Felipe, futuro rey Felipe II, y a doña María Manuela de Portugal, previo a sus esponsales en Salamanca, destaca, al hilo del enlace, su unión con el municipio vecino a causa de esta iniciativa. “Hasta que no se ha hecho realidad este proyecto, no teníamos una relación como municipios, y a partir de aquí creo que nos hemos encontrado y hemos coincidido en cantidad de cosas y creo que podemos hacer muchas cosas juntos que hasta ahora no se habían hecho”, reseña. Sobre el camino, invita a su recorrido. “Aunque parezca que es una zona yerma que no tiene atractivo, tiene mucho que descubrir. Y de hecho, ha habido muchas cosas que no conocíamos y que hemos descubierto gracias este proyecto”, señala.

Valor medioambiental

El diseño y trazado de la ruta responde al enclave geográfico de ambos municipios, a la importancia cultural y económica de los caminos históricos que los atraviesan y a la marcada identidad y diversidad de sus gentes. La acción voluntaria de vecinos y colectivos ha unido, “más estrechamente si cabe”, estos dos pueblos en un “hermanamiento” que sienta las bases para el desarrollo conjunto de proyectos e iniciativas con la sostenibilidad como vector común. A lo largo del camino se mezclan diferentes paisajes típicos y ecosistemas asociados, como las abundantes extensiones destinadas al cultivo de cereal en sistemas de secano, donde destacan especies como la avutarda, el aguilucho cenizo o el cernícalo vulgar.

Asimismo, existen zonas de pasto para la práctica de la ganadería extensiva de ovino y vacuno, con gran abundancia de conejos y la presencia del zorro común. La ruta también atraviesa en varias ocasiones formaciones típicas de ribera, asociadas a los arroyos, charcas y masas de agua, donde viven las especies botánicas características como sauces, alisos, fresnos o chopos, así como de animales ligados a ecosistemas acuáticos como el gallipato, el sapo común, el galápago europeo, la culebra de agua o el lagarto verdinegro, entre reptiles y anfibios, o la garza real y el abejaruco dentro de las aves.

El paisaje de dehesa también está presente a lo largo del recorrido, como ecosistema destacado de la región y con la encina como exponente principal, siempre acompañada de especies de monte bajo como el tomillo y el espliego, que proporcionan una nota de color y olor. Dentro de la biodiversidad asociada a este icónico sistema, se encuentran rapaces como el águila culebrera, el búho chico o el cárabo, así como el meloncillo y el zorro entre los mamíferos. También es habitual encontrar reptiles como la culebra de escalera, el lagarto ocelado o la lagartija colilarga. Cerca de los núcleos urbanos y de las construcciones tradicionales también pueden aparecer especies como el erizo, la golondrina común, el gorrión, la cigüeña blanca o la lagartija lusitana.